Jet-Set

JULIÁN ARANGO Y ANTONIO SANINT. CON SU STAND UP EN NETFLIX.

Después de presentar durante 18 años Ríase el show en las tablas del país y del exterior, este par de comediante­s con la misma chispa, experienci­a y menos pelo, tendrán su stand up comedy en la plataforma más vista de streaming.

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Después de presentar durante 18 años Ríase el show, los comediante­s harán reír con su stand up comedy a los usuarios de la plataforma más vista de streaming.

El show para Netflix lo grabarán el próximo 8 de agosto en el Teatro Municipal de Cali, donde siempre los acogen con cariño. Ahora están en el proceso de internacio­nalizar el libreto e incluir a Donald Trump, Pepe Mujica y Nicolás Maduro. Revivirán a Don Quijote, al taxista atravesado y al Pote y el Petaco, dos viejos cachacos de pura cepa a los que todo les parece “lobísimo”, que son los favoritos del público. “Desde chiquitos fuimos bañados de esa informació­n cachaca. Mi mamá fue muy amiga de Alfredo Iriarte, un rolo chirriado que hablaba del vergajo y la guaricha. Nos encantan los cachacos porque tienen una particular forma de vestirse y unos rituales que es importante mostrar. Por ejemplo, bogotano que se respete no

salé mucho dé su casa, lé gusta andar Én bata y en pantuflas como Lucas Caballero, un pensador y Éstadista”, cuénta Julián.

DÉ rééénté sé transforma­n Én sus éérsonajés. El Poté Arango dicé qué lé Éncanta la música dé Tchaikovsk­y y los boléros. “Soy un bailarín dél carajo. Mi canción éréférida És San Fernando. Todo lo de Lucho Bermúdez es genial. Él era costeño pero se arroló, igual que García Márquez. Si él no hubiera llegado a Bogotá se habría quedado véndiéndo cocos o mangos, y no sé habría ganado Él Nobél”. Por su éarté, al Pétaco Sanint lé gusta Él réguétón: “Si té gusta Él réguétón dalé, mami dalé” o “Déséacito, suavécito, éorqué así És más rico”, empieza a cantar. Este par de viejos dicen que nunca hacen fila, que el afán es de la clasé média y qué no lés éréstan élata a sus amigos porque la pierden. Piensan que a Bogotá le hace falta un gobérnanté como Trumé éara qué saqué todos los “amérindios” y qué miéntras más frio haga Én la ciudad méjor éara qué la génté sé vaya y quédén éocos. No lés gustan los vécinos. “Mi casa És mi casa y su casa És su casa. Nada dé qué si le puedo dar una tacita de azúcar, si no tiene para comérarla éués sé jodió”, dicé Él Pétaco. Y réséondé los insultos con la frasé: “Encantado dé no sér tu mamá”.

En el show que harán el 8 de agosto en Cali hablarán de Pepe Mujica, Donald Trump y Nicolás Maduro. Y sacaron del libreto a Peñalosa y a Petro porque son muy locales.

Hablar con ellos es un chiste y la gente que los oye no puede parar de reírse, como pasó en la plazoleta del Rosario en Bogotá, donde posaron para Jet-set. “Siempre nos ha gustado mucho el centro. Desde chiquitos, como nuestras familias no tenían plata para darnos un carro nos caminábamo­s Bogotá de arriba abajo y alucinábam­os cuando encontrába­mos un dinosaurio como esos”, bromea Julián, señalando a un señor que ven pasar con sombrero, bastón y su traje con doblez y bien planchado.

Julián y Antonio llevan 34 años ‘mamando gallo’ juntos. Empezaron cuando estudiaban en el colegio José Joaquín Casas y creaban personajes para esconder su timidez y conquistar a las niñas en las fiestas. “No hay mejor afrodisiac­o que el humor”, dice Julián. Afortunada­mente en cuestión de mujeres tienen gustos muy distintos: “Yo soy más roquero o sea que me gustan las hippie chic; las de Julián son más tradiciona­les”, complement­a Antonio. Hoy su humor ha evoluciona­do y ya no lo hacen para “levantar viejas” porque los dos tienen pareja, sino para distraer a sus amigos y familiares en los paseos, aviones y rumbas. “Siempre nos dicen: ‘cuéntese ahí un chiste o venga, haga como fulanito’. Y cuando uno empieza los hijos le dicen a uno: ‘Ya papi, no más, era solo un chiste, eso ya lo contaste”, se ríen los dos.

Según ellos, los seres humanos tienen solo tres cuentos buenos en la vida que repiten una y otra vez. El mejor de este par es cuando fueron a cubrir para CM& el Reinado de Belleza de Cartagena hace muchos años y se disfrazaro­n de meseros para poder entrar al cuarto de las candidatas de Vichada y Guanía, que estaban custodiada­s por las chaperonas. Su actuación fue tan creíble que lograron superar la barrera y entrar escondida una botella de trago que se tomaron con las reinas y al día siguiente se levantaron enguayabad­os a seguir haciendo sus divertidos informes para el noticiero.

Anécdotas como esta tienen millones que alimentan sus libretos. Ellos se reúnen, apuntan sus primeras ideas en post-it, improvisan y finalmente lo que más les gusta lo escriben. Aparte del show que hacen juntos, cada uno tiene su propio stand-up: el de Julián se llama Ni idea y el de Antonio, ¿Quién pidió pollo?

Ellos fueron los pioneros de este género en Colombia y cuando empezaron a presentars­e en los años noventa en bares bogotanos tenían como telonero al famoso Andrés López de La pelota de letras. Ellos les abrieron el camino a otros como Alejandro Riaño y Ricardo Quevedo, quienes también harán parte de la parrilla de Netflix. Gracias a Julián y Antonio, muchos en Colombia quieren ser comediante­s y la programaci­ón de los teatros está llena de stand-up, porque es lo que está de moda.•

Llevan 18 años haciendo Ríase el show, se han presentado en casi toda Colombia y dos veces en Nuevayork. Su sueño era llevarlo a video para que más gente los pudiera ver.

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Los dos son expertos bailarines de reguetón, pues saben que es el único chance que tienen para que las jovencitas de ahora les paren bolas. El Pote y el Petaco toman café en las tardes y lo acompañan con un aguardient­e. “Son las onces, porque...
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Este par de chiflamica­s pararon el tráfico en la plazoleta de la Universida­d del Rosario, donde posaron para Jet-set. En cuestión de amores, a ellos no los dejó el tren sino el bus.
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Ellos también harán parte de la nónima de Comedia a la carta, volumen 2, que se realizará los viernes y sábados de agosto en el restaurant­e El Pórtico, en Bogotá, junto a Diego Trujillo, Alejandra Azcárate, Yaneth Waldman y otros más.

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