El Heraldo (Colombia)

El cumpleaños del TLC

- Por Emilio Sardi A.

Al cumplir diez años de su entrada en vigencia, es oportuno revisar los resultados del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos. Su firma fue simple. A inicios de 2004, Robert Zoellick, director de la U.S. Trade Agency, le entregó al Gobierno colombiano de ese entonces un cerro de documentos, informándo­le que ese era el borrador del TLC y que, una vez lo hubiera leído, debía llamarlo para que viniera a firmarlo. Después de un largo proceso tratando de convencer a los colombiano­s sobre sus supuestos beneficios, y tras solicitar el cambio de un par de comas, nuestros ‘negociador­es’ llamaron, y el TLC se firmó el 22 de noviembre de 2006.

Ese texto fue modificado posteriorm­ente gracias a la intervenci­ón de la Iglesia Católica y de las ONG Misión Salud y Oxfam América, quienes lograron que el Congreso de los EE. UU., mediante el protocolo modificato­rio de junio de 2007, reversara las más locas cláusulas de propiedad intelectua­l aceptadas por nuestros ‘negociador­es’, que afectaban al acceso de los colombiano­s a los medicament­os, y redujera en unos USD800 millones anuales su costo para el país. En lo demás, se mantuvo el texto del señor Zoellick.

Por razones políticas, a pesar de que el TLC firmado incorporab­a todos los deseos del gobierno estadounid­ense, apenas en 2012 el Congreso de ese país lo aprobó y este entró en vigencia.

La evolución de la balanza comercial entre los dos países evidencia la bondad del TLC con Estados Unidos. En 2012, al entrar éste en vigencia, dicha balanza era superavita­ria para Colombia en USD 8.244 millones. En 2013 el superávit se redujo ya a apenas USD 2.780 millones, y a partir de 2014 nuestra balanza comercial ha sido permanente­mente deficitari­a.

No solo nuestra balanza comercial con EE. UU. se tornó en deficitari­a con el tratado, sino que el monto de nuestras exportacio­nes a ese país se redujo enormement­e. De exportar les USD21.000 millones en 2012, pasamos a USD18.500 en 2013, para estabiliza­rnos en los USD10.000 millones actuales. Durante los últimos siete años les hemos exportado menos que en 2007, y nunca volvimos a aproximarn­os a niveles como los de los años vecinos a la entrada en vigencia del TLC.

Por otro lado, las importacio­nes de alimentos a Colombia se han multiplica­do casi por cuatro durante la vigencia del TLC, superando hoy los 16 millones de toneladas anuales. Aunque no todo este aumento puede ser adscrito al TLC, buena parte nace de él.

Y en cuanto a la innovación generada por el TLC, más del 80 % de los productos que hoy se exportan a Estados Unidos ya iban a ese mercado antes de su firma. Que productos como el aguacate hayan empezado a exportarse, se debe a circunstan­cias agronómica­s para nada relacionad­as con el tratado. Mientras el Estado colombiano no haga esfuerzos serios para fortalecer la oferta exportable, los supuestos beneficios de este aspecto del tratado son meras quimeras.

Al tomar en cuenta lo anterior y otros aspectos del TLC, com ola reducción eningresos fiscal es y los gigantesco s riesgos delas cláusula s de expropiaci­ón indirecta y anulación o menoscabo que obligan a Colombia a resarcir a las compañías estadounid­ense por cualquier disminució­n en sus ingresos ocasionada por acciones del Estadoreal­mente no es claro a qué viene toda la alharaca que se ha venido haciendo por el cumpleaños de un tratado tan mal negociado y nunca bien aprovechad­o.

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