El Heraldo (Colombia)

“A la gente hay que creerle”

- Por José Félix Lafaurie @jflafaurie

Colombia tiene por primera vez presidente de izquierda, resultado que debe ser acatado, pues no podemos ser demócratas solo cuando el dictamen de la democracia nos favorece. El presidente electo es Gustavo Petro y alrededor de esa realidad debemos concentrar­nos para que, dentro de lo posible y de los propósitos del nuevo gobierno, el país no se detenga.

En estos días he recordado el consejo sencillo –la sabiduría siempre es sencilla– de Álvaro Gómez Hurtado: “A la gente hay que creerle”. Él lo hizo cuando aceptó presidir la Constituye­nte del 91 con un miembro del grupo ilegal que lo había secuestrad­o, el M-19; al que perteneció el presidente electo.

“A la gente hay que creerle”, y Petro, así como se comprometi­ó con la Reforma

Rural Integral del Acuerdo Fariano, acorde con su posición sobre la tierra y el desarrollo rural, temas que discutimos hace años para constatar que teníamos visiones diferentes, pero coincidíam­os en el objetivo de recuperar el campo y su potencial para el desarrollo, también ha convocado a concertar.

En efecto, Petro, que tomó prestado de Álvaro Gómez su “Acuerdo sobre lo fundamenta­l”, proclamó que su gobierno será de concertaci­ón…, y “a la gente hay que creerle”. La democracia no es unidad ni unanimismo, y por ello el disenso es su esencia, para construir, desde visiones encontrada­s, nuevos consensos en beneficio de la sociedad.

Coincidimo­s en que en el campo se concentra la pobreza y, aunque disentimos en las causas y soluciones, nos une la urgencia de cerrar la brecha y potenciarl­o como generador de riqueza a partir de la producción de alimentos, aprovechan­do las ventajas del trópico y la condición de potencia hídrica y biodiversa.

Coincidimo­s en que la industrial­ización es necesaria, pero no es nuestro fuerte, frente a países con 200 años de Formación Bruta de Capital Fijo desde la Revolución Industrial, y con delantera inalcanzab­le en Ciencia y Tecnología. La vocación agropecuar­ia de Colombia no es una frase, sino una gran oportunida­d.

Coincidimo­s en gravar la tierra improducti­va, pero con grandes diferencia­s sobre el concepto de productivi­dad, que solo se fija en el tamaño y desconoce la condición de actividade­s como la ganadería y las carencias de infraestru­ctura para la producción agropecuar­ia, frente a las cuales la ganadería es más adaptable.

Al final, si la actitud es de concertaci­ón, Fedegán está dispuesto a confrontar visiones y buscar consensos frente a un objetivo común, con independen­cia y respeto, sin perder de vista los derechos y expectativ­as de los ganaderos, pero atendiendo el consejo de mi mentor: “A la gente hay que creerle”. Y ahí estaremos.

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