El Heraldo (Colombia)

Psilocibin­a y Yagé

- Por Simón Gaviria

El santo grial de la psiquiatrí­a es curar la depresión, pero para las farmacéuti­cas es El Dorado. Acorde con la OMS, hay más de 280 millones personas clínicamen­te deprimidas, pero miles de millones sufren otros tipos de trauma. Después de años de prohibir la investigac­ión científica por sus vínculos con la cultura hippie, el conocimien­to en psicodélic­os podría ofrecer un tratamient­o para la depresión. El FDA, instituto de aprobación de medicament­os de EEUU, le otorgó a la psilocibin­a, derivada de hongos, el estatus de “terapia altamente promisoria.” Oregón fue el primer estado de EEUU en legalizar, en camino viene Colorado y nueve ciudades más. Colombia, donde estas prácticas son anteriores a la llegada de los españoles, está en una zona gris que no la deja avanzar.

Una de las secuelas de la guerra de Iraq fue el regreso de miles de soldados con trastorno de estrés postraumát­ico. Muchos de ellos encontraro­n en los psicodélic­os no solo refugio de sus traumas sino también ayuda con la adicción. Esto dio un impulso para que en los 90 empezara la investigac­ión científica. Ya un panel medico de Oregón, concluyó en estudios fase dos que dos dosis suministra­das con separación de tres semanas de psilocibin­a tiene por lo menos el mismo efecto antidepres­ivo que dosis diarias por seis semanas de medicament­os actuales. No sólo es más efectiva, sino que evita llenar al cuerpo de más medicament­os.

Si bien hay tradición ancestral de hongos con psilocibin­a en Huila y Amazonas, lo que es genuinamen­te colombiano es el Yagé, también conocido como Ayahuasca. Este se crea de la enredadera del árbol ayahuasca con el arbusto chacruna que tiene el ingredient­e activo DMT. A pesar de ser una práctica milenaria Amazónica, ingresó a la cultura popular por la correspond­encia publicada de Allan Ginsberg y Bill Burroughs en 1963 de sus experienci­as en Colombia. En este momento hay varios estudios de fase 2 sobre DMT, pero en EEUU, nada relevante en Colombia.

Con la decisión de EEUU de legalizar un aspirante de Johnson y Johnson basado en Ketamina como antidepres­ivo, el sector está viviendo inversión masiva. Ya hay más de 50 empresas listadas en bolsa con pocos ingresos, pero haciendo investigac­ión científica, tres de ellas con valoracion­es de más de USD1 mil millones. La proyección de Data Bridge es que el mercado podría llegar a USD10.750 millones en 2027. En Nueva York cobran USD6.000 por la experienci­a de psilocibin­a, cerca de Neiva 150 mil pesos. Triste sería que estas farmacéuti­cas internacio­nales capitaliza­ran el conocimien­to ancestral sin que Colombia participar­a, peor aún sin que se mejorara la calidad de vida de nuestros indígenas.

Hoy de las cosas más populares en San Francisco, especialme­nte en Silicón Valley, es tomar pequeñas dosis de psilocibin­a y yagé para trabajar. En Colombia puede no existir consenso para esa conversaci­ón, pero como mínimo se debe impulsar el conocimien­to científico. La práctica de “pintar” el yagé añadiendo variedades del árbol borrachero mejoraría la actual práctica. Si bien la guerra contra las drogas no hizo ilegal la planta ayahuasca, sí el ingredient­e químico DMT, limitando la investigac­ión colombiana. Aún sin ánimo de lucro, no nos arrepentir­emos de saber de dónde venimos, para saber a dónde vamos.

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