WINNIE MADIKIZELA
UNA VIDA PÚBLICA DE LIDERAZGO Y ACTIVISMO, PERO DE EXCESOS Y COMPORTAMIENTOS RADICALES, RODEARON A WINNIE MADIKIZELA, EXESPOSA DEL POLÍTICO SUDAFRICANO NELSON MANDELA, UNA DE LAS FIGURAS MÁS IMPORTANTES DEL SIGLO XX.
La historia de la fallecida exesposa de Mandela.
CUANDO NOMZAMO Winifred Madikizela le dijo a su padre que quería ser la esposa de Nelson Mandela él la abrazó advirtiéndole: “Te vas a casar con un presidiario”. No podía estar más en lo cierto. Durante las siguientes tres décadas, la pareja sería perseguida, acusada, detenida y pasarían más noches lejos uno del otro de las que hubieran podido imaginar. Su activismo político los llevaría a tener un matrimonio sui generis en el que las causas estarían por encima de la familia.
Winnie había crecido en un ambiente privilegiado, en el seno de una familia negra con recursos y acababa de graduarse como trabajadora social. Él había pasado su infancia en una aldea donde la gente, en su mayoría analfabeta, vivía en casas de barro con techos de paja, se lavaba los dientes con ceniza y sobrevivía de la cría de ovejas. Le llevaba 18 años y aunque estaba en proceso de separación de su primera esposa, Evelyn Mase, sucumbió ante la vitalidad y el espíritu de aquella joven que parecía decidida a jugársela toda por la libertad de su gente.
En aquel entonces, Sudáfrica vivía bajo el régimen del apartheid, un mecanismo de segregación que dividía a la nación entre personas ‘no blancas’ y ‘blancas’, poniendo a estas últimas en un lugar de privilegio social; también evitaba que ambas comunidades compartieran cosas tan elementales como centros educativos, vecindarios o restaurantes. Solo los blancos tenían derecho al voto en un país donde más del 80 por ciento de la población era negra.
DEBER ANTES QUE GLORIA
El flechazo fue inmediato y se casaron al cabo de un año. No tuvieron luna de miel, en cambio fueron a reunirse con un abogado para repasar los argumentos
“SI TE CASAS CON UN MAGO, DEBERÁS CONVERTIRTE EN UNA BRUJA”, fueron las palabras del padre de Winnie el día de su boda con Nelson Mandela.
de defensa en uno de los tantos juicios que enfrentaría Mandela por traición. Para ese momento ya era activista y miembro del Congreso Nacional Africano, el partido que se oponía al sistema, y colaboraba en secreto con el movimiento socialista. Winnie se convirtió en su sombra ideológica y se metió de cabeza en la causa.
Para 1960 ya habían nacido sus dos hijas Zenani y Zindzi. Las pequeñas pasaban buena parte del tiempo al cuidado de sus abuelos maternos, sobre todo como medida de protección. Una noche, cuando las niñas eran apenas unas bebés, Winnie fue detenida junto a otras mujeres que lideraban una enorme movilización y pasó varios días en la cárcel, pero incluso entre cuatro paredes motivaba a las demás reclusas para unirse a sus ideales.
En 1961, concluido su juicio, Mandela tomaría la decisión de entrar en la clandestinidad para poder seguir con sus planes. Se movía por todo el país fingiendo ser conductor o cocinero de una familia importante; finalmente logró abandonar el suelo sudafricano sin documentos. Fueron más de 17 meses de muy pocos encuentros, siempre secretos, llamadas en clave y una paranoia de Winnie, que no podía confiar en nadie. Algunos biógrafos del líder, como Tom Lodge, creen que a partir de esa época se volvió más dura y radical. Años más tarde haría famosa la frase “Soy un producto de las masas, pero también un producto de mi enemigo.”
¿LA MADRE MALVADA?
Cuanto más violento se ponía el ambiente, más se exacerbaba el perfil contestatario de Winnie. Su lema “Con nuestras llantas y fósforos liberaremos el país” hacía referencia a una práctica conocida como necklace (collar), que consistía en torturar a los sospechosos de traicionar la causa al inmovilizarlos con un neumático alrededor del cuerpo para luego prenderles fuego.
Empezó a andar en carros muy lujosos y a vestirse con prendas de diseñador. Cuando pudo regresar a Johannesburgo reunió a un grupo de jóvenes, a quienes daba comida y refugio en el patio trasero de su casa, y comenzaron a operar como una especie de guardaespaldas; la acompañaban a todas partes y se hacían llamar el Mandela Football Club. Ella les aconsejaba llevar armas y golpear a cualquiera que fuera descubierto traicionando los ideales de libertad.
El ‘club’ secuestró a un grupo de adolescentes. Uno de ellos, ‘Stompie’ Seipei, de apenas 14 años, apareció días más tarde apuñalado cerca de un río. Los testigos declararon que la paliza colectiva había sido propinada por los protegidos de Winnie e incluso dijeron
que ella habría participado golpeándolos con un látigo y, luego, haciéndolos limpiar las manchas de sangre.
Los miembros del partido le informaron a Mandela sobre los incidentes, pero él confiaba en su mujer y solo atinó a decirle en su siguiente encuentro que tuviera cuidado con la gente que la rodeaba, porque “esos rumores no le hacían bien a nadie”. Las acusaciones eran serias y Winnie tuvo que ir a los tribunales donde, a pesar de ser declarada culpable, se libró del encierro con una multa.
Nelson Mandela fue liberado el 11 de febrero de 1990, luego de 27 años en prisión. La foto de ambos sonriendo y tomados de la mano a la salida del penal le dio la vuelta al mundo, pero la libertad no fue suficiente para la continuidad del matrimonio y en noviembre de ese mismo año ya vivían en casas diferentes. Mandela se lanzó a la presidencia en 1994 y ganó por votación popular. Nombró a su compañera de batallas en el Ministerio de Arte, Cultura, Ciencia y Tecnología, pero la destituyó al año siguiente cuando se vio implicada en un caso de corrupción que involucraba viviendas de interés social. Winnie demandó y le devolvieron su puesto, pero ‘Madiba’ no estaba dispuesto a aceptarla y la despachó otra vez, del gabinete y de su vida, al firmar el divorcio en 1996.
Posteriormente, ‘la Madre de la Nación’ recibiría 43 denuncias de fraude y robo a entidades bancarias, pero ella se defendía de las acusaciones argumentando que operaba como una especie de Robin Hood al intentar conseguir préstamos para los más necesitados. Pasaría el resto de sus días defendiéndose de muchas acusaciones, entre la admiración de quienes la conocieron en sus primeros años y el rechazo de las generaciones más jóvenes, y peleando con la tercera esposa de Nelson, Graça Machel, sobre todo cuando supo que había sido eliminada por completo del testamento del expresidente, quien falleció en 2013.
La muerte de Winnie, a sus 81 años, puso de luto a toda la nación. Su funeral fue considerado como un asunto de Estado por el presidente Cyril Ramaphosa, quien destinó el estadio de fútbol de Soweto para darle el último adiós a una mujer que terminaría por representar el lado más oscuro y, al mismo tiempo, el más inspirador de su propia lucha..