PONERSE DE ACUERDO
¿Qué vamos a comer hoy? Le preguntó a su esposa, advirtiéndole antes que no le respondiera como en la frase final de una gran novela de Gabriel García Márquez. Decide tú, le respondió. ¿Pero vamos a ir a la playa, al malecón o al centro comercial? El niño quiere ir al parque de diversiones o a cine. Es lo uno o lo otro, porque enero es muy largo.
¿Dónde jugaré este año? Se preguntaba un jugador de béisbol mientras empezaban las ligas de invierno y tenía ofertas en tres continentes. Su representante le aconsejaba con la frase de una canción de moda: No cambies un Rolex por un Casio.
¿Quién será el embajador en Rusia? Le cuestionaba un presidente recién electo a su experto canciller a la hora de evaluar mas de 72 hojas de vida, puestas sobre su escritorio por padrinos muy in uyentes en el Congreso. Debe ser alguien que hable ruso, preferiblemente un diplomático de carrera, gran negociador, buena persona y que sea amigo de varios congresistas para cumplirle el compromiso al mayor número a la vez. Pero sobre todo que no tenga ningún escándalo de corrupción, ni antecedente que inspire a la prensa global. Le sugirió su notable ministro. ¿Tenemos un per l así en esas carpetas? Le replicó el mandatario.
Ponerse de acuerdo es un asunto existencial. Garantiza la convivencia pací ca, el bienestar de las asociaciones o sociedades, la plenitud de la vida en pareja, el éxito en el trabajo, la fortaleza de la amistad y la pertenencia a comunidades sólidas, edi cantes e incluyentes. Las buenas relaciones tienen la capacidad de encontrar los puntos en común para convertirlos en el soporte de las decisiones.
Los acuerdos generalmente parten desde aquellas decisiones que interesan a las partes y sobre las cuales no existen intereses particulares, ventajas, imposición de un criterio, gusto o preferencia sobre otros. Dicen algunos que el acuerdo es una forma de dominación en la cual las partes ceden frente a la propuesta de otra que logra convencer, vincular, integrar o imponerse.
Si bien, los acuerdos no están exentos a la dinámica de la imposición según la cual siempre alguno de los actores toma ventaja y prevalece, los mejores acuerdos con aquellos que se fundamentan en la verdad, la justicia, la valoración, el respeto, la consideración, el perdón, la reparación de los daños, la satisfacción de necesidades, los bene cios, las ganancias y las utilidades. Principalmente aquellos que se soportan en la fortaleza de las relaciones construidas a partir de la con anza, la seguridad, el afecto recíproco y proporcional.
¿Cómo lograr un buen acuerdo? El mejor acuerdo ocurre cuando se reconocen los requerimientos del otro y se ofrece un nivel de retribución superior al deseado. Aunque un acuerdo perfecto es excepcional, lo extraordinario puede ser habitual si el propósito es insistir y avanzar hasta lograrlo.