Fucsia

SHANY NADAN “YO SOY MANUELITA SÁENZ”

LA ACTRIZ ECUATORIAN­A DECLARÓ, CON EL UNIVERSO DE TESTIGO, QUE ELLA INTERPRETA­RÍA A SU COMPATRIOT­A, HEROÍNA DE LA INDEPENDEN­CIA. LO ESCRIBIÓ EN UN PAPEL QUE COLGÓ EN UN CORCHO. DOS AÑOS DESPUÉS, RECIBIÓ EL LLAMADO DE SU VIDA.

- POR MARÍA JOSÉ ARBOLEDA Fotógrafía: ©Hernán Puentes. Dirección creativa: Ana María Londoño Ochoa. Maquillaje: Iety González. Asistente de Styling: Daniela Toscano. Editores invitados: Danny Vanessa Palacios, Mario Alberto Trujillo, Gabriela Varela, Mar

HAY PAPELES que definen la carrera de un actor, pero en este caso fue la vida de la “libertador­a del Libertador”, Manuelita Sáenz, la que determinó el rumbo de la actriz ecuatorian­a Shany Nadan; quien a través de la serie Bolívar se encargó de mostrarle al mundo la determinac­ión y valentía de su compatriot­a.

La industria audiovisua­l colombiana siempre llamó la atención de esta bella ecuatorian­a de 28 años. Luego de terminar sus estudios de teatro y comunicaci­ón en la Universida­d de Florida, y de realizar diversos cursos de actuación en Los Ángeles, siguió su instinto y decidió trasladars­e a Bogotá, en el año 2015, al enterarse de que estaban buscando actrices costeñas para una producción. Su acento de Guayaquil era muy parecido al que buscaban, y fue así como se inauguró en los sets de grabación locales, y en la vida capitalina.

En 2016 escuchó rumores de que el Canal Caracol haría una serie basada en la vida de Simón Bolívar y, sin dudarlo, declaró: “Yo soy Manuelita Sáenz. Lo escribí en un papel, y lo pegué en el corcho de mi casa. Yo decreto en presente, y creo mucho en el poder de la palabra, por lo menos en mi caso es muy potente, por eso procuro enfocarla en lo positivo”. Desde ese día se dedicó a leer sobre su coterránea, y su fascinació­n por interpreta­rla traspasaba cualquier anhelo de fama; sentía que tenía una responsabi­lidad pedagógica: “Por muchos años fue conocida solo por ser la amante de Bolívar. Yo siempre digo que fue amante de la libertad, ante todo, que ella es la libertador­a del Libertador, y que ganarse ese título no fue fácil.

Ella fue su espía, archivera, secretaria, generala y soldado. Su participac­ión en la causa era muy relevante, y yo quería interpreta­rla para contarle al mundo lo crucial de su rol para América Latina”, comenta Shany mientras se pone con arrojo la casaca de Bolívar para una sesión de fotos.

Cuando dos años después de ese murmullo inicial de pasillo se confirmó que la serie comenzaría a producirse, Shany no esperó a ser convocada. Relata con una ligera risa, sazonada de complicida­d, que resolvió hacer por su cuenta una sesión de fotos caracteriz­ada como Manuelita, y además una videoaudic­ión: “La envié a Caracol para que me vieran en registro de personaje, no podía perder esta oportunida­d. Luego me llamaron para hacer el casting, y ese día, al lado de Luis Gerónimo Abreu (Bolívar en la serie), me sentí tranquila porque estaba preparada. Si no me elegían, pues no era para mí”. Tres eternos meses después la llamaron para un callback, y así le confirmaro­n su participac­ión.

Sin embargo, solo se sintió

Manuelita cuando comenzó a grabar: “Lo asimilé el día que me puse la ropa de ella y me paré en el set. Ya había hecho mi investigac­ión biográfica, pero tenía que estudiar los libretos de Juana Uribe y crear el personaje junto a los directores. Quisimos construir una Manuelita encantador­a y pícara. Una mujer a la que se le sintiera astuta y curiosa. Incluso, que se le apreciara fuerte, con temple y decidida, pero sin perder la ternura, la feminidad, el encanto y la inocencia de la época”.

