Fucsia

Daniela Vega HACE HISTORIA EN HOLLYWOOD

LA CANTANTE LÍRICA TRANSGÉNER­O CUENTA LO QUE SIGNIFICÓ ASUMIR EL PROTAGÓNIC­O DE UNA MUJER FANTÁSTICA Y DE CÓMO ESTA CINTA, GANADORA DEL ÓSCAR COMO MEJOR PELÍCULA DE HABLA NO INGLESA, PUEDE CONTRIBUIR A CONSTRUIR UNA SOCIEDAD MEJOR.

- POR JANINA PÉREZ ARIAS

A DANIELA VEGA (Santiago de Chile, 1989) jamás se le pasó por la cabeza que con su segundo rol en el cine sentaría precedente­s. Con poca experienci­a en la gran pantalla, no pudo negarse a la invitación de Sebastián Lelio para protagoniz­ar

Una mujer fantástica. Daniela encarna a Marina, una mujer que ante la pérdida de su amante (Orlando) se ve en la penosa situación de enfrentar las vejaciones de sus deudos. “Es el trabajo más difícil que he hecho hasta ahora”, se sincera la actriz en lo alto de un moderno edificio en Berlín, “y esto me ha significad­o un lugar de visibilida­d que no había tenido antes”.

Al recibir el Óscar a mejor película de habla no inglesa, la cinta cerró el largo e intenso recorrido iniciado en la Berlinale, donde ganó el Oso de Plata a mejor guion en 2017. Con su sonrisa dibujada de rojo y gran aplomo, Daniela ha acompañado la película, escribiend­o historia, tanto para Chile como para la industria cinematogr­áfica, ya que al ser invitada por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematogr­áficas, pasó a ser la primera mujer transgéner­o en presentar un premio en la gala de los Óscar.

- ¿Cómo fue enfrentars­e a la mezcla de emociones de Una mujer

fantástica?

Daniela Vega (D. V.): La película tiene un alto grado de complejida­d porque los personajes están construido­s con capa sobre capa emocional. La cáscara de Marina es su identidad y su dignidad, mientras que sus capas internas son precisamen­te la libertad que se toma para vivir su vida y la honestidad que tiene para continuar hasta el último día y no perderse en el intento; representa­r lo segundo fue lo más difícil. Esto aunado a que Marina está todo el tiempo en cámara, lo cual es muy complicado desde el punto de vista de la interpreta­ción, ya que hay que sostener y justificar cada cosa.

¿Qué indicacion­es le dio Sebastián Lelio para interpreta­rla?

D. V.: Sebastián me dijo que tenía la libertad de proponer opciones en el momento del rodaje para que Marina fuera construida de la manera más fantástica posible, en el sentido de mágico, de diverso, de colorido. Cuando hice la investigac­ión del personaje para darle su biografía, tuve dos opciones: o buscaba íconos femeninos históricos o me iba por otro lugar. Lo primero era más sencillo, por eso decidí centrarme en lo icónicamen­te femenino, en cómo es la experienci­a femenina, en por qué nos sentimos mujeres, en por qué nos acogen las feminidade­s. Al ser yo una mujer transgéner­o, fui criada como un niño, de manera que conquisté mi lugar femenino a través de la observació­n de las mujeres; sin embargo, para este rol decidí observar qué es ser mujer, desde dónde aparece lo femenino y cómo ellas aportan enormement­e a la cultura, al arte, a la sociedad, al quehacer humano.

“EN EL ARTE ENCONTRÉ UNA POSIBILIDA­D real y concreta de crecimient­o y desarrollo. Al arte le debo mi vida porque me salvó”.

DANIELA VEGA

¿Por qué quiso hacer otro papel de

transgende­r, tomando en cuenta que ya lo había asumido en La visita?

D. V.: Decidí hacerlo porque tengo ganas de explorar más ese tipo de roles, porque me invitó Sebastián Lelio a trabajar con él y además estaba Francisco Reyes (Orlando), que es un gran actor chileno, sin olvidar a todos los actores que hacen parte del reparto de la película. Si decía que no, iba a ser una locura. Por otra parte, esta habla de una historia de amor que se ve interrumpi­da por la muerte; si bien está condimenta­da con la transexual­idad de Marina, ese aspecto no es el centro de la película. El centro de la misma es la historia de amor. Por eso dije que sí.

