Los columnistas, ¿para qué?
Esa pregunta me la he hecho desde hace décadas. Con más de 1.400 columnas publicadas en EL HERALDO, y muchísimas de esas dedicadas a presentar de manera desinteresada propuestas de ciudad, no puedo negar que aunque mi aspiración haya sido siempre que mis mensajes lleguen a la mayor cantidad de lectores, no es menos cierto que en el fondo he aspirado a que lleguen también a aquellos funcionarios que en ese momento han tenido la responsabilidad del tema expuesto. Y obviamente, que les haya parecido interesante y viable lo propuesto. Pero, ¿cómo saberlo si solo tres funcionarios en más de 40 años se han dado por enterados? Tres respuestas que aún conservo, y de estas dos fueron para refutarme. Recibo decenas de mensajes y correos de lectores, pero de ellos nada. En muchas oportunidades lo propuesto se materializa posteriormente, unas veces al poco tiempo, y obviamente, ni la más remota idea si mi columna influyó o no en su desarrollo. Pero otras, y me duele por el tiempo perdido, 10, 20 y 30 años después de haberlas propuesto, demostrando que sí eran convenientes. Por lo anterior siempre he pensado que, en líneas generales, no les agrada que estas propuestas sean presentadas públicamente en una columna, y esto quizás porque preferirían que lo que ellos hicieran fuera o pareciera de su autoría. Cuestión de vanidades, pienso yo. Aunque debo reconocer que algunos funcionarios públicos de alto rango sí han mantenido sus pies en la tierra sin encumbrarse con los cargos. Pero la proporción no es la deseada, ni medianamente.
Y no hablo solo por mí, sino porque es lo que aprecio analizando a verdaderos columnistas de opinión, conocedores de su oficio periodístico, pero más aún, de los temas que manejan. No mencionaré nombres, pero analizo que expertos en educación, deporte, salud, economía, política, historia, en el agro y sus diferentes frentes, en actividades empresariales, y en otros temas más, que exponen de manera brillante y clara, con sus conceptos y propuestas, casi de forma incontrovertible, deben sufrir el mismo desgaste. Supongo yo que solo les queda la satisfacción de haber procurado aprovechar sus espacios, tanto impresos como de manera virtual, para demostrar que sí hay posibilidades de mejorar, eventualmente sabiendo que sus propuestas y observaciones solo quedarán en las mentes de miles de lectores, cuya mayoría las aprueba, obvio que no todos lo harán, pero que serán olímpicamente ignoradas por aquellos a quienes sus columnas van dirigidas de manera directa.
En el caso particular mío, que no soy periodista de profesión, sino un ciudadano común y corriente que solo intento aportar ideas, transmitir propuestas de ciudad o región, empleando el sentido común y alguna experiencia ganada durante viajes en los que aprecio soluciones urbanas de fácil implementación local, me anima la respuesta y el reconocimiento de mis lectores a través de años, pero mentiría si no manifestara que preferiría percibir también algo de interés por parte de esos funcionarios, y ojalá puestas en práctica por aquellos a quienes de manera directa estas son dirigidas, aunque no haya incluido nombre propio en el artículo.
Nuestra ciudad es susceptible de gran cantidad de cambios para mejorar, y no solo aquellos que se les ocurre a quienes están en la administración del Distrito. Nuestra movilidad vehicular es el ejemplo vivo de lo que aquí comento. Pero normalmente las propuestas de los columnistas son olímpicamente ignoradas.