Estar juntos como una constante
La modelo y presentadora Julieta Piñeres y el empresario Maurizio Mancini llevan más de diez años de una relación en la que se han redescubierto de todas las maneras posibles.
“Mauricio y yo tenemos algunos amigos en común; un día estaba en una de las discotecas de moda por ese entonces en Bogotá, Sayaka Deluxe, y hablamos, pero él se iba al día siguiente a vivir a Estados Unidos... era su despedida.
”Ocho meses después regresó a Colombia. En esos momentos yo tenía una campaña en el centro comercial Andino; él me vio y empezó a preguntar mi nombre, teléfono y correo, hasta que los consiguió y me escribió. Al principio no le contesté porque me parecía muy raro y la verdad no le paré muchas bolas, pero luego me lo encontré, meses después, en una fiesta. Hablamos, me invitó a salir y salí con él.
”Me encantó que fuera muy insistente y se notaba que era una persona cariñosa. Cuando salimos me pareció divertidísimo y me gustó. Duramos ocho años de novios y un día me invitó a que lo acompañara a Nueva York a patinar a Central Park. Creo que Mao jamás había patinado antes. Se puso los patines y vi que se tiró al piso. Yo pensaba: ‘Ahora sí se cayó’. En ese momento sacó de la chaqueta el anillo y me propuso matrimonio. Nos casamos en 2012 en Cartagena.
Nuestra relación, que siempre ha sido muy libre, respetuosa y de apoyo, ha cambiado miles de veces porque nuestras vidas también han cambiado constantemente. Cuando nos conocimos yo era estudiante y estaba en la universidad, mientras él se acababa de graduar. En este tiempo hemos crecido, experimentado y nos hemos transformado transitando juntos por todas esas etapas de nuestra vida.
”Ahora que tenemos una bebé, Olivia, es que siento que más ha cambiado la relación: estamos más unidos y, a la vez, más tranquilos y centrados en nuestra familia. Hablamos todo el tiempo de la crianza de ella y nuestra intención de que sea feliz y tome las mejores decisiones para su vida.
”Como el amor siempre va cambiando, va mostrando diferentes cosas. Cuando era más joven veía el amor como un compañero al que le gustara lo mismo que a mí, que me acompañara a soñar y me alcahueteara todo. Con el tiempo he querido una persona que construya conmigo, no solo que me acompañe y que me divierta, sino que tenga la capacidad de armar un hogar y solidificar cosas. Yo siento que Mao siente lo mío como suyo, y yo, lo suyo como mío, y hemos creado un balance”.
“Lo más importante es que uno sienta que confía en la otra persona y que uno sepa que esa persona es la indicada”.
“A Assaf lo conocí en Barcelona en 2008. Estábamos en el mismo grupo de tesis en la universidad IED pero éramos solo amigos, de 'hola' y 'chao'. Igual creo que a mí Assaf siempre me ha gustado. Lo veía por ahí y pensaba: ‘Ese es un tipo chévere'. Además, como era de esas personas que siempre me encontraba en fiestas porque teníamos muchos amigos en común, yo ya tenía información sobre él que a uno normalmente le toma tiempo descubrir cuando conoce a alguien. Por ejemplo, sabía que era muy bueno en lo que hacía, que había viajado un montón y que era muy pilo.
”Siete años más tarde, nos reencontramos en Bogotá. Él acababa de montar su estudio de arquitectura y diseño con un gran amigo, Santiago Restrepo, y estaba creando Atom, un proyecto educativo por el que me escribió para que le ayudara con brainstorming. Fui a su oficina y hablamos. La segunda vez me citó en el restaurante Bruto a las 7 de la noche, lo sentí medio coqueto. Desde ese día empezamos a salir y ya llevamos tres años y medio juntos.
Uno cuando está más pequeño cree que el amor es dolido.
Ahora uno intenta que perdure en el tiempo y ve a la pareja como
un compañero de vida.
”Paralelamente a mi trabajo de fotógrafa de todos los días, he trabajado fotografía de vida íntima y de diarios, como una forma de extirpar todo lo que me pasa. Es un proyecto de autorretratos llamado De vuelta al amor, con el que fui escogida, entre 40 fotógrafos emergentes, para formar parte de Pla(f)form en el Fotomuseum Winthertut, de Suiza.
”Assaf siempre ha estado muy involucrado en el proceso de esos diarios, desde comprarme los diferentes tipos de papeles hasta elegir las tintas. Eso me encanta de tener una pareja creativa, porque en esa ayuda también hay conexión, más allá de lo que sucede en el día a día. Yo no podría estar con alguien que no se involucrara en esa parte mía.
”Una de las cosas más difíciles para él fue permitirme mostrarlo a través de las fotos. Es un proceso más intenso, más especial y creo que no todo el mundo lo haría. Él entiende perfectamente lo que estoy haciendo, y participa en la creación de mi obra, con la que también hemos desarrollado otro tipo de lenguaje en pareja y hemos logrado en nuestro núcleo familiar mantenernos originales en cómo somos.
”Con la maternidad, una persona que nunca antes había existido cobra una importancia enorme que compartes con el papá de tu hijo, lo que forma una especie de círculo cerrado donde nadie más entra. El nivel de confianza y de seguridad se fortalece, y la dinámica de pareja cambia.
”Con las fotos he querido mostrar un momento muy fuerte en la vida de uno desde lo físico, que creo que cualquier mujer debe exorcizar de alguna manera, pero también evidenciar que ya no soy solo yo. Soy yo, mi hijo y mi esposo, los tres somos uno”.