Luisa Rodríguez: MIRAR HACIA ADENTRO
ESTA TERAPEUTA QUINDIANA COMPARTE SU ARMONÍA POR MEDIO DE LA ENSEÑANZA DEL YOGA, LA MEDITACIÓN Y LA TERAPIA CON LOS ÁNGELES.
CUANDO TENÍA 11 años y vivía en Armenia con su familia, una fuerza poderosa la llamaba a estar consigo misma, así que llegaba del colegio y le avisaba a su mamá: “Voy a ir a estar conmigo un rato”.
Además de esa inclinación natural por meditar, otro indicador temprano de su vocación espiritual fue su vegetarianismo instintivo. Desde pequeña sentía rechazo por algunos alimentos de origen animal y paulati- namente los fue dejando. “Recuerdo como si fuera ayer que alguien un día me preguntó: ‘¿Pero tú por qué no comes carne?’, y la respuesta que me salió fue: ‘Porque prefiero comer organismos vivos y no muertos’”.
Los ángeles también se manifestaron de manera temprana en su vida. La primera vez, según recuerda, fue a los 5 años en un sueño en el que vio a un querubín que la aconsejaba. Desde entonces, estas energías sutiles han orientado su vida y la de otros a través de ella.
Con semejante equipaje espiritual, Luisa salió de su casa, como todos los jóvenes, a emprender un camino profesional. Estudió Derecho, empezó a trabajar como abogada, conformó una familia y, a la par, mantuvo siempre sus prácticas de autoconocimiento. Pero sentía que faltaba algo.
“Me cuestionaba mucho para qué estoy aquí. Debía haber algo más que respirar, comer, trabajar, dormir, relacionarse con las personas y morir. Yo vivía sin sentirme plena, como muchos lo hacen. Pero cuando se unieron el yoga, la meditación y los mensajes angélicos en mi vida, hubo un boom en mi corazón. Sentí que por fin había encontrado qué me llenaba por completo”.
Decidió entonces dejar los códigos y las leyes por los cuencos tibetanos, el tapete de yoga, los mantras, la terapia angélica, y cuando empezó a compartir eso con las personas supo que había encontrado el sentido de su vida.
Para Luisa, la salud, el bienestar o cualquier otro estado que pretendamos alcanzar parte de un único punto: interiorizarnos para integrar cuerpo, mente y espíritu. En su opinión, la quietud, el silencio y la respiración consciente pueden ayudar a cualquier persona a sintonizarse con lo que su ser necesita..
Empezó a
escuchar su voz
interior desde muy niña. Así comenzó a cultivar sus hábitos
espirituales.