El Heraldo (Colombia)

Vivir sabroso

- Por José Amar Amar

La frase de la próxima vicepresid­enta de Colombia, Francia Márquez, es su anhelo de “poder vivir en una sociedad con dignidad, en paz, sin miedos”.

No es fácil transforma­r este mensaje en realidad porque en la historia de nuestra sociedad vivir ha sido una lucha por la sobreviven­cia, atravesand­o por múltiples formas de violencia.

Vivir más sabroso en

Colombia sería avanzar más rápido hacia la modernidad, revitaliza­ndo la nación colombiana y haciendo que todos sus miembros disfruten de los beneficios de un desarrollo pacífico. Porque sin paz social seguiremos padeciendo sufrimient­os y nunca lograremos una vida tranquila.

Más rápido que muchos países, Colombia puede llegar a ser próspera y poderosa, y lograr que su pueblo tenga una vida más cómoda. Para esto tenemos que, a partir de nuestras peculiarid­ades, avanzar en el camino del desarrollo pacífico sin descuidar la soberanía y la seguridad nacional.

El país podría avanzar mirando modelos exitosos, pero sin perder el sabor de nuestro sancocho costeño, nuestro ajiaco bogotano, nuestra bandeja paisa y la pepitoria de la región de Rodolfo Hernández; es decir, avanzando con base en lo que somos y queremos ser como sociedad.

Hace muchos años, el presidente de Gaulle enfrentaba una crisis ante tanto descontent­o de los franceses. Él dijo: ¿Cómo poner de acuerdo a un país que tiene más de trescienta­s variedades de queso? En Colombia hay visiones políticas diferentes de país; hay diferencia­s de clase, de razas, de regiones; es una nación llena de diversidad, por lo que es difícil lograr la integració­n. Es imposible una unidad nacional, porque esta no existe en Colombia, ni en ninguna parte, con excepción cuando juega la selección de fútbol o un ciclista gana una carrera internacio­nal; sin embargo, como decía Álvaro Gómez, se podría llegar a un acuerdo sobre lo fundamenta­l.

Lo que deberíamos esperar del nuevo Gobierno es que sepa gobernar respetando las diferencia­s; y de la oposición, que sea responsabl­e, porque lo que es bueno para el país es bueno para todos, así a veces se sacrifique­n intereses particular­es o de pequeños grupos.

Como todos le piden prioridade­s al nuevo Gobierno, donde hay tantas carencias, yo le pediría que recuperemo­s lo perdido. Todo lo que se había avanzado, durante los gobiernos de los presidente­s Uribe y Santos en superación de la pobreza, se perdió en estos cuatro años, encontránd­onos con un 42 % de pobres que están lejos de “vivir sabroso”.

El presidente es importante, pero son los pueblos los creadores de su historia: el empresario, el emprendedo­r, el trabajador, el militar, el profesor, el policía, el alumno, la cuidadora; todos ellos son los verdaderos héroes de nuestra historia.

Ellos son las fuentes del progreso. No hay dificultad insuperabl­e cuando se abandonan los egoísmos y se construye una voluntad colectiva con un propósito poderoso, que nos permita hacer de Colombia un país moderno, próspero, democrátic­o, civilizado y armonioso, donde todos estemos incluidos.

El ideal de vivir sabroso de Francia Márquez es el anhelo de todos los colombiano­s, aunque tengamos diferencia­s en los caminos para lograrlo. Dialogando y respetándo­nos podremos ayudar a tantas personas que —siguiendo la metáfora culinaria—, hoy están hirviendo en la olla de la desesperac­ión.

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