Salud universal
Durante tres días se llevó a cabo en Cartagena el 28 Foro Farmacéutico y Foro de la Salud de la ANDI, en el que más de 1.800 delegados de organizaciones y actores de la salud –del Estado, la academia, la sociedad civil, prestadores de servicios, aseguradores, industria, expertos internacionales– llegaron a consensos importantes sobre temas en los que se demuestra que nuestro sistema de salud presenta avances y logros evidentes.
Colombia tiene hoy un sistema de salud que pasó de cubrir con aseguramiento solo 15,7 % de la población en 1990 a afiliar al 98 % de los colombianos en 2021, un aseguramiento casi universal. Un sistema que según publicaciones internacionales especializadas es el 4º mejor modelo del mundo en indicadores de costo y acceso. Un modelo que cubre la casi totalidad de los servicios, atenciones y medicamentos requeridos por los pacientes, con un gasto de bolsillo en salud del 15 %, mientras el promedio en América Latina es 34 % y en los países OCDE, 21 %. Un sistema de salud eficiente y solidario, en el que aportan empleadores, trabajadores y el Estado.
Este Gobierno avanzó sensiblemente en el fortalecimiento del modelo de atención, depurando las EPS de forma que subsistan solo aquellas con la capacidad de gestión necesaria para que sus afiliados tengan la mejor atención. Nueve millones de afiliados han sido trasladados de las EPS que han sido cerradas, con una percepción muy positiva sobre los resultados de esta acción entre esta población, según encuesta del CNC: 95 % considera excelente o muy buena la medicina especializada que reciben ahora, y el 93 % reconoce positivamente la medicina general. Más del 90 % de ellos está satisfecho con el servicio de salud y la entrega de medicamentos.
Hoy, el país cuenta con instituciones prestadoras de servicios de salud de primera línea en el continente, apoyadas en un talento humano de clase mundial: 26 de las 63 mejores en América Latina, incluidos 5 de los mejores 10 hospitales de la región. Y a nivel gobernanza se ha fortalecido la capacidad técnica, de planeación y gestión del Ministerio de Salud, como se demostró durante la pandemia. Apoyado, además, en una Superintendencia de Salud eficaz que ha fortalecido el proceso de vigilancia y control, se ha despolitizado y se ha especializado en su función técnica.
Existen retos, sin duda. Fortalecer las redes de atención; la formación de talento humano en diversas especialidades y en medicina preventiva; fortalecer la calidad; apoyar al Invima para que se consolide como autoridad sanitaria de referencia nacional. El país debe también seguir avanzando en profundizar la agenda digital del sistema de salud, que ayuda a mejorar la calidad en la atención y los servicios. Así como elevar la calidad en el funcionamiento administrativo de los actores del sistema y avanzar en los procesos de saneamiento financiero.
Le competirá al nuevo Gobierno desarrollar políticas públicas que preserven lo logrado en treinta años de continuo mejoramiento y desarrollo de nuestro sistema de salud. Es esencial continuar con un modelo mixto, con reglas que estimulen la competencia y con participación de actores públicos y privados. Un modelo que permita afianzar la interdependencia que existe entre la salud, el bienestar y el desarrollo económico y social, con visión de sostenibilidad. Preservar los avances de nuestro sistema de salud es una prioridad nacional.