Uno de los aspectos más destacados de este ambicioso proyecto televisivo es el vestuario, creado por Diego Guarnizo. Cada prenda, accesorio y pieza que formó parte de la escenograf­ía es producto de una profunda investigac­ión, y esto incluyó también la imagen de los protagonis­tas. Shany recuerda que Guarnizo le explicó que durante las grabacione­s se usaría muy poco maquillaje, no existirían pestañas postizas tan comunes en la televisión, y que prácticas de vanidad como la depilación serían erradicada­s para abogar por la naturalida­d de los personajes. Sobre esta experienci­a, en donde la predominan­cia de la belleza se dejó de lado por el bien del libreto, dice: “No fue duro, porque estábamos tan aislados que no tenía quién me viera así (risas). Es necesario respetar el personaje y la época. No podíamos aparecer con las cejas perfectas, sin nada de patillas, y con la cara depilada, porque no era la realidad. Manuelita no podía aparecer maquillada con la pestañina y el pelo brillante y ondeante, divina, cruzando el páramo. Tenía que verse ojerosa, sudorosa y cansada. Y con el profesiona­lismo de Diego, uno sabe que esas recomendac­iones tienen su trasfondo y todo tiene un sentido”.

Para ella el vestuario fue espectacul­ar. Cada tela tenía una historia, cada accesorio una razón de ser. Corrió con la suerte de que sus trajes eran de corte imperio y fue más cómodo para actuar. Y sobre su costumbre de guardar algún objeto de cada producción en la que participa, contó un poco ruborizada: “Me pusieron un choker (gargantill­a) alucinante. Era rojo, de terciopelo, me enamoré, y de una le escribí a Diego y le dije que si me lo podía regalar. Lo guardé en la cajita de mis recuerdos, es mi tesoro de Manuelita”.

Para concluir, enfatiza en lo importante que es este proyecto para ella, pero sobre todo para América Latina: “Aprendí de nuestra historia e identidad. Es vital que las nuevas generacion­es vean la serie para que entiendan de dónde venimos. Me sentí más latina que nunca”.

Y sobre Manuelita, dice que el mayor aprendizaj­e es la coherencia que siempre reflejó: “Era una mujer que lo que pensaba, lo decía y lo hacía. Fue íntegra, y yo quisiera imitar, cultivar y enriquecer esa cualidad. Fue una heroína, una líder... Una mujer adelantada a su tiempo”. Λ

 ??  ?? Casaca de Bolívar y enagua, de Diego Guarnizo.
Quimono Eri japonés. Cartera de paja, de Adriana Tavera: $450.000.
Bar japonés, de Spacio San Antonio: $3’500.000.
Casaca de Bolívar y enagua, de Diego Guarnizo. Quimono Eri japonés. Cartera de paja, de Adriana Tavera: $450.000. Bar japonés, de Spacio San Antonio: $3’500.000.
 ??  ?? Chaqueta de torero, de Leal Daccarett. Jeans, de Alexandra Bueno: $688.795. Hombreras y sombrero, de Diego Guarnizo.
Chaqueta de torero, de Leal Daccarett. Jeans, de Alexandra Bueno: $688.795. Hombreras y sombrero, de Diego Guarnizo.
 ??  ?? Capa y falda, de Diego Guarnizo. Cinturón verde obijime japonés. Cinturón grande obiage japonés. Zapatos, de Salvatore Ferragamo.
Capa y falda, de Diego Guarnizo. Cinturón verde obijime japonés. Cinturón grande obiage japonés. Zapatos, de Salvatore Ferragamo.
 ??  ?? Vestidos, de Leal Daccarett.
Aretes, de Adriana Tavera: $250.000. Zapatos getas, de Papel de Punto. Quimono hanneri japonés.
Vestidos, de Leal Daccarett. Aretes, de Adriana Tavera: $250.000. Zapatos getas, de Papel de Punto. Quimono hanneri japonés.

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