LA VIDA CÉNTRICA DE UN escultor
ADEMÁS DE LA ACTUACIÓN, LUIS FERNANDO BOHÓRQUEZ REALIZA CUADROS Y ESCULTURAS DE ALAMBRE CON LAS QUE REPRESENTA LA ARMONÍA DE LA NATURALEZA.
PARA EL actor Luis Fernando Bohórquez, el arte no llegó de repente: durante los últimos treinta años ha estado rondando su cotidianidad y él se ha sabido como parte de ese todo. Su taller, ubicado en el barrio céntrico de La Candelaria, en Bogotá, retrata su esencia. Una vida simple con todo lo indispensable: familia y arte.
Estudió filosofía y letras, y también arte dramático. Cuenta que el momento en el que supo que podía crear a alguien que nunca existiría fue eufórico. Con la escultura –su pasión desde hace más de veinte años– empezó de manera cotidiana: recogía alambres de las construcciones bogotanas de ese entonces: “Empecé a ver y a asimilar la posibilidad de la creación y la transformación”, revela.
Hacer cuadros y esculturas con este material es para el artista un antídoto contra la depresión. Su trabajo consiste en dibujar en el aire, en formar con este hilo metálico piezas tridimensionales. A pesar de que ha hecho animales de cinco o seis metros –su principal referente es la naturaleza–, sus esculturas favoritas son las de una sola línea: admira la sencillez con la que esta puede transformarse en una obra completamente armónica.
Todos los días viaja en moto desde su casa hasta el taller. En los barrios Ricaurte y Los Mártires compra las herramientas para sus obras, por eso se define como un hombre céntrico y sureño. La casa en la que trabaja es de un filósofo inglés, y antes de que él llenara el espacio con sus obras –piezas que penden de la pared o del techo–, era un estudio de baile.
“El mundo se mueve independiente del arte, la guerra, la paz o el clima. Finalmente nada de eso es necesario para que este cambie. Sin embargo, los seres humanos que tienen un poco de sensibilidad artística pueden tomar mejores decisiones: el arte puede sensibilizar. La belleza siempre estará por encima de la maldad”.
Luis Fernando Bohórquez, el actor, es hoy un escultor de tiempo completo que se piensa a sí mismo y a lo que lo rodea como materia prima para la creación, y que se vale de la naturaleza de su cotidianidad para dejar, mediante el arte, no solo un mensaje de inspiración, también para mantenerse vivo..
“Adoro representar el viento, las nubes, el clima, los animales, no hay nada más impresionante que lo que dibuja la naturaleza todos los días”.