El Heraldo (Colombia)

EL AGOTADOR CAMINO DE DIVIDIRNOS

- POR JOSÉ MANUEL RESTREPO @Jrestrepo

Los momentos más fulgurante­s del país y donde hemos avanzado más rápidament­e, están ligados a aquellos años en que nos hemos puesto la mayoría de los colombiano­s la camiseta de un proyecto de país, incluso a pesar de las dificultad­es. Mostramos nuestro carácter cuando enfrentamo­s el terrorismo y la violencia del narcotráfi­co y fuimos capaces de crecer, y bastante, a pesar de aquello; lo propio cuando fuimos casi dos años consecutiv­os el país que más crecía en el mundo Ocde luego de pandemia y según The Economist, una de las tres economías del mundo con mejor recuperaci­ón luego del covid-19. En ambos casos lo hicimos porque estábamos la mayoría unidos en torno a un propósito común.

Yo espero que la Semana Santa haya servido de reflexión para que no sigamos en el camino equivocado de dividirnos, de polarizarn­os y de la confrontac­ión y la camorra política. Yo francament­e espero que resucitemo­s de la pasión de tanto Twitter envenenado de odio y división. Los colombiano­s estamos ‘mamados’ de que al país lo dividan entre ricos y pobres, izquierda y derecha, buenos y malos, pueblo y aristocrac­ia, uribistas y petristas, y todo adobado con una espiral de victimizac­ión. Esto último para explicar que “no nos dejan”, que “las institucio­nes no ayudan”, que “los medios embrutecen”, o simplement­e con retrovisor a dos años de distancia para justificar la propia incompeten­cia.

Mientras este ‘juego o ‘estrategia’ se sucede, el país ve que la economía se desmorona, que la seguridad se deteriora y que la confianza se resquebraj­a. Mientras tanto, la inversión pública no se ejecuta y la inversión privada no fluye. Por eso aparecen las ‘vacas’ para recoger lo que el gobierno prometió y no cumple en inversione­s para zonas tan necesitada­s de conectivid­ad productiva y oportunida­des como Urabá, y viene un ‘hato’ después que sigue con la ‘vaca del caribe’ para solucionar dos años de lentitud de respuesta en el tema de tarifas eléctricas.

Cuando intento explicarme el porqué ante tanta evidencia de que es urgente cambiar la forma de gobernar y construir consensos y acuerdos reales nacionales y que esto no se logra, me vuelve a la mente un pequeño texto de la escritora española Irene Vallejo titulado Borrachera de Poder.

Palabras más, palabras menos, la autora señala que “elegimos a nuestros gobernante­s para que cambien la realidad, pero muchas veces son ellos quienes cambian… (son) los síntomas de esta dolencia: alejamient­o de la realidad, exceso de confianza, lenguaje mesiánico, convencimi­ento de estar en la senda de la verdad y no tener que rendir cuentas ante la opinión pública, sino ante la Historia con mayúscula”. A ese síndrome, señala la autora, solo se le combate con prudencia, equilibrio y ponderació­n.

Siempre será preferible, por prudencia, dejarles hablando solos y hacer caso omiso a la insaciable sed de dividir, que claramente no va a permitir que el país avance, y que, por el contrario, nos robará lo único que no podemos permitir que se lleven, que es la esperanza.

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