HALLAZGO
EN DESACUERDO CON LA CONCEPCIÓN QUE DISCRIMINA EL ARTE DE LA FUNCIONALIDAD, ISAMU NOGUCHI CONSTRUYÓ UNA CARRERA EN LA QUE APLICÓ LOS PRINCIPIOS ESCULTÓRICOS AL DISEÑO. LAS ESTILIZADAS FORMAS ORGÁNICAS DE ESTE SOFÁ LO MANIFIESTAN.
Los platos de OCHOINFINITO rompen las fronteras entre lo artístico y lo funcional mientras lanzan guiños de estilo.
Isamu Noguchi nació en Los Ángeles, en 1904. A los 23 años obtuvo la beca Guggenheim, después estudió en París y fue ayudante del artista rumano Constantin Brancusi. Durante su trayectoria, que mantuvo vigente hasta 1988 –año de su muerte–, creó esculturas abstractas y realistas. Usó todos los materiales que tuvo a su alcance: piedra, metal, madera, arcilla, hueso y papel, y empleó métodos de tallado, fundido, seccionado, golpeteo, cincelado y dinamitado. “Considero que cualquier material, cualquier idea sin obstáculos que surja en el espacio es una escultura”, decía Noguchi. Su creatividad desbordó las fronteras para abarcar el desarrollo de escenarios, mobiliario, iluminación, interiores, plazas y jardines. Sus formas orgánicas marcaron una gran influencia en el diseño de mediados del siglo pasado, como la icónica mesa que todos conocemos y que lleva su nombre. En el 2002, la firma Vitra comenzó a fabricar la reedición auténtica de este sofá con otomana que presentó Noguchi en 1946 y que denominó Freeform. Estas piezas, que evocan la forma de las rocas conocidas como cantos rodados, desdibujan los límites del arte y la funcionalidad y conjugan los valores de estética y comodidad.