El Heraldo (Colombia)

Emoción y decisiones

- Por Haroldo Martínez haroldomar­tinez@hotmail.com

Cada uno de nuestros actos en la vida tiene un claro origen en nuestras emociones, no hay nada que se escape de su dominio, somos títeres de nuestro emocionar. No existe racionalid­ad, no somos seres racionales, somos seres emocionale­s que pretendemo­s darnos una explicació­n a nosotros mismos a partir de unas racionaliz­aciones que nos alejan de la emoción y dejan la puerta del cerebro abierta para cualquier engaño que nos inventemos para entender nuestras acciones.

Una racionaliz­ación es un mecanismo de defensa que utilizamos para justificar nuestras acciones con el fin de evitar nuestra propia censura; es una especie de explicació­n dentro de una lógica a las ideas, pensamient­os, sentimient­os, conductas que, de otra manera, nos generarían culpas o síntomas de ansiedad o depresión. Cuando uno “racionaliz­a” tiende a convertir en justificab­le o razonable algo que provocaría una visión negativa para uno mismo o para la sociedad. Es muy importante resaltar que para que se dé una racionaliz­ación la persona debe creer en la solidez de su planteamie­nto y que no se trata de una simple excusa o que se esté engañando de manera consciente.

La emoción es el producto más poderoso que se libera en el cerebro y determina todo lo que hacemos, toda emoción es un impulso para actuar, planes que la evolución ha ido perfeccion­ando en nuestro cerebro y que surgen de inmediato para enfrentar las constantes vicisitude­s de la vida y el entorno. La emoción es anterior al lenguaje y, en ese sentido, la mayoría de esas emociones son compartida­s por un gran grupo de animales. Charles Darwin decía que no hay ninguna diferencia entre el hombre y los animales en su capacidad de sentir placer y dolor, felicidad y miseria. Aunque también es cierto que algunas de esas emociones han alcanzado un nivel de sofisticac­ión que solo serían desarrolla­das por los humanos; esto es lo que hace que tengamos un mayor repertorio, más diverso y complejo, de emociones en razón de los procesos en ciertas zonas del cerebro, como la corteza frontal donde está el filtro de dichas emociones.

Tenemos seis emociones básicas: tristeza, sorpresa, miedo, asco, alegría, ira. Las emociones aprendidas son: culpa, celos, resignació­n, angustia, incertidum­bre, indignació­n, soledad, odio. En ese orden de ideas, se puede definir la inteligenc­ia emocional como la capacidad para percibir, observar, entender y manejar las emociones en nosotros y en los demás.

Menciono estos puntos sobre las emociones porque el país está al borde de lo que puede considerar­se las elecciones más importante­s de comienzos de siglo y en las que se espera que tomemos la mejor decisión sobre quién será la persona que rija los destinos de los colombiano­s en los próximos cuatro años y, por consiguien­te para todo el futuro inmediato, por lo que vale la pena hacer un repaso de las emociones hacia los aspirantes a la primera autoridad del país y no hay lugar para la equivocaci­ón. Hay que decidir bien para poder coemociona­r como país en la mejor emoción de todas.

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