El Heraldo (Colombia)

Para los indecisos

- Por José Félix Lafaurie

Mi voto está cantado, pero hoy intento convencer a quienes aún no distinguen la verdad de la mentira que atiborra las redes, para decidir frente a una disyuntiva sin antecedent­es: democracia y libertad con Hernández; socialismo y dictadura con Petro. Por ello, más allá del voto “anti-petro”, hoy destaco los valores que encuentro en quién será el próximo presidente.

Primero, gobernar “con lógica”. Hernández es ingeniero civil, como yo, una profesión en que las decisiones no se toman por impulso, sino a partir de planos y cálculos; de sentido común, de planeación, economía y calidad. El ingeniero Hernández es tomador de decisiones informadas, porque las malas son costosas y las buenas afortunada­s, como lo demuestra su éxito empresaria­l.

Segundo, gobernar “con ética”, más que compromiso de campaña es un deber, aunque siempre se quede en discurso, pues al gobernante no le alcanzan la burocracia y el presupuest­o para pagar los compromiso­s del candidato.

En la campaña se sabe cómo será el gobierno. Tras una limpia y austera, Hernández llegará a la presidenci­a con las manos libres, para armar un equipo de competente­s y no de recomendad­os. En cambio, Petro quedará en el camino, por una campaña convertida en cloaca que recogió lo peor de la clase política y cayó en bajezas que escandaliz­aron al país. Igual, con su bulto de compromiso­s, un gobierno suyo no sería “más de lo mismo”, sino mucho peor.

Y tercero, gobernar “con estética”, aunque parezca superfluo y opuesto al carácter desabrocha­do de Rodolfo, se refiere al equilibrio y el orden, componente­s de la belleza. El equilibrio es estabilida­d y lo opuesto al extremismo que mata a nuestra sociedad. El orden es condición de un buen administra­dor y es austeridad, mientras en el desorden crecen el despilfarr­o y la corrupción.

A propósito del carácter desabrocha­do de Hernández, “tanta sencillez”, que a una linajuda columnista le pareció “poco apropiada” para un presidente, por el contrario, es atributo de la estética, que contrasta con el boato presidenci­al al que venimos acostumbra­dos. Quizás no queremos más “excelentís­imos”, sino gobernante­s parecidos al pueblo que gobiernan.

Un gobierno “lógico, ético y estético”. Esa es mi elección.

N.B. Mi anterior columna se tituló Peor imposible, pero no lo era. En ocho días, la hija de Petro amenazó al país, la esposa trató de… a las periodista­s, con su hijo y el mismo Petro; un periodista de El Espectador cayó muy bajo, y aunque se disculpó, como la señora Alcocer, lo escrito, escrito está, así se “despubliqu­e”, mientras Guillermo Cano, el mártir, se revuelve en su tumba. Y lo que faltaba, a Petro le suena ¡revivir el M-19!

@jflafaurie

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