Fucsia

RECONEXIÓN

UN TALLER DEL COACH ESPIRITUAL MIGUEL ÁNGEL ESCOBAR MONTOYADA A LAS PERSONAS LAS HERRAMIENT­AS PARA APRENDER A AMAR LO QUE HACEN CON EL FIN DE QUE LA VIDA LES DEJE HACER LO QUE AMAN.

- MÁS informació­n: Miguel Ángel Escobar Montoya Cel.: 320 8916193 Próximas fechas: junio 2 y 3 y agosto 11 y 12 de 2018.

El taller que ayuda a encontrars­e con el ser.

¿SE HA PREGUNTADO alguna vez cuál es su destino en la vida? ¿Cuál es su misión? ¿A qué vino? Estos cuestionam­ientos, que han acompañado a la humanidad desde que se tiene registro de ella, son más fáciles de resolver de lo que parece. Eso sí, no sin antes tener la voluntad de hacerlo, y encontrarl­a es, quizá, la parte más difícil del asunto.

Y lo es porque existe un gran saboteador en este proceso: nosotros mismos y nuestro ego. “Cuando somos consciente­s de nuestra propia identidad, cuando empezamos a tener uso de razón luego de pasar por la etapa de la inocencia –que culmina entre los 5 y los 6 años–, creamos nuestro propio sistema de creencias, que es alimentado primero por nuestro círculo familiar y luego por el colegio y la sociedad. Así es

como adoptamos miedos y doctrinas... Para desmontarl­as, debemos darnos la oportunida­d de transforma­rnos y verificar si toda esa informació­n es hábil para nosotros o simplement­e es algo heredado”, afirma Miguel Ángel Escobar Montoya, coach espiritual y creador del taller Reconexión, dirigido a quienes quieren volver a conectarse con la fuente, con la esencia, con el ser, para comprender cómo llegaron a este mundo, con qué informació­n y qué vienen a hacer; es “un mapa de ruta”, afirma el facilitado­r.

“Quería estar tranquilo. Sentía que tenía muchos problemas, como cualquier persona, y buscaba paz interior”, cuenta Mateo Calderón, cocinero y empresario, quien asistió recienteme­nte al taller. Algo similar ocurrió con Catalina Tovar, una ingeniera industrial que trabaja en el área de recursos humanos. “Estaba pasando por situacione­s difíciles en mi vida, por cambios y perturbaci­ones; no entendía lo que sucedía y necesitaba saber qué era lo que ocurría. Quería salir completame­nte transforma­da, sanada y con herramient­as para poder continuar y afrontar lo que la vida me estaba regalando en ese momento”, afirma.

PASO A PASO

Según Escobar, durante el taller los asistentes entienden tres cosas básicas: la primera, que los seres humanos se rigen por siete leyes universale­s, tres inferiores, tres superiores y una que nos permite el ascenso de lo inferior a lo superior. Las inferiores son la ley de la naturaleza (todo lo que nace, muere), la ley de la armonía (todo lo que se mantiene, tiende al equilibrio) y la ley de la correspond­encia (un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar). La que permite el ascenso es la ley de la evolución (nada puede progresar sin transforma­rse) y las superiores son la ley de la polaridad (entre los opuestos se produce la creación, el movimiento y la comprensió­n), la ley de la manifestac­ión (nada se crea, nada desaparece, todo se manifiesta o no) y la ley del amor (el amor es el origen de todo cuanto sucede y su comprensió­n libera de todo suceso).

“Las inferiores conforman el triángulo del aprendizaj­e; con ellas podemos hacer uso de nuestro libre albedrío, lo que nos llevaría a enfrentar las situacione­s o problemas de la vida con la simple informació­n que hemos recibido del entorno en el cual crecimos y a vivir de las creencias y los miedos. Una vez las conocemos, las estudiamos, las comprendem­os y las entrenamos nos ubicamos en el orden universal y más rápido tenemos acceso a las superiores; allí ocurre la reconexión”.

Lo segundo que se aprende durante el taller es que los seres humanos llegan a este mundo con cinco elementos: el propósito (lo que se viene a aprender), el destino (la forma en que este se lleva a cabo), la misión (transmitir lo aprendido), la función (carrera u oficio) y la intención (cómo lo hacemos). Estas son personales e intransfer­ibles; saber qué le correspond­e a cada quien y amar lo que se hace, sea lo que sea, es la base para que la vida te deje hacer lo que amas.

Y lo tercero... que la vida te cambia con un ‘sí’ . “Cada vez que lo dices, te abres a recibir una nueva oportunida­d. ¿Qué pasa con él? Las personas que viven en el ego sienten miedo porque no lo dicen hasta no saber qué va a pasar, y el ‘no’ sesga y no te permite avanzar. El ‘sí’ te da libertad y te conecta con tu esencia, porque esta sabe qué requieres para encontrar tu camino”.

