El Heraldo (Colombia)

“Se me fue un hijo, eso era Luis para mí”

‘El Ñato’ Guzmán fue su entrenador y guía en Barranquil­la. Afirma que Quiñones se preparó muy bien para el combate.

- Por Rafael Castillo Vizcaíno Twitter: @rajocavi

La voz se le entrecorta y las lágrimas se asoman cuando Miguel Ángel Guzmán describe lo “buena gente que era” su pupilo. ‘El Ñato’, como se le conoce a este experiment­ado entrenador de boxeo, fue quien recibió a Luis Quiñones en el momento en que el joven dejó su tierra natal, Barrancabe­rmeja, Santander, para emprender en Barranquil­la el sueño de convertirs­e en pugilista profesiona­l.

“Estoy muy triste. Se me fue un hijo, eso era Luis para mí”, dice al borde del llanto. “Era un muchacho apasionado por el boxeo, vivía por el boxeo. El único boxeador que tenía las llaves para abrir el gimnasio era él. Cuando yo viajaba él abría y les daba clases a los practicant­es particular­es que yo tengo. Una persona carismátic­a y cariñosa. Buena gente”, cuenta Guzmán, que le tendió la mano al joven barranqueñ­o con la estadía y la alimentaci­ón en sus comienzos en la capital del Atlántico.

“Se ganó el afecto de la gente en Barranquil­la por ser buena gente. Yo me encargué de todo al inicio. Después el señor John Olarte, un amigo mío al que busqué para que me colaborara con él, le daba 150 mil pesos a la semana para su alimentaci­ón. Cuando se enfermaba o necesitaba las vitaminas, yo estaba ahí. Todo lo de él corría por cuenta de nosotros. Era como mi hijo, eso lo tengo claro”, añadió

Guzmán sigue incrédulo ante la noticia de la muerte de Quiñones tras salir noqueado en la pelea por el título nacional welter junior ante José Muñoz, su amigo y muchas veces sparring (persona con la que se entrena un boxeador para preparar un combate).

Después de cinco días en la Clínica General del Norte, el santandere­ano falleció el jueves a las 11:30 p.m., horas después de que declararan su muerte cerebral. ‘El Ñato’ asegura que la preparació­n de Luis “fue muy buena” y que “pasó sus evaluacion­es médicas sin ningún problema. Y afirma que el pleito ante Muñoz fue muy parejo y no se presentó una desventaja o un poderoso golpe que hiciera pensar en un desenlace trágico. “El que vio la pelea se dio cuenta que ahí no hubo nada excepciona­l. Todo el mundo lo dice: era una pelea de trámite normal, no hubo un golpe para que la esquina o el árbitro parara la pelea. Todo normal. Cuando llegaba a la esquina me comentaba todo normal, sabía en cuál asalto estábamos, todo común y corriente”, dice Guzmán.

“Si la pelea se hubiera terminado (sin nocaut) hubiese sido un empate, no hubo un golpe fuerte o contundent­e. Los golpes con los que se cae a la lona no fueron contundent­es, no lo toca ahí, cae por lo que le pudo pasar antes, que no sé. Él no tuvo problemas para dar el peso y no le pasó nada con los sparrings. Tuvo una herida en la ceja con los sparrings y se le suspendió el sparring dos semanas antes de la pelea para que la herida no se abriera”, agregó.

El formador de pugilistas, que por primera vez afronta una situación de este tipo, no ha hablado todavía con Muñoz, el colombo-venezolano que combatió con Quiñones, pero está seguro que debe sentirse desconsola­do con lo sucedido.

“Me imagino cómo estará. Desde acá le mando un fuerte abrazo y mucha fortaleza. Esto no es fácil, nadie va a querer hacerle daño a otro. No fue malintenci­onado, fue una competenci­a que se presentó”, dijo ‘el Ñato’ Guzmán, que solo sonrió al recordar una faceta de la personalid­ad de Luis.

“Era un poquito tacaño, yo lo regañaba por eso, le decía que no fuera amarrao (risa)”.

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Luis Quiñones y Miguel Ángel ‘Ñato’ Guzmán.

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