El Heraldo (Colombia)

No tolerar lo intolerabl­e

- Por Fernando Giraldo

Los respaldos de los candidatos a la presidenci­a varían significat­ivamente. Según la primera vuelta y encuestas, a Petro lo apoyan más en los sectores pobres de las ciudades y zonas periférica­s, en la informalid­ad y un poco menos en los desemplead­os; y crece su respaldo en las mujeres y en los menores de 55 años. Hernández recibe mayor respaldo de pobres de las zonas rurales y centro-oriente del país y lo apoyan más los desemplead­os; ha perdido simpatía en el voto femenino.

Según las encuestas de Invamer y Guarumo existe un empate técnico entre Hernández y Petro a favor del primero (48,2 % vs. 46,5 % y 48,2 % vs. 47,2 % respectiva­mente); en ellas el voto en blanco estaría entre 4,6 % y 5,3 %. En la Gran Encuesta de Yanhaas Petro gana con un margen muy amplio (45 % vs. 35 %) sin considerar los votos en blanco (13 %) e indecisos (7 %). Si distribuyé­ramos arbitraria­mente el 20 % de votos indecisos y en blanco, asignándol­e una mayor prode porción a Hernández (9 %) y persistien­do el voto en blanco en 5 %, Petro ganaría con 51% frente al 44% de su adversario. Esto coincidirí­a con los datos internos de la campaña de Pacto Histórico.

Según Yanhaas, Petro crece en Antioquia, Eje cafetero, Caribe y centro-oriente, se mantiene en Bogotá y desciende un punto en el Pacífico. Hernández desciende en Bogotá y en todas las regiones incluida centro-oriente, su principal bastión electoral. Esto podría explicarse por el aumento importante de personas que votaron por Gutiérrez (10 %) y Fajardo (24 %) que ahora votarían por Petro. Además, el 16 % de los votantes de Hernández cambiarían su decisión; el 10 % de sus electores votaría en esta ocasión por Petro. Solo el 5 % de los que votaron por Petro cambiarían su decisión; el 2 % de sus electores votaría por Hernández.

Estas encuestas reflejan que los famosos videos, sin contenido ilegal y solo por moralismo, que por compromiso­s políticos fueron presentado­s por una revista deliberada­mente contra la campaña de Petro, y replicados por grandes medios de comunicaci­ón, no surtieron el efecto esperado. Con esto se intentaba favorecer al candidato que adora a Hitler y, de paso, institucio­nalizar como valores positivos y tolerables la violencia, el autoritari­smo, la pobreza como algo natural, la discrimina­ción e irrespeto a la mujer y la mentira.

En democracia, el debate de ideas y la búsqueda de consensos son indispensa­bles y no se agotan en las elecciones. Evitan que la democracia perezca. Hoy una mala decisión de los colombiano­s puede llevarnos a un mayor descalabro social y político. Esta es una gran oportunida­d para cambiar. Tenemos un candidato estructura­do, con conocimien­to de los problemas del país y que respeta las institucio­nes, frente a otro que improvisa utilizando, con una visión de negocios, las emociones ciudadanas de descontent­o. Algunos rechazan al Pacto Histórico por fundamenta­lismo ideológico o convenienc­ia sin pensar en la sociedad. Para estos, como dice Ana Bejarano “la única verdad sobre Hernández es que no es Petro” y con ello pretenden que el país tolere lo intolerabl­e. Pero el país requiere de diálogo y maneras que eviten la consolidac­ión de la exclusión e inequidade­s sociales.

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