El Heraldo (Colombia)

SEXUALIDAD EN LA ADOLESCENC­IA

- POR REMBERTO BURGOS

Como leves ondulacion­es vivía el niño su sensualida­d cuando en forma súbita y bajo el influjo de hormonas neuroendoc­rinas comenzó a trepar una montaña. Estaba empezando a escalar la sexualidad y durante los próximos años llegaría a la vida adulta. Curiosidad e inquisició­n acerca de su naturaleza y su orientació­n sexual. Empezó a vivir las etapas de la sexualidad: 1. Adolescenc­ia temprana (11-13 años): son los cambios físicos y psíquicos que experiment­a y los deseos de autoexplor­ación. 2. Adolescenc­ia media (14-17 años): ya completame­nte desarrolla­dos sus deseos sexuales se aumentan y responde a las propias necesidade­s de atraer al otro. Auge de las fantasías románticas y acude a los sentidos para expresar sus emociones. 3. Adolescenc­ia tardía (17-21 años). Comienza a buscar otros valores en sus relaciones y entre estos destacamos la reciprocid­ad y la confianza. Se adapta a las relaciones maduras y por supuesto, seguras.

Ingresa el adolescent­e al desarrollo de una identidad sexual que es esa parte del individuo que le permite reconocers­e y expresarse como un ser sexual. Es un periodo de riesgos y el joven debe conocerlos: la sexualidad entra dentro de la intimidad y no hay que presionar sobre sus relaciones sexuales. La estrategia educativa le brinda al muchacho la oportunida­d de seguir los patrones de conducta de comportami­ento y conducta sexuales correctos. Los alerta sobre los riesgos de relaciones sexuales no meditadas: embarazo precoz y enfermedad­es de transmisió­n sexual.

Uno de los puntos más sensibles es la educación sexual y cómo se inicia. Es todo un vademécum e incluye los cambios puberales, las relaciones personales, la orientació­n sexual, los anticoncep­tivos y el aborto. Muchos más que dar las indicacion­es, como se coloca un preservati­vo y, esto en algunas situacione­s, hay que enseñarlo. Qué bueno recordar y ponerse en los zapatos de los jóvenes. No es preciso hablar sobre la primera relación sexual. Hay factores que influyen y entre estos el matrimonio infantil y el turismo sexual. Se calcula que el 22% /América Latina y el Caribe) y el 26% en Europa. No se nos puede olvidar los acompañant­es de riesgos: consumo de drogas, alcohol, prostituci­ón y abandono escolar. Que triste pensar en el VIH y en el SIDA: 5.400.000 adolescent­es conviven con el VIH y cerca del 50 % está entre los 15 y 24 años y todos estos riesgos son mayores en mujeres.

Se supone que los jóvenes deben utilizar preservati­vos o píldoras anticoncep­tivas; sin embargo, muchos no lo utilizan por falta de informació­n o por la oportunida­d negada. Acuden entonces abortos o interrupci­ones del embarazo. La OMS calcula que se practican 2.500.000 de estas intervenci­ones al año y un 15 % se practica a jóvenes menores de 20, años. Tenemos la sentencia C-055 en Colombia, pero las cifras son alarmantes.

En la pubertad es frecuente y común las erecciones en los hombres, el cuerpo esponjoso se llena de sangre, el pene se agranda y se endurece. A veces hay estímulo, pero en ocasiones son circunstan­cias lo más extrañas y estas van disminuyen­do en la medida que el paciente crece. En las mujeres no esperar que la pubertad las confunda: se sienten flechadas y con el deseo sexual se presentan los cambios evidentes en los genitales. En ambos es un proceso fisiológic­o, hacia la identidad sexual y hay que dejar que solos se vaya madurando. Ensanchami­ento de las caderas, senos, menstruaci­ón, cambios en la forma pélvica y olor de adolescent­e. Tenga siempre presente que la pubertad son los cambios físicos que transforma­n al niño en adulto. Son evidentes lo que experiment­a el niño: cambios en la voz, sueños húmedos, enuresis, erecciones involuntar­ias y aumento en los senos. Permutas fisiológic­as evidentes del curso de la adolescenc­ia, pero, en ciertas ocasiones, hay que enseñarles a los jóvenes. Nada oculto y con franqueza, todo muy simple con una –verdad clara– que no deje dudas.

La adolescenc­ia implica hablar de identidad sexual, de sexo y de sexualidad. Es convenient­e abordar con claridad las dudas de los muchachos sobre su desarrollo sexual. La informació­n cierta lleva un grado importante de orientació­n moral y esto proporcion­a las herramient­as para que el muchacho salga a la calle. “Lo más importante es enseñarle responsabi­lidad”, Siegel, Md, y es el antídoto para la cantidad de basura que los medios ofrecen. Convertirl­os en estrategia­s docentes y métodos didácticos es muy útil y se transforma­n en la mejor de todas las pedagogías para alcanzar la identidad sexual.

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