LA MAGIA DEL TÁNDEM
“Soy Clodoaldo rima de Everaldo”, reza una frase en el poema Copa del Mundo 70. La rima en el terreno de juego sucede más allá de los apellidos de los futbolistas. Se trata de una complicidad, muchas veces espontánea, natural, y otras veces por la rutina y el descubrimiento en los entrenamientos.
En el fútbol son famosísimas las parejas que se entendieron de forma magistral, que se veían sin mirarse. Talentos complementarios. Que se hacen pases futuristas, esto es, al lugar en el que su “llave” va a estar dos segundos después.
Pelé y Coutinho; Maradona y Careca; Messi y Jordi Alba; Dida y Rada; Valderrama y Redin, son nombres propios de extraordinarias parejas mundiales y nacionales que nos ayudan a definir un tándem virtuoso y efectivo.
La lista es lujosa e interminable. El tándem es la cuota inicial del conjunto. Las pequeñas sociedades a las que siempre se refirió Menotti.
La más famosa llave de estos días es la de De Bruyne y Haaland, volante y delantero del Manchester City. Una combinación perfecta entre la sutileza del mediocampista belga y la contundencia del goleador noruego.
Esta semana de los cinco goles convertidos por Haaland, cuatro fueron habilitaciones de De Bruyne, que parece su alma gemela y le surte balones al espacio, precisos, con ventaja, “de magnética exactitud” en donde su socio puede exponer toda su arrolladora y coordinada exuberancia física.
En un equipo tan coral, en donde todos se incorporan en la posesión del balón, en la fabricación de las jugadas ofensivas, en el que nos hace creer que los 11 juegan igual, como es el City de Guardiola, hay un binomio único y temible: De Bruyne y Haaland.
El toque excelso del primero y la avasallante potencia del segundo. La visión del primero y la definición del segundo. Un maestro del pase y una apisonadora del gol.