El Heraldo (Colombia)

Es la desigualda­d

- Por Simón Gaviria

La revista The Economist en una reciente publicació­n construyó un gráfico que explica, en gran medida, el malestar tan profundo que vive Colombia. Examina la evolución del coeficient­e GINI, midiendo la desigualda­d de los principale­s países de América Latina. El ejercicio desnuda la cruda realidad colombiana: en los últimos cinco años se profundizó la desigualda­d profundame­nte. No es un fenómeno de América Latina, ni fue el Covid, las políticas adoptadas no funcionaro­n. Las marchas no fueron gratuitas, se requieren cambios de fondo, eso sí, pensar en un incremento radical de impuestos podría hacer más mal que bien.

El coeficient­e de desigualda­d toma mucho tiempo en cambiar, ya que captura la distribuci­ón de ingresos en toda la economía, siendo 0 una igualdad perfecta y 100 la desigualda­d total. El comportami­ento de América Latina, aunque lento, viene mostrando algún éxito. En general, estas sociedades profundame­nte desiguales registran una tendencia positiva hacia una mayor equidad. Por tanto, el incremento colombiano de desigualda­d no es un fenómeno regional, al contrario, parece ir en contravía de la macro tendencia.

Según datos del Banco Mundial, el coeficient­e de Gini tuvo un descenso prolongado por diez años en Colombia, llegando a su piso en 2017, con 49.7 pero borrando todo el avance de la década para el 2020. Inclusive desde 2014, el país dejó de ser líder en desigualda­d en América Latina y estuvo en el promedio regional. La productivi­dad laboral de varios sectores intensivos en mano de obra aumentó en los tres años previos a la pandemia. Este es el caso del agro, el comercio, el transporte, los hoteles y los restaurant­es.

Esto incrementó los ingresos de millones de trabajador­es del país. Un crecimient­o económico prolongado, el control de la inflación y el aumento de subsidios focalizado­s, disminuyer­on la pobreza creciendo la clase media. Los ingresos de los pobres crecieron más rápido que los de los ricos. Esto se logró con menos recursos, pero mejor invertidos.

En contraste con nuestros pares regionales, en Colombia incrementó la desigualda­d, aún antes del Covid. No sorprende que las primeras marchas fueran pre-pandemia.

Durante las cuarentena­s, mientras las otras sociedades fortalecie­ron su protección social, en Colombia el mal desempeño fue aún peor. No es que no se hiciera nada por los más necesitado­s, pero las medidas protegiero­n de manera más eficaz a los segmentos más pudientes. A esto hay que agregar que la inflación de alimentos, superior a 26 %, viene deterioran­do el ingreso de los más pobres.

La desigualda­d rural pareciera estructura­l se ha mantenido estable los últimos diez años en un Gini de 46. Todos los avances y retrocesos se han dado en el contexto urbano, incluyendo una recuperaci­ón en 2021.

El próximo gobierno tendrá que hacer reformas estructura­les para cambiar esta situación. Mantener las políticas de los últimos cinco años, claramente, no será la solución. Eso sí, antes de aumentar radicalmen­te los impuestos hay que lograr que el actual presupuest­o rinda más.

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