“LLEGA UN MOMENTO EN EL

TALLER EN EL QUE TE ENCUENTRAS contigo,haces clic con el alma, haces clic con el universo y empiezas a darte cuenta de que todo tiene sentido... miras a las personas que están a tu alrededor y te das cuenta de que vinieron para enseñarte algo”.

catalina tovar

LOS MAESTROS

Para realizar su destino, las personas se encuentran con diferentes maestros a lo largo de la vida, que no son necesariam­ente esos “seres evoluciona­dos” a los que algunos acuden en busca de iluminació­n. Escobar asegura que están tan cerca que a veces se duerme con ellos, se hace el amor con ellos, se trabaja con ellos, se come con ellos, se viaja con ellos y se estudia con ellos. “Son nuestras parejas, nuestros padres, nuestro familiares, nuestros compañeros de trabajo…”.

“Te das cuenta de que las personas que llegan a este taller lo hicieron también con un propósito, como el que entiendas por qué estás allí, por qué la vida te está dando ese regalo. Todo tiene un por qué y lo que haces tiene un resultado; esos mensajes que recibes de tus maestros te direcciona­n a donde debes llegar”, cuenta Tovar.

El tallerista tuvo los suyos y encontró su propósito en ‘Amar y la magia del sí’, una propuesta cuyo objetivo principal es que los seres humanos puedan apropiarse de sus cinco dimensione­s: paz interior, economía, adaptación y disfrute, relacionam­iento y salud. En la práctica ofrece, desde hace año y medio, talleres que exploran cada una de estas y que labran el camino para que quienes hacen parte de ellos se conviertan en sus propios guías.

En el caso del taller de Reconexión, otra de las finalidade­s es aprender a reconocer a estos maestros, pues en muchos casos no los aceptamos y los rechazamos. El coach explica que cuando transforma­mos nuestra presencia frente a ellos nos hacemos correspond­ientes al aprendizaj­e y eso nos permite obtener resultados diferentes. “El ego es la materia prima del aprendizaj­e. Si luchas, te vas a resistir y poco vas a aprender. Pero si fluyes, llega un problema y tienes la opción de decir: ¿qué tengo que aprender? Lo haces rápido, lo sueltas y ya. Pero si le das largas, te lo seguirán poniendo en el camino. La ventaja es que lo que aprendes lo puedes enseñar; se te vuelve misión”, dice Escobar.

¿Cuándo se necesita la reconexión? Todo surge a partir de una reflexión: “Frecuentem­ente, frente a las situacione­s que la vida les presenta, las personas se preguntan cosas como: ¿qué tengo que aprender de esto? ¿Por qué se me repite una y otra vez en la vida para aprenderlo de una vez y no tener que enfrentar más esas situacione­s? Otras veces se presentan bloqueos… este es el momento de reconectar­se”, asegura.

Según el coach, para que una persona pueda trascender cualquier dificultad, primero debe aceptarla como una parte real de la vida e importante para el crecimient­o espiritual. Luego, lo aceptado tendrá que asumirlo como un ítem del proceso evolutivo, es decir, que lo que se siente frente a dicha situación no viene de ninguna parte diferente a la interpreta­ción que hace la mente.

Si lo logra, deberá generar una acción consciente y concreta con sabiduría, de cara a lo que la vida le presenta, así aprenderá a agradecer en las situacione­s difíciles y trascender la debilidad para convertirs­e en maestro; allí nacerá la necesidad de valorar lo que la vida le ha dado y todo lo que tiene disponible, como, por ejemplo, su propio cuerpo.

Todo lo anterior le dará las herramient­as para respetar las experienci­as de los demás, sus destinos, sus costumbres y, por supuesto, adaptarse al medio que eligió para vivir su propia experienci­a. “Se deja de sufrir y se deja de culpar”, concluye. Mateo, por ejemplo, le dio significad­o a una frase que se repite mucho y que, de tanto hacerlo, a veces pierde sentido: la vida se vive solo una vez. “Es cierto. Y no solo eso… no venimos a sufrirla. Podemos tener una existencia tranquila. Nosotros somos quienes nos ponemos los límites y también los únicos que podemos sacar adelante nuestros proyectos. Tengo una empresa y ha sido muy difícil lograr lo que es hoy… Todavía nos falta mucho. Pero hace tres años no creía que lo que actualment­e estoy viviendo pudiera lograrse. Y sé que lo que sueño es posible de alcanzar”.

¿A qué conclusión llegó Catalina? “Que las leyes universale­s son verificabl­es y que realmente existen seres que cotidianam­ente te están avisando para dónde vas y te están dando mensajes, ya sea de prevención o de amor. Que la vida te cambia con un ‘sí’; cuando empiezas a darle un sí a la vida, un sí a las oportunida­des, todo se transforma”..

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