Fucsia

Kristin Scott Thomas ¡SU HORA MÁS CLARA!

LA BRITÁNICA FUE NOMINADA AL PREMIO BAFTA COMO MEJOR ACTRIZ DE REPARTO POR SU INTERPRETA­CIÓN DE CLEMENTINE CHURCHILL EN LAS HORAS MÁS OSCURAS. RETIRADA DE LA GRAN PANTALLA HACE TRES AÑOS, ACEPTÓ REGRESAR CON LA CONDICIÓN DE QUE SE LE DIERA MÁS RELEVANCIA

- POR claudia lucía gonzález

SIR ARTHUR Nicholas Winston Soames, de 70 años, cerró los ojos por unos segundos y oyó la voz de Clementine Churchill. Sentado en primera fila como invitado excepciona­l del preestreno de la película Las

horas más oscuras, se emocionó con la interpreta­ción que Kristin Scott Thomas hizo de su abuela. “Aunque no luce igual a Clementine, es ella, de eso no hay duda. Le invirtió mucho tiempo a investigar sobre su vida y además conversó con mis hermanas Charlotte y Emma”. El actual diputado conservado­r del Parlamento Británico escribió para The Times un artículo en el que elogia la actuación de Kristin y resalta el valor de la abuela que en su infancia le habló más de los valores familiares que de la guerra. “Winston Churchill es el personaje del que todos sabemos, pero ella fue su igual en todos los sentidos. Era una mujer excepciona­l. Además de ser muy bella, fue un soporte y baluarte para mi abuelo”.

En escena, esa dulce pero enfática voz le aconseja al entonces recién nombrado primer ministro, personific­ado por Gary Oldman, que sea él mismo y que les muestre a los británicos su sentido del humor y su falta de vanidad. Además le recuerda que el peso del mundo recae sobre sus hombros. “La película transcurre en unas pocas semanas, 20 o 21 días de mayo de 1940, cuando Churchill llega finalmente al poder y se enfrenta a un problema imposible: el avance del ejército nazi y la retirada de los británicos. Las fuerzas terrestres en

3. Europa están atrapadas en la playa de Dunkerque”, resumió Scott Thomas.

La actriz, que hace tres años reveló en el periódico británico The Guardian que se retiraba de la gran pantalla porque estaba cansada de hacer los mismos papeles, decidió aceptar el de Clementine con la condición de que el director Joe Wright le diera más trascenden­cia. “Varias veces me propusiero­n que la interpreta­ra, pero me negué porque siempre la mostraban como una mujer sumisa”. Igual que Churchill, famoso por sus crisis de melancolía a las que llamaba “perro negro”, Clemmie sufría de depresión y muchas personas le tenían miedo. “La verdad es que era tímida. Cuando hablaba en público se ponía nerviosa y la voz le salía muy aguda”, le dijo a The Times la británica, recordada por su nominación al Óscar a mejor actriz en 1997 por El paciente inglés.

Aunque Kristin solo mide 1,68 logró darle altura al personaje que le llevaba seis centímetro­s a su esposo, quien era

diez años mayor que ella. La actriz, elogiada por la crítica, que dice que mostró una Clementine mucho más redondeada de la que interpretó Harriet Walter en la serie

The Crown, destacó que en medio de este thriller político también se hubiera abordado el lado doméstico. El historiado­r Lawrence James, autor de Churchill and Empire: Portrait of an Imperialis­t, también celebró que gracias a las sugerencia­s de la actriz, Clementine saliera de la sombra. “El guion la revela como una dama con un espíritu independie­nte. Devota de su esposo, comprensiv­a con sus recelos y falta de confianza, pero a la vez fuerte ante sus berrinches y fanfarrona­das”.

Muy pocos conocen a Clemmie. Un buen retrato de la baronesa Spencerchu­rchill, quien tenía 55 años cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, es el que Sonia Purnell pintó en su libro First Lady: The Life and Wars of Clementine

Churchill. En 2015 narró con detalle “la historia ignorada de una de las mujeres más importante­s de Gran Bretaña” y contrario a como la recuerda su nieto Nicholas, ella la destaca como “el arma secreta de Churchill”. La biógrafa recuerda que el Bulldog Inglés decía que su acto más brillante en la vida fue casarse con esa mujer inteligent­e y formidable, pero compleja. Y que su victoria en la Segunda Guerra Mundial hubiera sido imposible sin ella. “She, whose commands must be

obeyed”, así describía a la mujer con la que evitaba tener disgustos. Familiares e historiado­res coinciden en que Clementine era de las pocas personas que no le temían a su esposo y, en la privacidad de su casa, le hacía caer en cuenta de sus equivocaci­ones políticas y personales.

El detalle del vestuario también fue pieza clave para la glamurosa actriz, que vive en París desde los 19 años. La búsqueda de su estilo fue tan meticulosa que hasta quiso llevar su fragancia, pero nadie recordó la marca que usaba. “Clemmie siempre estaba bellamente vestida y tenía un estilo excéntrico”. Sin ocultar la distante y odiosa manera de ser por la que muchos de sus colegas de Hollywood la rechazaron, Kristin le reveló a Vanity

Fair que uno de sus mayores descubrimi­entos fue la excesiva preocupaci­ón que Clementine tenía por su apariencia: “Era tal, que cuando le llevaban el periódico por la mañana se ponía un par de guantes blancos para leerlo y no ensuciarse las manos”. La amante de Balmain, Giorgio Armani, Lanvin, de la argentina Vanessa Seward y de ese je ne sais quoi que caracteriz­a a los franceses, asegura que no hay nada al azar en el armario de un político o su esposa, porque cada accesorio se elige para transmitir un mensaje. “¿Qué tipo de mujer usará un abrigo de piel, un pañuelo de paisley en la cabeza y un pequeño Pucci para ir a visitar una fábrica de armamento?”, se pregunta. Y la respuesta está en su interpreta­ción en la película.

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Winston y Clementine tenían una relación ardiente. "Hay una marca en la pared de Chartwell que quedó después de que Clementine le tiró una taza de espinacas a él”, contó Soames.

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