Fucsia

TESTIMONIO DE PACIENTES

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MIREYA TERÁN

“No es un tratamient­o agresivo y lo que más me sorprendió es cómo, desde la suavidad de un toque con las yemas de los dedos en la zona sacra, se puede profundiza­r tanto en el interior de un ser humano, sin que los dedos penetren. Esto quiere decir que llega a lo profundo del malestar, es decir, a lo anímico... pero desde lo físico. En este caso no me arrepiento de usar una palabra cliché, porque de verdad es algo mágico que te enseña a volver a ser sensible a esa conexión que existe entre el cuerpo y las emociones. Ese contacto, en un simple milímetro, hace que sientas un dolorcito que no eras consciente que tenías hace mucho tiempo y te domina toda un área bastante más amplia. El nudo se suelta y muchas cosas se mueven al punto que hay un cambio fuerte. Lo cierto es que no hay que ponerse en manos de cualquiera que haya tomado un simple taller sino de profesiona­les responsabl­es, porque uno le está abriendo a esa persona sus fibras más íntimas”.

ELIANA OROZCO

“Fui a terapia craneosacr­al debido a una asimetría facial, y resultó que tenía bloqueos que se reflejaban en las tensiones de mi cara. Con sus manos, la especialis­ta ubicaba distintos puntos de mi columna y le hablaba a mi cuerpo: ‘¿Qué te pasa?’, le preguntaba a un órgano o a un punto determinad­o. ‘Esta rabia no te pertenece’, decía. La verdad era habitual en mí que cuando me tocaban ciertas fibras yo explotaba con ataques de ira muy difíciles de controlar. Fueron varios meses de sesiones. Ella pudo identifica­r una tristeza profunda acumulada y anudada. Lloré mucho y pude soltar. Aún tengo mi problema facial, pues se trata de una asimetría ósea, pero se nota la relajación muscular y finalmente pude hacerme cargo de lo que me sucedía. Hoy, cuando tengo un contratiem­po, no dejo que esas sensacione­s avancen y hago mi propia terapia craneosacr­al mental gracias a que aprendí a dialogar con mi cuerpo”.

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