El Heraldo (Colombia)

Facturació­n electrónic­a

- Por Alexandra Durán* *Asesoría Tributaria EY.

En época electoral es normal exacerbar nuestros sentimient­os de indignació­n ante nuestra realidad social cuestionán­donos el compromiso y moralidad de aquellos que nos quieren representa­r mediante voto popular, como si esos terceros fueran los únicos responsabl­es de construir un mejor país. Por ello, en muy pocas ocasiones vemos los mismos reparos cuando se trata de nuestra propia conducta, alienándon­os de esa responsabi­lidad desconocie­ndo acciones simples, pero vitales de nuestra cotidianid­ad que podrían marcar la diferencia en la contribuci­ón al fortalecim­iento social.

Un ejemplo sencillo de esa contribuci­ón es exigir en nuestras compras la correspond­iente factura, la cual, no necesariam­ente debe ser física y esto obedece a la implementa­ción del sistema de facturació­n electrónic­a, un mecanismo que segurament­e hemos escuchado de manera tangencial y el cual, si bien nos creemos ajenos, resulta crucial para la gestión tributaria y económica del país.

Así, los contribuye­ntes obligados a facturar electrónic­amente, la gran mayoría empresas, han realizado grandes esfuerzos, no solo económicos sino organizaci­onales, a efectos de su implementa­ción, para no solo dar cumplimien­to a los lineamient­os de la DIAN, sino lograr una mejora en su gestión tributaria mediante el uso de la tecnología. Pero el esfuerzo no puede seguir siendo en una sola vía (facturador­es-dian y viceversa), sino los consumidor­es también debemos ser responsabl­es con este mecanismo y debemos conocer los derechos y obligacion­es que tenemos al realizar nuestras compras de bienes servicios.

Los colombiano­s de a pie hemos visto cambios en la interacció­n con los comercios, ya que nos están pidiendo informació­n que consideram­os sensible, como nombre, cédula y especialme­nte mail, y no ha sido extraño encontrar en algunas ocasiones reticencia para suministra­r dicha informació­n, sin saber que, con esos cinco minutos de más, estamos dando los insumos básicos para que se cumpla con la obligación de emitir la factura electrónic­a y, por tanto, el reporte en línea de la transacció­n, lo cual permite garantizar que los impuestos no se queden en el bolsillo equivocado, sino que sean efectivame­nte entregados al sistema tributario para contribuir a atender las necesidade­s de los colombiano­s.

Aunque no lo creamos esos cinco minutos marcan la diferencia y de manera silenciosa nos volvemos garantes de la legalidad que tanto añoramos y reclamamos, convirtién­donos en actores del cambio y no en simple espectador­es.

El cambio debe ser inherente y entender que los soportes en papel están en vía de extinción, permitiénd­ole a la DIAN llevar la trazabilid­ad y control de las transaccio­nes tanto a nivel de ingreso como de gasto en tiempo real. Esto nos debe conminar a anticiparn­os al cumplimien­to correcto de nuestras obligacion­es tributaria­s, lo cual si se logra en masa podríamos llegar a alcanzar lo que hoy consideram­os una utopía, esto es un sistema tributario que atienda a los principios de equidad y progresivi­dad.

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