Caso de las Kaled: 40 años de una historia que sigue siendo perturbadora
El pasado martes 5 de marzo se conmemoró la histórica fecha de este triple crimen que, para muchos, quedó con algunos cabos sueltos ⬤ Periodistas de la época recuerdan detalles de lo sucedido.
Hoy ya no queda nada de la vieja casona de la carrera 44 No. 75B-79, localizada en el barrio El Porvenir de Barranquilla, donde fueron asesinadas con extrema violencia Lucía Chedraui de Kaled, de 74 años; Nina Kaled Chedraui, de 50, y Lucía Fernanda Kaled García, de tan solo 16 años. Lucía era madre de Nina, y la menor Lucía Fernanda era nieta y sobrina de las dos primeras.
El pasado martes 5 de marzo se conmemoraron 40 años del triple crimen de las tres mujeres, el cual, según información plasmada en la prensa de la época, se dio en un lapso de 5 horas de la madrugada de ese lunes 5 de marzo de 1984, que era, entre otras cosas, lunes de Carnaval.
Fue un hecho espeluznante que en ese momento centró la atención de miles de personas, pues no era costumbre algo de esa naturaleza. No tenía precedentes, aunque Barranquilla sí había conocido de otros hechos criminales sangrientos. Por este episodio fue condenado por la justicia Miguel Ángel Torres Socarrás, un joven de 24 años, estudiante de medicina para la época y quien era amigo de la familia. En registros periodísticos dice que habría cometido la agresión bajo los efectos del alcohol, la cocaína y la marihuana.
Vecinos y amigos cercanos de la familia Kaled expresaron su consternación ante lo sucedido, describiendo a las víctimas como personas respetadas y queridas en la comunidad. La noticia generó una ola de solidaridad y apoyo hacia los seres queridos de las mujeres, quienes enfrentaron el dolor en silencio.
¿Qué pasó?
Las autoridades locales iniciaron una investigación exhaustiva para esclarecer los motivos detrás de este crimen atroz y llevar a los responsables ante la justicia. No había redes sociales y la información viajaba un poco más lento. Sin embargo, fue vital esa misma solidaridad de los barranquilleros para definir que esa sola persona, quien confesó su acto, al parecer, habría actuado solo.
Todo arranca en la misma mañana de ese lunes de Carnaval, cuando José Kaled, hijo de Lucía y hermano de Nina, llega hasta la casa de su madre hacia las 8:00 de la mañana porque iba a recoger a la pequeña Lucía Fernanda, estudiante entonces del Colegio Buen Consejo. Aparentemente, la joven debía reunirse con unas compañeras de clase.
Al no contestar ninguna a sus llamados, el hombre rompió una ventana y se encontró con los cadáveres de las tres mujeres. La casa estaba revuelta. Había sangre por todas partes. También vio los elementos con los que las asesinaron: unas trancas de madera con las que anteriormente se aseguraban las puertas de las casas. En la casa de las Kaled había tres puertas y las tres tenían ese método de seguridad. José quedó en shock y salió a la calle a gritar y pedir auxilio. Diez minutos después llegaron las primeras patrullas de la Policía del Atlántico.
Muchas fueron las versiones que rondaron en torno al crimen, se habló de múltiples sospechosos, pero con el paso de los días se llegó a la conclusión que algo tenía que ver ese amigo de la familia, quien había faltado al sepelio de las mujeres.
La Policía lo ubicó en Bogotá después de un aparente paso por distintas ciudades. Regresó a Barranquilla y acá confesó lo sucedido.
Dijo que un día antes a los hechos, domingo de Carnaval, había estado en la casa de las Kaled, dialogando con Nina, salió y luego retornó pasadas las 10:00 de la noche. Tocó y fue Nina quien le abrió. Al parecer, Lucía Chedraui ya estaba acostada y la menor Lucía Fernanda permanecía en uno de los dormitorios de la casa.
Vio televisión con la mujer que era mucho mayor que él y que luego, tras finalizar la transmisión de las cadenas nacionales, se sentó con Nina a leer la Biblia. Buscaron el pasaje que hablaba de la paciencia de Job.
A eso de la 1:00 de la mañana empezó el horror. Aparentemente, el sujeto estaba bajo los efectos de los alucinógenos y terminó matando a trancazos a
pleada de la antigua Electrificadora del Atlántico.
