POR UN POCO DE AMOR
MÁS ALLÁ DE LA APP PARA CITAS TINDER, HOMBRES Y MUJERES TIENEN HOY MÁS OPCIONES PARA HACER MATCH. BUMBLE, POR EJEMPLO, LES OFRECE A ELLAS EL PODER DE DECIDIR CÓMO INTERACTUAR CON SUS POTENCIALES PAREJAS. AQUÍ, UN PANORAMA.
Las 'apps' nos permiten hacer contactos, conocer gente y, en algunas ocasiones, encontrar pareja.
LAS PLATAFORMAS que facilitan las relaciones –sexuales, sentimentales, profesionales– hacen parte del día a día. Tinder y Happn son las más descargadas, pero hay otras, como Bumble, que empiezan a abrirse un espacio en el universo de las aplicaciones para citas.
Whitney Wolfe, exdirectiva de Tinder, decidió fundarla luego de que la ruptura de su relación con un excolega casi acaba con su carrera. Así nació esta app, que abre una ventana de oportunidad de 24 horas para que sean ellas quienes inicien la conversación después de que hacen match con un hombre.
En cuestión de citas hay pequeñas diferencias: en Bumble las mujeres tienen el poder, Happn –que funciona por geolocalización– se asegura de que ambas personas frecuentan las mismas zonas de la ciudad, Tinder tiene fama de ser más explícitamente sexual y otras como Grindr son abiertamente usadas por homosexuales.
APPS Y RELACIONES
Mientras que para algunos como Manuel, un profesor francés que entró a Tinder para conocer gente y mejorar su español, se trata de un tema puramente utilitario, para otros se ha convertido en una rutina. César*, por ejemplo, es un publicista de 32 años que instala y desinstala la aplicación constantemente desde que estuvo disponible en el país. “Volví hace tres meses para conocer gente y pasar el rato”, afirma.
Pedro Pablo*, un abogado de 35, decidió entrar a Tinder en 2013, un par de años después de su divorcio: “Cuando la instalé empecé a tener citas casuales, pero en realidad tenía ganas de un noviazgo. Una noche dije ‘no más, esta es la última cita que tengo antes de ponerme serio’ y fue justo cuando conocí a la que sería mi novia durante los siguientes tres años. Hace poco terminamos y ahora prefiero hablar con mujeres en Happn”.
“CONSTRUIR EL ARRUNCHE de los domingos no se hace chateando: es clave que la tecnología no nos quite lo más importante, el contacto físico y mirarnos a los ojos”.
—paula dávila
Carlos*, un ingeniero de 32, dice que “Tinder es un rato del día, un libro en la biblioteca”. Y aunque todos tienen una frase que define perfectamente a estas aplicaciones, cuando tanto hombres como mujeres responden a por qué están en una de ellas, los eufemismos para “me siento solo” surgen por doquier.
Paula Dávila, psicóloga clínica, explica: “Somos una cultura cada vez más solitaria. Hablamos por emojis y nos cuesta expresar sentimientos, así que las
apps nos permiten hacer contactos que creemos son reales, pero en realidad no. En estas no ‘hacemos pareja’ sino que nos empatamos con alguien con quien tenemos algunos gustos en común y en el camino empezamos a preguntarnos cómo vamos a hacer que esto funcione”.
Todo esto mediado por la impaciencia que da la inmediatez, que, de acuerdo con Dávila, es maravillosa en ambientes laborales o de negocios pero juega en contra en las relaciones: “No se trata de satanizar, pero no nos damos el tiempo necesario para conocer a la otra persona. No hablamos sino que enviamos emojis, no hacemos el ejercicio terapéutico y humano de poner en palabras lo que estamos sintiendo o de percibir directamente la reacción de la otra persona frente a lo que decimos. Vamos por la vida montando perfiles perfectos, fragmentos de la vida que no dejan ver ni un ápice de los defectos o las debilidades que inevitablemente empiezan a aparecer después de la fase de enamoramiento”, afirma. LOS RIESGOS DE LO DESCONOCIDO Cuando se construyen relaciones sin conocer realmente a la persona los riesgos aumentan. Helena*, una periodista de 33, instaló Tinder por segunda vez en enero de 2015. Conoció allí a un extranjero con el que parecía tener buena química y una larga lista de gustos en común. “La noche en que nos conocimos nos tomamos unos tragos de más, y a las dos semanas él ya tenía la mitad de su vida en mi casa. wwvvvvzz ct z tt z z Pasamos varios meses juntos, un poco excesivos, hasta que terminé detenida en un aeropuerto por porte de drogas que eran de él y yo omití por andar en el mismo plan”.
La soledad que sienten y que los lleva a empatarse por estas apps, explica Dávila, es, de hecho, una soledad relativa. “Sienten que tener con quien chatear mientras almuerzan reemplaza la compañía, pero la realidad es que necesitamos contacto físico, mirarnos a los ojos, reírnos realmente, no el ‘jajaja’, que llena espacios cuando uno no sabe qué decir. El arranque puede ser la app, pero tenemos que ir más allá: vernos, conocernos, no quedarnos eternamente con un montón de relaciones sin estructura solo”, apunta.
Pero las historias felices, en contraste, abundan. Una de ellas es la de Zulema, una mexicana de 34 años que conoció al amor de su vida gracias al poder de una aplicación de citas. “Estaba harta de los patanes de Tinder, así que un día leí sobre Happn y decidí intentarlo. Conecté con un chico que se veía divertido, nos comenzamos a escribir, me invitó a salir pero le puse mil pretextos… Un domingo me nació invitarlo a un café y al momento de concretar el lugar me enteré de que era extranjero. Nos vimos y conectamos enseguida. Todo fluyó increíble y desde ese día, hace tres años, no nos separamos”.
Camilo, soltero, sin hijos y con 33 años, dice de frente que “es un mecanismo válido para socializar y conocer gente en una época de hiperactividad y paranoia”. Nada más cierto. Eso sí, por más válido que sea, no todo es color de rosa. Los peligros están a la orden del día y nunca está de más seguir las mismas recomendaciones que daría cualquier mamá en esta situación: intente encontrarse con la persona en un lugar público y tener una red de seguridad –amigos, familia– a la que pueda acudir en caso del menor asomo de peligro o duda.