CÁSCARAS VACÍAS POR VERDADES
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Solo mediante el olvido puede el hombre llegar a pensar alguna vez que posee una verdad». Lo que para Friedrich Nietzsche se encuentra más allá del tiempo y el espacio que ocupamos es precisamente aquello que se considera tan preciado en las manos del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso quien, tras su regreso a Colombia y por medio de una insólita decisión de la justicia transicional, recobraría la libertad. Si la memoria de las víctimas pesara más que el olvido de los victimarios, el argumento bajo el cual se le otorga la libertad a prueba durante cuatro años al designado gestor de paz nunca llegaría a tener ni un céntimo de validez.
A menos que nos contentemos con «meras tautologías, esto es, con cáscaras vacías de contenido, estaremos constantemente tomando ilusiones por verdades», señala Nietzsche en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, un libro en que expresa que todos mentimos «al modo de rebaño» en un intento seguramente fallido por permanecer vigentes en una sociedad que en últimas se reduce a un voraz engaño colectivo. Quien fuera jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) ha sido acusado de todo. Carga sobre sus espaldas más de sesenta mil delitos. Orquestó de forma directa ciento treintainueve masacres que como resultado dejaron la espantosa y lamentable cifra de ochocientos asesinatos. La que dice estar dispuesto a seguir contando para reparar a las víctimas –y a su vez quizás a él mismo– ¿es tautología o verdad?
Secuestros, homicidios, desplazamientos, extorsión y narcotráfico hacen parte de la extensa lista de hechos delictivos que comandó Mancuso Gómez, quien tras su desmovilización en 2004 empezó a entregar información en el camino de la reconstrucción de un tejido social que fue desangrado por esa macroestructura criminal que tanto horror generó. A todo ello se suma la fatalidad de la desaparición forzada que, como se lee en un apartado de la sentencia de primera instancia de Justicia y Paz –fechada el 20 de noviembre de 2014–, constituyó para los integrantes de las AUC «una motivación con unas prácticas graves, repetitivas y generalizadas hacia la mayoría de sus víctimas… Situación que fue cohonestada de parte de algunas unidades de la fuerza pública en las zonas de mayor impacto». Que Mancuso hable no está mal… La cuestión es que diga lo que tiene que decir en pro de la dignidad de quienes sufrieron la suerte de tenerle por verdugo. El ser humano busca «las consecuencias favorables de la verdad, en la medida en que contribuyan a conservar su vida», dice Nietzsche. En tal sentido, las confesiones de Mancuso tienen, sí o sí, que aportar nueva información. No podemos aceptar cáscaras vacías por verdades.
Que Mancuso hable no está mal. La cuestión es que diga lo que tiene que decir en pro de la dignidad de quienes sufrieron lasuertedetenerle porverdugo”.