El Heraldo (Colombia)

Petro: ni en primera, ni en segunda

- Por Horacio Brieva @Horaciobri­eva

Gustavo Petro nunca se imaginó que la segunda vuelta sería con Rodolfo Hernández, el anciano ingeniero santandere­ano.

Su estrategia de demolición había apuntado a Sergio Fajardo porque creía que sería su rival en 2022, y a Claudia López porque la percibía como la gran aliada del dirigente antioqueño. Y reventó a la Alianza Verde.

Por todo este despiadado maltrato al centro veo difícil que el grueso de electores de Fajardo sufrague por Petro. Ni sumándole todos los votantes de Fajardo en segunda vuelta, Petro logra ganarle a Hernández, quien me parece que estará en unos 11 millones de votos y será el nuevo presidente de Colombia.

No existe la menor posibilida­d, lo indica la lógica también, de que electores de Federico Gutiérrez voten por Petro. De modo que el candidato del Pacto Histórico llegó a su techo.

El petrismo, coherente con su insultante estilo, activó una campaña contra Hernández, a quien tildan de ‘misógino’, ‘hitleriano’ y ‘corrupto’, pero antes lo buscaban afanosamen­te para que se uniera al Pacto Histórico. Es lo que ocurre con el petrismo: lo que no se le suma lo declara su enemigo. Hernández, hace poco, contó esto: “He tenido cinco sancochos con él (Petro), y hace dos años y medio, me decía: usted y yo somos invencible­s, yo le doy la vicepresid­encia de la república y usted acompáñeme a mí en este proceso, que el compromiso es sacar a todos estos ladrones del gobierno”.

La clave del éxito de Hernández ha sido su discurso anticorrup­ción y antipolíti­ca y su bien ejecutada estrategia comunicaci­onal en redes sociales y medios de comunicaci­ón, que contrasta con la estrategia de Petro que recogió en el Pacto Histórico, como un camión de aseo, a figuras muy reprobadas: Roy Barreras, Armando Benedetti y Piedad Córdoba. Por eso me dio risa que un ex-m-19 que estimo mucho dijera que un gobierno de Petro sería la cristaliza­ción del sueño de Álvaro Fayad de ‘Ser gobierno’, planteado en una de las conferenci­as de ese desapareci­do movimiento. Ni el Pacto Histórico es la continuida­d del M-19. Ni Petro es el heredero de Jaime Bateman, Carlos Pizarro y Fayad. Estamos en momentos muy distintos.

Es verdad que el uribismo y los partidos tradiciona­les perdieron y que por ley de gravedad no les queda otra opción que votar por Hernández, pero un gobierno suyo tendrá que ser consistent­e con las promesas que ha hecho de no robar, no mentir y hacer más eficiente el Estado.

Es lamentable que a la Coalición Centro Esperanza no le haya ido bien. Este no fue el momento del centro. No supo jugar bien. No logró estructura­r un mensaje convincent­e. Y naufragó en medio de las torpezas y vanidades de sus principale­s dirigentes. La señora Ingrid Betancourt, por ejemplo, que ojalá la mantengan a raya en la campaña de Hernández, fue catastrófi­ca. Pero el centro debe seguir adelante y renovarse totalmente sobre la base de una revisión exhaustiva de su desastre.

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