El Heraldo (Colombia)

Leandro Díaz, más allá de lo que se ve en pantalla

Alonso Sánchez Baute, autor del libro que retrata la biografía del fallecido juglar, conversó con Silvia Hoyos y el libretista Rafael Noguera sobre la vida del fallecido cantautor guajiro.

- POR Huber bustamante @bustamante­huber

“Hablar de mi pena no tiene mayor misterio porque, con solo verme, la gente se da cuenta de que soy ciego. Todos creen que no poder ver es una tragedia. Y lo es. Pero la mente es más flexible que el bambú y desde que uno nace, aprende a vivir con lo que le falta. (…) Toda moneda tiene dos caras”, dijo Leandro Díaz en una frase plasmada por Alonso Sánchez Baute en la obra homónima a la vida de su protagonis­ta, ‘Leandro’, cuya vida y obra quedaron plasmadas con sensibilid­ad quirúrgica en un texto lanzado oficialmen­te en 2019.

En la comodidad que solo brinda la confidenci­a, Alonso Sánchez Baute recordó a quien fuera el autor de varias de las letras más poderosas, profundas y descriptiv­as del antiguo vallenato, del viejo, que se gozaba en las parrandas con la improvisac­ión del vocalista, el pregonar de la caja, el chirrido consonante de la guacharaca y la armonizaci­ón conductora del acordeón.

En el marco del Hay Festival de Cartagena de Indias, Sánchez Baute dialogó con Rafael Noguera, la mente detrás del libreto de la telenovela que desde este lunes retornó a la parrilla de programaci­ón de RCN, y también con la periodista Silvia Hoyos.

“En la historia de Leandro, Ivo –uno de sus hijos– juega un papel importante. Él me entregó un papel con los nombres de las personas claves para conocer a Leandro y escribir el libro. Además, él me contó que Leandro fue rechazado al nacer, de ahí nace toda una historia de maltrato por parte de su padre”, relató Sánchez Baute.

Se ganó el respeto de un país

Canciones como Matilde Lina y La diosa coronada fueron algunas de las primeras aproximaci­ones de Carlos Vives a la canción vallenata. Muy cerca de ese joven samario estaba un Rafael Noguera consagrado a dos pasiones: la ingeniería civil, que ejerció hasta llegar a la jubilación, y la escritura en forma de libretos para múltiples formatos, entre ellos la televisión.

Esa cercanía con un joven Carlos Vives, entonces apasionado por mezclar el rock con el vallenato, fue también la primera aproximaci­ón de Noguera a la obra de un artista que años después le representa­ría inspiració­n y trabajo. “Leandro superó en vida el menospreci­o de la gente desde mucho antes de su muerte. Sus temas eran éxitos gigantes y se metieron como clásicos”, señaló.

“Hay un momento clave en la carrera de Leandro. Él se descubre querido por la gente en 1985, cuando Gabriel García Márquez en El amor en los tiempos del cólera introduce en el epígrafe una canción de Leandro. En ese momento él sabe que tiene un reconocimi­ento no solo del Nobel, sino de su país. Todo eso construye la historia que vemos en pantalla”, detalla Noguera.

La tía erótida

Ya sabemos que Abel Duarte rechazó a Leandro Díaz hasta el último suspiro. Entonces, eventualme­nte Alonso Sánchez Baute descubre que hay una figura que encarna el amor –más allá de la expresión maternal de María Ignacia, madre de Leandro–, y fue la tía Erótida.

“Ella estaba acostada en una hamaca. No se quiso levantar nunca de ahí para atenderme. Imagínenla. Era una mujer de 92 años, cansada, y de pronto comenzó a contarme cosas que iban alimentand­o ese interés cada vez más literario. Yo pensaba ‘carajo, esto por qué no se ha contado’. Leandro tenía como siete años cuando supo que era ciego. Especulo que antes creía que todos éramos iguales a él”, reveló Sánchez Baute.

Además, mencionó que “muchos momentos del Leandro que la gente hoy ve en pantalla nacieron del relato de esa mujer”.

Construcci­ón del libreto

Según Noguera, hay contrastes entre realidad y ficción anexados en la obra para una mayor atracción. “La tía Erótida debería desaparece­r cuando Leandro crece, pero en la historia le damos un papel más largo y más sufrido, en el que ella siempre escoge entre la vida o el amor”, cuenta.

Y seguidamen­te detalla: “Con respecto a su papá, él siempre intentó en algún momento ayudar a su padre, que fracasó con el algodón, y el viejo no quiso esa ayuda. Pero en la novela no queríamos el resentimie­nto, y con Onofre hicimos un arco de transforma­ción largo, en el que el papá aprende que se equivocó porque desperdici­ó mucho cariño”.

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| Cortesía Aspecto del conversato­rio entre Rafael Noguera, Silvia Hoyos y Alonso Sánchez Baute.
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Lenadro díaz, juglar vallenato.

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