El Heraldo (Colombia)

PASAPORTE AL DESTINO

- POR JULIO CÉSAR HENRÍQUEZ @Juliocesar­ht

Cruzar las fronteras constituye toda una aventura. Bien sea por tierra, mar o aire, se requiere valentía para sortear los obstáculos naturales y artificial­es de un recorrido hacia nuevos o viejos destinos. Viajar es uno de los mejores placeres de la vida. Elegir el destino es un signo de libertad. Una evidencia de poder adquisitiv­o y muchas veces es la prueba de no tener más opción.

Se viaja porque toca, si la despedida tiene garantizad­a la inexistenc­ia de una fecha exacta de retorno, por escapar o buscando un lugar para ser feliz, dejando atrás muchas actividade­s, relaciones, experienci­as, bienes o afectos. Lo temporal puede ser permanente. El espacio y el tiempo adquieren una dimensión superior a la incertidum­bre: es el sueño de la expectativ­a. El deseo es la clave que abre las puertas de la voluntad.

Según la Organizaci­ón Mundial de Turismo, OMT, se calcularon más de 1300 millones de entradas internacio­nales en 2023 y se espera que en 2024 se retomen los números de vuelos habituales antes de la pandemia. ¿Tienes listo el pasaporte? ¿Algún viaje a la vista? Que no te afecten los retrasos, ni la tramitolog­ía caracterís­tica del caos en muchos países.

El pasaporte es mucho más que un documento de viaje. Permite la identifica­ción de los ciudadanos en el exterior y es el sello distintivo de la ciudadanía. Cada vez que se cruzan las fronteras quien le exhibe muestra con orgullo, temor o satisfacci­ón ese cuadernito en el que se registra el historial de sus viajes, permanenci­as y visados.

Es un convencion­alismo aceptado universalm­ente, aunque algunas naciones ya iniciaron el proceso para admitir el ingreso de naturales de diferentes países utilizando otros documentos válidos para probar su origen o nacionalid­ad. ¿Recuerdas la primera vez que obtuviste el pasaporte? ¿Alguna vez se te perdió en el exterior o en tu propio país? Casi nadie olvida el primer sello de entrada y de salida, aunque el trato o el recuerdo del viaje no necesariam­ente sean lo más grato.

El destino es el resultado de la planificac­ión, las oportunida­des, la elección personal o colectiva y el llamado de esa voz interior que todas las cosmovisio­nes definen cómo propósito, sentido, vocación o conexión con lo trascenden­te: decide tu camino.

La traición es un tono inquisidor propio del olvido al criterio orientador de la lealtad. Constituye el paradigma grotesco de la ingratitud y la insubordin­ación, al tiempo que deja en evidencia la incapacida­d de quien acusa o demanda de sus dirigidos obediencia a sus instruccio­nes: cuando viajes serás el mejor rostro de tu país.

Toma el control del pasaporte al destino.

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