Cortina de humo
MIENTRAS EN EL MUNDO SIGUE VIGENTE LA POLÉMICA SOBRE LAS IMPLICACIONES DE LOS CIGARRILLOS ELECTRÓNICOS Y VAPEADORES PARA LA SALUD, EN COLOMBIA HA AUMENTADO SU CONSUMO. PROS Y Y CONTRAS.
CANSADA DEL olor que quedaba en sus manos, su pelo y su ropa cada vez que se fumaba un cigarrillo, Catalina Moncada decidió sumarse a una moda en la que andaban muchos de sus amigos, al igual que millones en el mundo que han optado por cambiar los cigarrillos tradicionales por electrónicos, vapeadores o narguiles.
“Soy fumadora tradicional, más bien de rumba y largas jornadas de trabajo, y opté por el cigarrillo electrónico porque varias personas cercanas se estaban pasando. Pero lo que más me llamó la atención es que no deja olor”, cuenta esta productora de moda. Catalina está en el proceso de dejar de fumar, pero aclara que no compró el dispositivo con esa expectativa. “En realidad el IQ no es para dejar de fumar, sino para fumar más sano y con un ambiente de menos humo”, explica.
“Hace daño, pero mucho menos”, asegura la joven caleña, a la que le gusta montar bicicleta y correr, y quien dice que gracias al cigarrillo electrónico se ahoga menos cuando hace ejercicio e incluso ha ido perdiendo las ganas de fumar. “Es que
no es lo mismo: a los fumadores nos gusta prender el pucho, aspirar, botar humo y el efecto de la nicotina, y nada de eso pasa con el electrónico; es parecido, pero no igual”, señala.
El caso de Catalina es similar al de millones de adultos fumadores que en países como Estados Unidos, Inglaterra y España han popularizado el uso de estos artefactos, llevando a que se desarrolle en torno a ellos una cultura y un negocio de artículos, accesorios y esencias que hacen del llamado vapeo (inhalar el vapor producido por un aparato electrónico) una experiencia que algunos describen como agradable.
En ciudades como Bogotá, Medellín y Cali se encuentran varias tiendas donde se ofrecen este tipo de productos, así como bares y cafés en los que se puede vivir la experiencia de echar vapor de sabores pegados a una pipa colectiva en la que muchos fuman al tiempo. Cartagena y Barranquilla se han ido sumando a la tendencia poco a poco.
HUMO BLANCO Y HUMO NEGRO
Hasta ahí la situación parecería normal y reflejo de un invento destinado a ayudar a los fumadores a dejar su vicio. Pero la cosa no es así de sencilla ni mucho menos clara, a juzgar por la avalancha de versiones a favor y en contra que durante los últimos 15 años han generado los cigarrillos electrónicos, inventados en 2003 por el chino Hon Lik, un fumador de 52 años.
Entre sus principales detractores se encuentran organizaciones médicas y reputadas universidades que llevan años alertando a los vapeadores (como se conoce a quienes los usan) sobre diversos riesgos y peligros que aseguran están asociados a su consumo.
En febrero de 2018, por ejemplo, científicos de la Universidad George Washington y del Centro de Investigación y Educación para el Control del Tabaco de la UCSF analizaron datos de 70.000 estadounidenses para determinar que el uso diario de cigarrillos electrónicos duplica el riesgo de ataques cardíacos, y que en aquellos que además fuman cigarrillos tradicionales ese riesgo se multiplica por cinco.
El pasado 12 de septiembre, la Food and Drug Administration (FDA, por sus siglas en inglés) emitió un comunicado en el que calificó de “proporciones epidémicas” el consumo de cigarrillos electrónicos entre adolescentes” y otorgó un plazo de 60 días a sus cinco principales productores para que “presenten propuestas sólidas que lleven a la prevención del consumo entre los más jóvenes”.
Así mismo, grupos de defensa de menores han denunciado que por su apariencia, colores y diseños, así como su publicidad y mercadeo, los cigarrillos electrónicos y vapeadores parecieran estar más interesados en atraer a un público juvenil que a viejos fumadores.
Quienes apoyan el uso de estos artefactos también han alzado su voz, respaldados por organismos británicos como el Public Health England (PHE) y el Royal College of Physicians, que han sostenido que los cigarrillos electrónicos son 95 por ciento más seguros que los convencionales y “una alternativa real para los fumadores adultos que buscan una opción menos riesgosa al fumar”.
De vuelta a las críticas: la Organización Mundial de la Salud se manifestó en 2008 sobre el tema, obligando a que sus fabricantes removieran de su publicidad la frase que aseguraba que ayudaban a dejar de fumar, mientras que en 2017 la FDA anunció que se prohibía su venta a menores de 18 años.
En Colombia son populares dos modalidades: los vapeadores, que no han sido regulados y que ofrecen una
variedad impresionante de esencias para usarlos, y los cigarrillos electrónicos, que el gobierno ha tratado de equiparar con los tradicionales para incluirlos dentro de la legislación vigente y desalentar su consumo. Sobre los dos productos el Ministerio de Salud ha alertado acerca de la falta de estudios que validen su aparente consumo inofensivo.
LO QUE DICEN LOS MÉDICOS
Para el doctor Hugo Caballero, jefe de neumología de la Clínica de Marly y expresidente de la Sociedad Colombiana de Neumología, antes que hablar de este tema es necesario referirse al verdadero problema: el tabaquismo asociado al consumo de cigarrillo tradicional.
