El Heraldo (Colombia)

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

- POR MIGUEL VERGARA @Miguelverg­arac

Con el anuncio de Gustavo Petro de sacar a la calle a sus simpatizan­tes para apoyar reformas, el Congreso quedó entre la espada y la pared. Es muy extraña esta posición, pues cuando pensamos en manifestac­iones sociales, generalmen­te, provienen de ejercicios de oposición que nacen de la inconformi­dad ciudadana, sobre todo en un país como Colombia, donde el poder presidenci­al tiene la capacidad de avasallarl­o todo. Por ende, esta decisión deja una sensación de amenaza: de no aprobar las reformas como el poder las plantea, será un grupo de ciudadanos quienes presionará­n para que esto ocurra.

Una marcha de cien, doscientas o trescienta­s mil personas a nivel nacional siempre representa­rá una minoría, pero multiplica­do por la capacidad comunicati­va de las redes y de los medios tradiciona­les, puede hacer que se sienta como un fervor nacional. En el caso de la marcha convocada para el 14 de febrero, los que saldrán a las calles a apoyar, extrañamen­te, no saben lo que están apoyando y, realmente, no entiendo cómo es posible una construcci­ón colectiva, en la mitad de la calle.

Entonces, me pregunto a qué responderá esa necesidad de convocar estas marchas. ¿Será que el ejecutivo siente que está perdiendo poder en el Congreso? ¿Será que no le gusta deliberar realmente y esta es su manera de ‘pupitrear’?

Nadie está en contra de que más adultos mayores reciban una pensión, cuando hay cinco millones de ellos que no cuentan con apoyo nanciero alguno al

nal de sus vidas. Nadie está en contra de que los servicios de salud mejoren; para nadie es un secreto el sufrimient­o de los ciudadanos para lograr citas oportunas. Nadie está en contra de que con las ganancias de una economía los trabajador­es tengan mejor y oportuna remuneraci­ón, cuando un 58% de los colombiano­s se encuentra en la informalid­ad. Lo que no puede pasar es que, en el afán por aprobar reformas, se termine afectando exactament­e aquello que se está tratando de lograr.

¿Qué futuro nos espera en medio de este forcejeo? Un pueblo movilizado forzando decisiones en temas que a veces ni siquiera logramos comprender. Y en ese escenario, si se enfrentan la calle y un Congreso con una desfavorab­ilidad del 62%, que en su afán burocrátic­o de seguir funcionand­o, termina sucumbiend­o, creo que pudiéramos estar presencian­do el comienzo del n del Congreso de Colombia.el cual en su afán burocrátic­o de seguir funcionand­o terminaría sucumbiend­o a las presiones, pudiéramos estar presencian­do el comienzo del fin del Congreso de Colombia.

En la marcha para el 14 de febrero los que saldrán a las calles a apoyar, extrañamen­te, no saben lo que están apoyando”.

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