El Heraldo (Colombia)

¡Qué elecciones tan asquerosas!

- Por Horacio Brieva

Concluye el domingo 19 la campaña presidenci­al más sucia e inmoral que registra mi memoria política. Esto ha sido la apoteosis del todo vale. De la suciedad. De las mentiras. De la bajeza.

Uno entiende, a la luz de la historia universal y de los libros sobre ética y política, que la actividad electoral no es cosa de arcángeles. Pero estas elecciones presidenci­ales le habrían puesto los cachetes rojos a Nicolás Maquiavelo (que no tenía nada de maquiavéli­co).

Normalizar la porquería en política debería ser inaceptabl­e. “La política eficaz puede ser una política moral”, escribió el filósofo español José Luis Aranguren. Lo que significa que hay unos límites que no se deberían cruzar. Y en Colombia en estas elecciones se han cruzado. Sin asco. Al estilo Roy Barreras. Lo lamentable es que haya gente que posa de decente justifican­do esto.

Estas elecciones también revelaron que el país ha quedado huérfano de grandes estadistas. Por eso prevalecie­ron los insultos y ataques sobre los debates de ideas y propuestas. ¿Cómo no extrañar entonces de la historia reciente a Álvaro Gómez y Luis Carlos Galán? Sus discusione­s eran ejemplo de altura intelectua­l y respeto al contrario. Eran un deleite televisivo o radial. Para no hablar de sus discursos o conferenci­as. O de sus escritos, pues además eran extraordin­arios periodista­s.

A esta degradació­n de la política ha contribuid­o el gallinero de bajas pasiones de las redes sociales donde abundan la intransige­ncia y la grosería, y, por supuesto, la mala sintaxis y la pésima ortografía. En ese torbellino feroz de agresiones y odios se han esfumado amistades, afectos de muchos años y lazos familiares.

Como barranquil­lero que soy, como costeño genuino, lo que más anhelo –gane quien gane– es que el cuatrienio próximo le sirva a la Costa Caribe para avanzar en la solución de sus aplastante­s problemas de pobreza, desigualda­d y corrupción.

Por la ausencia de poderosos liderazgos presidenci­ales, la Costa Caribe volvió a quedar en este 2022 por fuera de la disputa de la Casa de Nariño (que en los últimos 28 años ha sido de bogotanos y antioqueño­s).

No voy a votar por Gustavo Petro porque me parece un personaje indescifra­ble y peligroso. Así como si fuese venezolano jamás votaría por Nicolás Maduro. Sin embargo, si fuera brasilero no dudaría en apoyar a Lula. Y no necesito ser uruguayo para ser un admirador de Pepe Mujica, para mí lo mejor que ha dado la izquierda latinoamer­icana en todos los tiempos.

Voy a votar por Rodolfo Hernández porque a pesar de ser excéntrico y lenguaraz, me parece un tipo práctico, franco, que podría ser un eficaz presidente. Fue un alcalde con un altísimo respaldo ciudadano. Sin embargo, deberá evitar, si triunfa, que familiares suyos vuelvan a crearle problemas. El mismo Hernández ha admitido que el tema Vitalogic pudo provocar su renuncia y por eso afronta un proceso penal. @Horaciobri­eva

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