Fucsia

Comer O NO COMER...

ES CIERTO, CON CADA VELITA QUE LE PONEMOS AL PASTEL GANAMOS ALGUNOS GRAMOS, PERO TAMBIÉN ES VERDAD QUE ESTÁ EN NUESTRAS MANOS LOGRAR QUE SUBIRSE A LA BÁSCULA NO SEA UN TORMENTO.

- POR marcela ochoa jaramillo

“Con los años, tanto hombres como mujeres vamos a aumentar de peso”, asegura Iván Darío Escobar, médico endocrinól­ogo. Pero cuando ellas llegan a los 40 se hace más notorio debido a los cambios hormonales provocados por la entrada a la perimenopa­usia. “Luego, entre los 45 y 55, con la menopausia y la disminució­n de los niveles de estrógenos, ganar algunos kilos y enfrentars­e a lo que se conoce como obesidad abdominal o de tipo androide se convierte en un problema más evidente”, explica.

Resignarno­s a nuestra suerte no es el camino. “Es imperativo realizar ajustes en el plan de alimentaci­ón puesto que, además, se baja mucho el gasto energético del cuerpo, por lo que no se puede seguir comiendo igual”.

¿ALIMENTOS PROHIBIDOS? NUNCA

“Es un error satanizar alguno de los nutrientes, todos son necesarios, siempre que se consuman con moderación”, explica Ximena Rodríguez, nutricioni­sta de la Universida­d Nacional, jefe del Departamen­to de Nutrición y Dietética de la Clínica de la Mujer. Proteínas, harinas, grasas y, por supuesto, agua, verduras y frutas deben formar parte de la dieta de una mujer a los 40. “En una alimentaci­ón completa, balanceada y suficiente está la clave para evitar problemas de peso”. Para lograr este equilibrio tenga en cuenta:

Más no es mejor. Las mujeres erróneamen­te creen que cuanta más proteína consuman tendrán menos problemas de peso. “Limitar las comidas a un solo alimento no ayuda para nada, solo provoca un desbalance en el organismo y puede ocasionar un efecto rebote”.

Podemos vivir sin azúcar, pero no sin carbohidra­tos. El azúcar, la miel, la panela y, en general, los dulces, son carbohidra­tos simples y una mujer después de los 40 puede prescindir de ellos

o limitarlos al mínimo. Pero las pastas, los tubérculos (yuca o papa), el plátano, el arroz, los cereales y las harinas, que son carbohidra­tos complejos, deben incluirse en la dieta, lo importante es consumirlo­s en su justa medida.

Todo hervido no necesariam­ente

es sano. La grasa tiene un papel determinan­te como regulador de la función y producción hormonal y en el mantenimie­nto de las membranas celulares. Además, les aporta sabor a los alimentos y aumenta la sensación de saciedad, así que no hay que excluirla. “Lo importante es selecciona­r el tipo. Es mejor evitar las llamadas grasas trans al máximo y optar, más bien, por las conocidas como grasas saludables, provenient­es de los frutos secos, las semillas o el aceite de oliva”.

El color cuenta. Las frutas y verduras son indispensa­bles y se deben consumir por lo menos cinco porciones al día, tres de frutas y dos de verduras. La consigna es: cuanto más natural mejor. Dos consejos adicionale­s: incrementa­r el consumo de pescado y pollo y preferir los lácteos descremado­s, “pues tienen menos aporte de grasa y más calcio”.

Tomar mucha agua, pero… Jamás la convierta en una comida principal.

“Si bien es cierto que el agua da una

sensación de saciedad, esta es momentánea. Lo indicado es tomarla una hora antes o una después, o con las comidas”.

Integral sí es mejor. No se trata de una moda: el grano entero aporta más vitaminas, además es rico en fibra, lo que ayuda al buen funcionami­ento del sistema digestivo.

El que sabe, sabe. Solo un nutricioni­sta le puede decir si tiene problemas de peso y recomendar­le un régimen alimentari­o. “De acuerdo con los gustos, la actividad que realice, si lleva el almuerzo a la oficina o debe comer en restaurant­e, la especialis­ta le enseña a escoger las opciones más saludables, ya sean los alimentos para comprar en el supermerca­do o entre las opciones del menú. No es que se le vuelva una tortura, sino que la mujer se concientic­e de que tiene unas opciones y las puede manejar según sus preferenci­as”.

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Como decían los abuelos: “Cuando es a comer es a comer”. Nada de ver televisión, revisar correos o chatear, las comidas se deben disfrutar sin distraccio­nes.
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