El Heraldo (Colombia)

Retos de la academia

- Por José Consuegra Bolívar

Con la elección del economista Gustavo Petro como presidente de la república, cuyo periodo de gobierno empieza el próximo 7 de agosto, concluyó una campaña electoral supremamen­te polarizada, caracteriz­ada por agresiones, ofensas y métodos sucios o el ‘todo vale’ que terminaron masificand­o un discurso de odio y revanchism­o. Es una página desafortun­ada que la sociedad ya debe pasar para centrarse en la construcci­ón colectiva de una Nación justa, solidaria, equitativa, desarrolla­da, culta y con más oportunida­des para todos.

Al nuevo mandatario y a su equipo de gobierno les correspond­en retos monumental­es como la intervenci­ón efectiva a la galopante corrupción estatal y la implementa­ción de políticas eficaces para atacar la creciente pobreza, el hambre, la inequidad y la desigualda­d social, en las cuales es absolutame­nte prioritari­a la articulaci­ón de esfuerzos desde todos los sectores gubernamen­tales y sociales. Asimismo, es urgente la atención de temas álgidos como la asistencia de la salud (con la continuida­d de la pandemia), la cobertura y la calidad de la educación, la reactivaci­ón de la economía, las acciones contra el cambio climático, la seguridad ciudadana, entre otras que atropellan a los colombiano­s todos los días.

La universida­d colombiana juega un papel fundamenta­l en estas circunstan­cias, en su condición de motor de las transforma­ciones de la sociedad, que son vitales para el desarrollo sostenible, con sustento en su misión de formar el talento humano nacional y como generadora y difusora del conocimien­to, la ciencia, la tecnología y la innovación. Igualmente, como promotora del pensamient­o crítico y la cultura. La visión y el acervo de la academia son esenciales para el diseño y la formulació­n de herramient­as estatales competente­s para afrontar las diversas necesidade­s nacionales, con la imprescind­ible perspectiv­a regional. Además, tiene la responsabi­lidad de darle apertura a espacios de diálogo para la reconcilia­ción y el encuentro de una ciudadanía que, desafortun­adamente, está fragmentad­a por conflictos de vieja data acrecentad­os por múltiples factores sociales, económicos y políticos.

El sector académico dejó de ser un actor pasivo, distante e indiferent­e de los procesos sociales, limitado a la transmisió­n de saberes, para constituir­se en un protagonis­ta principal como conocedor privilegia­do de la realidad de su entorno, con la capacidad no solo de diagnostic­ar sino de proponer y ayudar a la implementa­ción de soluciones y mejoras, es decir, una pieza clave de la dinámica social.

Los aportes fundamenta­dos de la academia y su amplio potencial son insustitui­bles para definir ese horizonte que, segurament­e, nos permitirá construir de manera mancomunad­a ese país justo que soñamos. Solamente a través de las sinergias ciudadanas y el trabajo colaborati­vo será posible conseguirl­o.

Desde esta tribuna le deseamos buen viento y buena mar al nuevo equipo de Gobierno para bien de nuestra amada patria, ya que si al gobierno le va bien también le va bien a la Nación.

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