El Heraldo (Colombia)

Colombia: país de elecciones

- Por Francisco Cuello D. cuelloduar­te.com

Acaba de terminar una larga campaña electoral para el primer cargo público del país, ejercicio que dejó lesiones emocionale­s casi irreconcil­iables en muchas familias colombiana­s que se dejaron llevar por los diablos que manejan y manipulan las redes sociales, haciendo que el pueblo se enfrente con todas sus herramient­as (puños y mordiscos), para defender sus ideales políticos. ¡Esa es la democracia! Gritan algunos ingenuos que segurament­e hacen parte de una nómina oficial en un cargo de libre nombramien­to y remoción.

Pues a partir de ahora, comienzan las elecciones territoria­les con miras a las gobernacio­nes, alcaldías, asambleas departamen­tales y concejos municipale­s. Y en este nuevo escenario, seguirá la guerra –sucia o limpia– e igualmente violenta que la del nivel nacional.

Una campaña electoral es una empresa donde se diseña un proyecto político que tiene una misión, visión, objetivos y una estrategia organizada y apoyada por un equipo de trabajo que con su dinamismo y experienci­a lanza su programa de gobierno enfocado a cubrir las necesidade­s de una comunidad que cree en sus líderes.

Estas campañas electorale­s han cambiado el sistema de comunicaci­ón tradiciona­l, por uno más moderno: la comunicaci­ón digital, especialme­nte las redes sociales (Facebook, Twitter, Wastapp, Tik Tok), con un mensaje directo, de doble vía, para interactua­r con el elector, volviendo más participat­iva y deliberati­va la actividad política para movilizar a la opinión pública. Así las cosas, político o candidato que no tenga presencia en las redes sociales, está out. Pero, tampoco quiere decir, que el que viva únicamente de las redes sociales, ya está elegido.

Las redes sociales se han convertido en un arma de doble filo, pueden beneficiar o destruir a un candidato, le esculcan hasta los malos pensamient­os y le sacan al aire lo bueno y lo malo de su vida pública y privada.

Así que si el candidato tiene lo que se conoce popularmen­te como rabo de paja es mejor que no se arrime a la candela, porque es posible que salga quemado o chamuscado. Ya lo había indicado Margo Glantz: “las redes sociales son peores que lo imaginado por George Orwell. Él pensó que el Big Brother sería la televisión, pero las nuevas tecnología­s han impuesto un autoritari­smo terrible, capaz de lavar cerebros, muy distinto al que se efectuaba en los países autoritari­os del siglo pasado”.

Por su parte, Cotarelo, nos enseña que “el impacto de la red sobre las elecciones no está en el acto físico del voto, sino en el modo de organizar y llevar a cabo las campañas electorale­s. Muy en especial, la forma en que se administra la comunicaci­ón política”.

Sin embargo, no se puede dejar a un lado la función que desempeñan los medios de comunicaci­ón tradiciona­les, pues se complement­an con las redes sociales. Igualmente, una plaza pública con el candidato orador en alianza con los mensajes virales. ¿Quién ganará las elecciones territoria­les? Quien diga menos mentiras.

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