¿Qué pasará con el río?
Analizando lo sucedido, primero con el anuncio de que por falta de proponentes se declaraba desierta la controvertida APP del Río, y luego, casi que de inmediato, con un segundo anuncio por parte del presidente Iván Duque, informando en declaración en la que participaron la ministra de Transporte, el director de Cormagdalena y con unas palabras de agradecimiento, nuestro alcalde Jaime Pumarejo, que el gobierno tenía preparado un Plan B por si sucedía lo que sucedió, Plan B exclusivamente para Barranquilla y nuestro muy importante canal de acceso a los puertos, incluyendo todas las obras de infraestructura necesarias para optimizar el encausamiento de las caudalosas aguas del río, lo cual implica que no será solo el mantenimiento del tajamar occidental como lo contemplaba la fracasada APP; además, la compra de una draga para la atención permanente del canal, y por último, y no menos importante, un espaldarazo del gobierno central al anhelado Puerto de Aguas Profundas al pie de la desembocadura del Magdalena, todas las anteriores muy buenas noticias para la economía de la ciudad. Resulta obvio que si las anteriores promesas se cumplieran en un plazo corto, habría un cambio muy favorable para nuestra competitividad portuaria.
Pero como en esas declaraciones no hubo ni una sola palabra acerca de la navegabilidad fluvial desde Barranquilla hasta el centro del país, supone uno que al próximo gobierno, o sea al de Gustavo Petro, le corresponderá estructurar de manera acelerada y acertada, una nueva APP, u otro tipo de proyecto. ¡Pobre río Magdalena que es muchísimo más que los 22 kilómetros de nuestro canal navegable! Dicho lo anterior, se deduce que todo lo ofrecido en el Plan B sería para la navegación marítima, así sea sobre los últimos kilómetros del río, pero nada para la navegación fluvial, como sí lo era en la fracasada APP aprovechando que esa arteria hídrica ya existe, que solo hay que acondicionarla y con ello aprovecharla para el transporte de carga desde esta costa Caribe hasta Pto. Salgar y La Dorada, incluyendo todos los puertos intermedios.
Parafraseando la pegajosa canción del Grupo Niche, “Del puente para allá es Juanchito, del puente para acá está Cali”, podríamos decir que hoy, después de las declaraciones del presidente Duque, lo mejor será eso, dividir los proyectos en el río, de tal manera que “Del puente para allá es fluvial, del puente para acá es marítimo”, y como lo marítimo quedaría resuelto con el Plan B, entonces, que el nuevo proyecto sea del puente para allá, hasta la zona Andina del Magdalena. Sin la carga económica y de responsabilidad que implica la inclusión de nuestro complejo canal navegable, sí resultará económicamente viable la habilitación del resto del Magdalena hasta el centro del país utilizando los estudios ya existentes, pero con la asesoría de verdaderos expertos en el río, y obviamente de transportadores fluviales que han sido olímpicamente marginados hasta ahora.
Por último, ojalá el próximo gobierno practique una restructuración total de Cormagdalena para que vuelva a ser un ente autónomo, no un apéndice del Ministerio de Transporte, que cuente con recursos propios y suficientes para atender esa arteria, no solo en lo que respecta al transporte fluvial, sino para la generación de agua potable, para la pesca y sistemas de riego; así mismo, que la carga burocrática actual, objeto de favores políticos, sea reemplazada por personal técnico capacitado. Pero el río ya no da espera, ni resiste más fracasos.