Un problema de salud pública que afecta a mil millones de personas en el mundo, mata a 7 millones cada año y que no solo produce daño en el pulmón, sino en otros sitios del cuerpo como el corazón, las arterias coronarias, el sistema nervioso central y la vejiga. El cigarrillo, explica, tiene más de 8000 componentes químicos, muchos de ellos capaces de generar cáncer.
“El ideal es no fumar, no usar cigarrillos electrónicos ni otros productos similares en los cuales muchas veces se cambia un vicio por otro”, dice Caballero. En su opinión, estos dispositivos también producen una exposición continua a tóxicos, y en el caso colombiano pueden representar un “problema grave” por la multitud y variedad que hay en el mercado, muchos de ellos piratas y sin las condiciones de seguridad requeridas. “Se calcula que en este momento puede haber más de 500 marcas de cigarrillos electrónicos y más de 8000 sabores para ellos”, señala el especialista.
Los cigarrillos electrónicos pueden venir con y sin nicotina, explica el neumólogo, pero por la diversidad de ellos, el control puede ser difícil. “Muchos pueden contener cantidades importantes de nicotina, que es el químico que realmente produce la adicción en quien lo consume. De tal manera que, como ya mencioné, se puede cambiar una adicción por otra”, agrega. En su opinión, sin embargo, tanto “el cigarrillo electrónico como los vapeadores producen menos daño que el cigarrillo corriente”.
ADICCIONES, MODA Y MÁS
Esa premisa fue la que llevó al publicista Camilo Rincón, de 28 años, a sucumbir ante la tentación de comprar uno. Hace cuatro meses adquirió su primer vapeador, tras años de ir y volver con el vicio y de épocas en las que se fumaba diez cigarrillos en la mañana. “Lo adquirí por internet y me costó 120.000 pesos, más 60.000 de las esencias. Creo que sí me ha ayudado a bajar los niveles de nicotina e incluso cuando he vuelto a fumar cigarrillos tradicionales les he sentido fastidio”, dice.
GRUPOS DE DEFENSA DE MENORES HAN DENUNCIADO QUE POR SU
apariencia, colores y diseños, así como por su publicidad, los cigarrillos electrónicos y vapeadores parecieran estar más interesados en atraer público juvenil que a viejos fumadores.
El doctor Caballero explica que los vapeadores no son cigarrillos combustibles, no generan humo ni queman tabaco; generan vapor, que no impacta la calidad del aire en espacios cerrados y tienen menos olor y “menos de 500 productos químicos, las temperaturas no superan los 300 grados centígrados y no aumentan los riesgos sobre el corazón”, dice.
De nuevo, advierte, hay que tener en cuenta la cantidad de productos que existen en el mercado y que por no estar regulados son de difícil verificación y control. En su opinión profesional, para dejar de fumar hay otras alternativas que se pueden y se deben contemplar, como las conductuales, psicológicas y farmacológicas. “Cuando estas fracasan y hay una persona adicta al cigarrillo, puede contemplarse el uso de cigarrillos electrónicos o vapeadores”, asegura.
Para la psicóloga Josette Becher, coach personal y máster en drogodependencias, aspectos como estar de moda, el grupo de iguales (presión de grupo), los términos fashion, cool, in, entre otros, son factores que influencian el comportamiento de los seres humanos, creando una tendencia con el objeto de pertenecer a un medio, una sociedad o estar en la movida. “Los cigarrillos electrónicos, narguilas y vapeadores surgen como respuesta comercial y atractiva a un supuesto hábito sin riesgo, puesto que nadie habla realmente de la nicotina que pueden poseer todos estos dispositivos”, dice la experta.
“En la medida que se promocionen, llamen la atención de los usuarios y categoricen estos implementos como modernos y libres de riesgo, la tentación será cada vez mayor y los jóvenes tendrán la oportunidad de experimentar con algo que según su criterio no es perjudicial y está de moda, además de ser fácil de adquirir”, señala la psicóloga.
Ella alerta sobre la opción real de que a través de ellos se llegue al cigarrillo normal y a otras sustancias en búsqueda de placer con el objeto de pertenecer a determinado grupo social. “Se sigue observando que los niños y adolescentes son los que presentan mayor vulnerabilidad y riesgo por la falta de claridad, los cambios y la facilidad de convencimiento de algunas causas; de otra parte, el pertenecer y ser aceptados son factores primordiales a la hora de tomar una decisión”, explica.
Mateo Toro, gerente general de Vaping Colombia, una de las tiendas más reconocidas de Bogotá, defiende el derecho de satisfacer las necesidades de un mercado creciente que, en su opinión, ha visto en estos artefactos una opción real para controlar su adicción al cigarrillo.
“Tenemos clientes de ambos sexos, desde universitarios jóvenes hasta personas de la tercera edad. Muchos son médicos, abogados, empresarios independientes, odontólogos, cantantes, militares y hasta uno que otro futbolista y músico reconocido”, dice Mateo, aclarando que desde el primer día de operación tienen la política de no vender a menores de edad.
La mayoría de sus clientes buscan el cigarrillo electrónico como alternativa al cigarrillo. “Son muy pocos los que lo usan de manera recreativa”. Dice que el negocio para ellos ha crecido bastante, a medida que la gente conoce del tema, se interesa y los visita para que ellos los asesoren.
Mateo asegura haber dejado de fumar hace cinco años con un cigarrillo electrónico. “Por eso creo firmemente en sus beneficios y en la diferencia que hace en la vida de la gente… Pero también soy consciente de que hay grandes intereses en contra del vapeo”, finaliza..