El Heraldo (Colombia)

CÁSCARAS VACÍAS POR VERDADES

- POR CATALINA ROJANO

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Solo mediante el olvido puede el hombre llegar a pensar alguna vez que posee una verdad». Lo que para Friedrich Nietzsche se encuentra más allá del tiempo y el espacio que ocupamos es precisamen­te aquello que se considera tan preciado en las manos del exjefe paramilita­r Salvatore Mancuso quien, tras su regreso a Colombia y por medio de una insólita decisión de la justicia transicion­al, recobraría la libertad. Si la memoria de las víctimas pesara más que el olvido de los victimario­s, el argumento bajo el cual se le otorga la libertad a prueba durante cuatro años al designado gestor de paz nunca llegaría a tener ni un céntimo de validez.

A menos que nos contentemo­s con «meras tautología­s, esto es, con cáscaras vacías de contenido, estaremos constantem­ente tomando ilusiones por verdades», señala Nietzsche en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, un libro en que expresa que todos mentimos «al modo de rebaño» en un intento segurament­e fallido por permanecer vigentes en una sociedad que en últimas se reduce a un voraz engaño colectivo. Quien fuera jefe de las Autodefens­as Unidas de Colombia (AUC) ha sido acusado de todo. Carga sobre sus espaldas más de sesenta mil delitos. Orquestó de forma directa ciento treintainu­eve masacres que como resultado dejaron la espantosa y lamentable cifra de ochociento­s asesinatos. La que dice estar dispuesto a seguir contando para reparar a las víctimas –y a su vez quizás a él mismo– ¿es tautología o verdad?

Secuestros, homicidios, desplazami­entos, extorsión y narcotráfi­co hacen parte de la extensa lista de hechos delictivos que comandó Mancuso Gómez, quien tras su desmoviliz­ación en 2004 empezó a entregar informació­n en el camino de la reconstruc­ción de un tejido social que fue desangrado por esa macroestru­ctura criminal que tanto horror generó. A todo ello se suma la fatalidad de la desaparici­ón forzada que, como se lee en un apartado de la sentencia de primera instancia de Justicia y Paz –fechada el 20 de noviembre de 2014–, constituyó para los integrante­s de las AUC «una motivación con unas prácticas graves, repetitiva­s y generaliza­das hacia la mayoría de sus víctimas… Situación que fue cohonestad­a de parte de algunas unidades de la fuerza pública en las zonas de mayor impacto». Que Mancuso hable no está mal… La cuestión es que diga lo que tiene que decir en pro de la dignidad de quienes sufrieron la suerte de tenerle por verdugo. El ser humano busca «las consecuenc­ias favorables de la verdad, en la medida en que contribuya­n a conservar su vida», dice Nietzsche. En tal sentido, las confesione­s de Mancuso tienen, sí o sí, que aportar nueva informació­n. No podemos aceptar cáscaras vacías por verdades.

Que Mancuso hable no está mal. La cuestión es que diga lo que tiene que decir en pro de la dignidad de quienes sufrieron lasuertede­tenerle porverdugo”.

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