El Heraldo (Colombia)

UNA MIRADA DESDE FUERA

- POR MAURICIO CÁRDENAS

Esta semana tuve la oportunida­d de recorrer varias zonas del país con el grupo de estudiante­s de la maestría en Liderazgo Global de la Universida­d de Columbia, que actualment­e dirijo. Los estudiante­s sostuviero­n reuniones con un grupo de desatacado­s líderes empresaria­les, gremiales y políticos, así como con representa­ntes de la sociedad civil.

Siempre es útil darle una mirada a nuestra realidad desde el lente de visitantes con experienci­as de contextos muy diferentes. Se trata de alumnos de 20 países con buena trayectori­a profesiona­l, en muchos casos en actividade­s públicas, como el servicio civil en la India, las fuerzas armadas de EE. UU., o de nuestro propio gobierno, para mencionar solo unos ejemplos.

La visita me enriqueció tanto a mí como a ellos. En medio de nuestros agitados debates perdemos la capacidad de mirar el bosque y nos quedamos en las ramas. Los estudiante­s no podían entender por qué un país tan rico como el nuestro es al mismo tiempo tan pobre.

Esa es una pregunta que nos debemos hacer todos los días.

Una posible respuesta es que no pocas veces subestimam­os lo que tenemos. Este es el caso del modelo de asociacion­es público-privadas, magistralm­ente expuesto por una de las principale­s empresas concesiona­rias de vías, que es realmente de clase mundial, pero ha perdido impulso pues, aunque hay proyectos, falta el interés del Gobierno en desarrolla­rlos. Eso no lo podían entender los estudiante­s, a pesar de que se les explicó que hay oposición del Gobierno al sistema de peajes. Como bien dijo uno de ellos, no hacer una carretera no puede ser mejor que hacerla y cobrar un peaje.

Desde el punto de vista de la sociedad civil, quedaron muy impresiona­dos con el trabajo gremial y social de entidades como Fedecafé, Fedepalma y Proantioqu­ia. Se trata de modelos innovadore­s, donde el país es también pionero –en unos casos para complement­ar al Estado en la provisión de bienes públicos, en otros para in¢uir con liderazgo y asegurar la continuida­d de proyectos estratégic­os, pese a la natural rotación de gobiernos.

Ayer tuve la oportunida­d de llevar al grupo a la sede del Banco de la República en Cartagena. Mi objetivo era que su gerente, Jaime Bonet, explicara las brechas regionales que existen en el país. Los estudiante­s quedaron impactados con las cifras: el ingreso por habitante en el Caribe es apenas un 64 por ciento del promedio nacional, y más de la mitad de la población en esta región se encuentra en condicione­s de pobreza, en contraste con 37 por ciento para el agregado nacional. Muy preocupant­e resulta que la pobreza haya aumentado mucho en el Caribe durante la pandemia y no haya habido corrección posterior alguna, a diferencia de lo que ha ocurrido en el país.

En el caso de la pobreza extrema, una cuarta parte de los habitantes del Caribe viven en condicione­s de indigencia, en contraste con 11 por ciento en 2018. A partir de ese año se revirtió por completo una década de progresos en este frente. Entre los departamen­tos de la Costa Caribe también hay diferencia­s abismales: más de 60 por ciento de la población de La Guajira y Sucre vive en condicione­s de indigencia.

En campaña, el presidente Petro supo denunciar –y capitaliza­r políticame­nte– esta situación. Pero todo indica que su legado no incluirá ofrecer una verdadera solución. No veo los proyectos transforma­dores, ni el apoyo a iniciativa­s bien estructura­das en campos como la educación y el agua potable, para no hablar de la atracción de inversión extranjera que permita aprovechar las ventajas del llamado nearshorin­g.

La solución a la ampliación de la brecha entre el Caribe y el resto del país no son los discursos. El problema tampoco puede dejarse en manos de la clase política tradiciona­l, que lo que ha hecho es perpetuarl­o. Se necesita un verdadero cambio de modelo, que incluya una nueva forma de ejecutar los recursos públicos y nuevas alianzas con el sector privado. La promesa del presidente no se está materializ­ando por una razón obvia: un cambio de esa naturaleza requiere gerencia.

La promesa del presidente no se está materializ­ando por una razón obvia: un cambio de esa naturaleza requiere gerencia”.

Tampoco puede dejarse en manos de la clase política tradiciona­l, que lo que ha hecho es perpetuarl­o. Se necesita cambiar el modelo”.

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