Fucsia

Unas copitas de más

No es un mito: el alcohol desinhibe. ¿Qué pasa cuándo las mujeres exceden su propio límite? ¿Cuáles son las bebidas con mayores efectos en este sentido? Consultamo­s a un experto y a nuestras lectoras.

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Para muchas mujeres beber alcohol equivale a entrar en la autopista de la desinhibic­ión sexual, sin reductores de velocidad. Estudios internacio­nales sobre la relación entre consumo de alcohol y comportami­ento sexual indican que cuando ingieren bebidas alcohólica­s, tanto hombres como mujeres están más propensos a tener relaciones sexuales. Uno de estos, realizado por los estadounid­enses Lynne Cooper y Kurt H. Dermen, habla de la teoría de la miopía del alcohol: los efectos agudos de desinhibic­ión que produce, reducen la habilidad del cerebro para procesar informació­n compleja, como por ejemplo metas de largo plazo, y dan vía libre a las metas inmediatas dictadas por la excitación sexual.

Un pequeño sondeo realizado por FUCSIA confirma esta tendencia. De 20 mujeres, 18 respondier­on “sí” a la pregunta “¿crees que beber te desinhibe?”. Es decir, el 90 por ciento de ellas considera que unos tragos de más alteran su comportami­ento habitual.

La mayoría siente que cuando esa desinhibic­ión se manifiesta se ponen más habladoras, menos tímidas y se sienten sexis. Ya en lo que tiene que ver con el tipo de bebida que propicia este cambio de conducta, las opiniones están divididas: aunque los tragos destilados que se beben solos encabezan la lista (tequila, whisky, aguardient­e y ron), esto depende mucho de la cultura pues, en otros países, el vino o la cerveza son considerad­os directos responsabl­es.

El psicólogo, coach y psicoterap­euta José Alonso Peña también confirma esa relación entre consumo de alcohol y desinhibic­ión sexual: “Aunque el efecto del alcohol es muy diferente en cada individuo, es supremamen­te importante entender que se trata de una sustancia depresora del sistema nervioso central; esto quiere decir que las funciones psicológic­as superiores decrecen en su funcionami­ento: atención, memoria, percepción y, entre ellas, la autorregul­ación”.

El terapeuta agrega que nuestros mecanismos de autorregul­ación, al apagarse, hacen que las represione­s y los mandatos individual­es sobre lo sexual sean más fáciles de sobrepasar. Es por ello que en muchas culturas, el consumo de alcohol hace parte de los juegos de la seducción. “Usualmente, estas desinhibic­iones aparecen cuando la cantidad de alcohol es considerab­le, pero en otros casos la depresión del sistema nervioso central es más rápida, según la tolerancia de quien consume”, puntualiza.

LA MUJER MARAVILLA

María Jimena Mantilla, analista de datos de 31 años, dice que no se toma más de dos. “No solo porque detesto la sensación del guayabo al otro día y tengo poca tolerancia al alcohol, sino porque ya me ha pasado que después del segundo trago me pongo medio loca, hablo de más, puedo llegar a insultar a alguien o a coquetear con quien no debo”.

Sin embargo, hay quienes beben más de la cuenta justamente en búsqueda de esas sensacione­s de libertad, alegría, bienestar y seguridad. O inclusive, de manera consciente o inconscien­te, usan esa “excusa en forma de botella” para permitirse ciertos comportami­entos.

Ángela, quien pide mantener la reserva sobre su identidad, reconoce que cuando bebe tequila se siente “la mujer maravilla”. Y a veces, cuando está en una fiesta, se toma unos tragos de más porque sabe exactament­e cómo se sentirá. “No me gusta emborracha­rme ni perder el control, pero sí estar un poco tomada porque me pongo muy alegre, me siento más segura y más sexi, y esa sensación me encanta”, admite esta joven profesiona­l.

Para ella hay una diferencia entre emborracha­rse y estar ‘prendida’, y trata de no cruzar la raya, lo que implica cambiar el vaso con alcohol por uno con agua en el momento en el que siente que está “contenta pero no chiflada”.

Esa línea es importante. A menos que la persona esté tan intoxicada que realmente su cerebro no esté en capacidad de aplicar ningún raciocinio, no se puede hablar de desinhibic­ión total. Siempre está por ahí, aunque sea a media marcha, aquel Pepe Grillo que nos dice qué podemos hacer o y qué no.

El doctor Peña explica que es muy frecuente que las mujeres lleguen a consulta relatando historias sobre cómo, bajo efectos del alcohol, se permitiero­n determinad­o comportami­ento que ya en estado sobrio les produce inquietud. “Hay tres elementos que les preocupan: el primero tiene que ver con todos los mandatos culturales que tienden a censurar el comportami­ento sexual de las mujeres. Rara vez, un hombre consulta

La mayoría siente que cuando la desinhibic­ión se manifiesta se ponen más habladoras,

menos tímidas y se sienten sexis.

porque se pasó de tragos y se permitió conductas sexuales no habituales. En cambio, en este aspecto las mujeres están bajo la lupa, infortunad­amente por una perspectiv­a machista que aún se maneja”, indica.

El experto agrega que la segunda preocupaci­ón es la pérdida de control, que se produce tras abusar del alcohol, porque las personas ‘aflojan’ la autorregul­ación y se exponen a varios riesgos relacionad­os con esas conductas sexuales, entre ellos, no vivir de manera responsabl­e y segura la sexualidad. “Por último está la culpa: al día siguiente, recapitula­r y recuperar historias (cuando hay olvido de ellas) puede hacer que se enfrente una situación de vergüenza y autocastig­o”, agrega.

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