Luego acabó con la vida de Lucía Chedaui y a eso de las 5:30 de la mañana mató con la misma frialdad a la menor Lucía Fernanda.
¿Por qué lo hizo?
Hasta el día de hoy, este triple crimen es tema de charlas entre muchos barranquilleros que no quedaron satisfechos con la resolución del caso. Algunos especulan de que a Torres Socarrás le pagaron para declararse culpable y que el o los autores intelectuales y materiales nunca fueron evidenciados. El hombre pagó cárcel y después de unos doce años quedó en libertad. Se convirtió en abogado y litigó por muchos años.
Una versión o móvil del asesinato que siempre ha circulado está relacionada con el tráfico de estupefacientes. Se ha hablado de que el confeso asesino habría guardado un paquete con cocaína en la casa de las Kaled sin que estas se dieran cuenta y que su retorno a la casa de las mujeres a altas horas de la noche del domingo de Carnaval se dio porque iba en busca de este paquete. No obstante, la droga habría sido botada por madre e hija, situación que luego desencadenó los asesinatos. Ese hecho siempre quedó en el marco de la conjetura, nunca se le investigó por tráfico de drogas.
Un caso perturbador
El periodista y abogado José Luis Herrera, quien para la fecha trabajaba en el diario El Universal de Cartagena, recuerda que el asesinato de las Kaled perturbó a la sociedad, no solo la de Barranquilla, sino que estremeció a las demás regiones de la Costa Caribe.
Según Herrera, Torres Socarrás nunca aceptó, en el juicio, haber cometido el delito. Se defendió diciendo que su versión, dada ante la Policía por presión, no era creíble, y para defender esa tesis comparó su dicho con los resultados de las necropsias, y le explicó al juez, en su juzgamiento, que las lesiones que dijo haberle ocasionado a cada Kaled no coincidían con las heridas que presentaba cada cadáver, hecho que le sirvió para decir que había mentido.
“Siempre se especuló acerca de la participación de otras personas en el múltiple crimen, pero la justicia falló con las pruebas que militaban en el expediente, todas ellas apuntaban a que el único responsable era Torres Socarrás, por esa razón fue condenado penal y civilmente”, expuso.
Para el abogado, nunca se ha dicho cómo Miguel Ángel Torres obtuvo la libertad condicional. Esta persona, “también fue condenada civilmente por los perjuicios irrogados a los más cercanos familiares de las víctimas, pero nunca se informó si el condenado cumplió con la obligación de indemnizar a las parientes de las víctimas que fueron parte civil en el proceso. Según la ley, la libertad condicional se otorga siempre y cuando el reo haya cumplido cabalmente con las obligaciones que se le impusieron”.
Entretanto, Humberto Mendieta, periodista y abogado, y quien cubrió el caso en los 80, coincide con lo señalado por Herrera.
“La ciudad quedó impactada. Aunque era lunes de Carnaval y la gente estaba en su jolgorio, no había redes y los medios de comunicación estaban de descanso o cubriendo eventos de las fiestas, el impacto fue tremendo. Era un hecho insólito, no solo en el barrio que por esa época era residencial, sino en toda la ciudad. Los fallecidos por esos días eran de accidentes por borracheras y los otros muertos (muy pocos) por homicidio causados por riñas o robos”, recordó.
Y agregó que muchos abogados cuestionaron la investigación que se desvió a partir de la confesión de Torres Socarrás.
Manuel Pérez Fruto, periodista ya retirado y quien para la época de los hechos laboraba en EL HERALDO, rememoró cómo se enteró del triple crimen. Dijo que su memoria, a pesar de la edad, sigue intacta.
“Trabajábamos, aunque el periódico no salía sino hasta el jueves después del miércoles de Cenizas. Yo llegué temprano al periódico y fue el vigilante de turno quien me dijo que habían matado a tres mujeres. Quizás lo había escuchado por un radio que ellos usaban. Me fui para allá y con otro compañero comenzamos a averiguar el caso. La casa estaba cerrada, había muchas cintas para evitar el paso”, recordó.
Y finalizó con un dato revelador sobre el móvil. Supuestamente, la droga por la que se desató el caos fue metida a la casa de las Kaled el sábado de Carnaval y el día domingo, según su teoría, iba ser usada para surtir a consumidores de la época. Pero todo se vino abajo luego de que fuera arrojada en un inodoro.