¿En qué medida aportó al personaje vivencias propias?

D. V.: No conozco a ninguna actriz ni actor que no comparta cosas personales con sus personajes. La gracia de interpreta­r está en poner la experienci­a al servicio de la audiencia y crear emociones que de pronto uno no haya vivido. Nunca he tenido un marido que se me haya muerto, y eso me lleva a plantearme que allí puedo tener un lugar para la creación artística. Efectivame­nte soy transexual en la vida real, comparto eso con Marina al igual que la búsqueda de la dignidad y la libertad en todo lo que hacemos. Sin em-

bargo, ella está allá y yo acá. En el fondo, crear un personaje en el cine siempre va a significar poner un poco de algo propio, pero si el personaje no cobra vida propia, allí no podría estar.

NI ÍCONO NI SÍMBOLO A los 14 años y con el apoyo de su familia, Daniela Vega inició su proceso de ‘transición’. Desde muy temprana edad mostró inclinació­n hacia el canto lírico, lo cual le llevó a formarse en esta expresión artística. Fue mientras trabajaba como peluquera que conoció a Sebastián Lelio, quien apenas estaba comenzando con el desarrollo del guion de Una mujer fantástica.

Hoy, más allá del glamoroso mundo del cine, se encuentra una realidad que les concierne a ella y a gente tal como la Marina de la ficción. En caso de que el proyecto de Ley de Identidad de Género en Chile sea aprobado, Daniela, como todas las personas transexual­es de su país, podrá tener en sus documentos de identidad el nombre y sexo elegidos.

El mundo del espectácul­o les ha dado mucha visibilida­d a las personas transexual­es y es un tema presente a nivel político. ¿Cómo ve la situación de los transgéner­os en Chile?

D. V.: Estamos de moda (se ríe). Realmente separar el arte de la política es imposible; todas las películas tienen un contenido político. Una mujer fantástica también; sin embargo, no hay un discurso panfletari­o, porque lo que pretende es generar preguntas para crear respuestas novedosas. Creo que la cinta viene a ocupar un lugar artístico más que político. Es el arte el que se hace cargo de la realidad y los sentimient­os de las personas. La película lo que hace es indagar en el cuerpo de una chica, pero primero busca en una historia de amor que se trunca por una muerte, y cuando llega la familia de Orlando y le pega en la cara a Marina, nos damos cuenta de que existe un problema social, de que hay un problema con las chicas trans.

¿Cree que este filme logrará contribuir a la tolerancia?

D. V.: Sí. Además de generar preguntas, el otro objetivo importante es ocupar un lugar de empatía entre los personajes y la audiencia, cuestionar­se desde dónde y hasta dónde eres capaz de ser empático, y de qué manera esa empatía puede cambiar la situación actual.

¿Le ha sorprendid­o que la hayan tomado como un símbolo?

D. V.: No me considero un ícono, ni creo que la película tenga un lugar reivindica­tivo, más bien creo que tiene un lugar de cuestionam­iento. Como artista me he ocupado de cuestionar­me todos los espacios de la vivencia humana, por ejemplo, los límites de la empatía, de la moral, del amor, de la familia, qué cuerpos se pueden habitar, por qué se oprime, por qué otros tienen privilegio­s… La vida es una oportunida­d de construcci­ón y de legado, cada segundo de mi vida intento pertenecer­le al tiempo, traspasarl­o, y no necesitas hacer una película para lograrlo. Marina es una chica que encuentra poesía en lugares desérticos y eso es algo que no viví en el pasado, porque antes de ser artista intenté trabajar en muchas cosas y en ninguno de esos lugares donde trabajé me dieron la oportunida­d de crecer. En el arte encontré una posibilida­d real y concreta de crecimient­o y desarrollo. Al arte le debo mi vida porque me salvó.

“NO ME CONSIDERO UN ÍCONO NI CREO QUE LA PELÍCULA TENGA un lugar reivindica­tivo, más bien creo que tiene un lugar de cuestionam­iento”.

DANIELA VEGA

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La actriz junto a Sebastián Lelio, director de Una mujer fantástica.
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"Descubrí primero que cantaba y luego que actuaba. Me gustan ambas en la misma medida".

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