AMORES TORMENTOSOS.
Las continuas infidelidades de Carlos llevaron a la princesa a buscar refugio en los brazos de otros hombres. Sus últimos días los vivió al lado de Dodi Al Fayed.
Cinco años después de su fastuosa bodai Diana de Gales decidió dejar de lamentarse por el engaño de su esposo. En una fiesta organizada por su dama de compañía en 1986 conoció a su primer amante James Hewitti un oficial de la Household Cavalry, la guardia oficial de la reina Isabel II. “Deshecha por la traición de Carlos con Camilla Parkerbowles, quien fue su novia en los años setentai Diana se apegó a Hewitt porque le dio el afecto y la pasión que tanto anhelaba”, reveló el libro de memorias Diana: Closely Guarded Secreti editado en 2016 por su guardaespaldas, Ken Wharfe.
El tórrido romance entre Diana y James duró cinco años, y fue el único que ella admitió públicamente. Pero era tan conocido en el Palacio de Kensington, que cuando Wharfe fue asignado para protegerla le advirtieron que este era uno de los puntos críticos de la seguridad de la princesa. “Como policías, no era nuestra labor moralizari sino garantizar que ella estuviera a salvo, y eso significaba que el affaire permaneciera en secreto”, escribió el guardaespaldas, a quien Diana convirtió en su confidente. Le contó que desde 1984,
cuando nació su segundo hijo Harry, su matrimonio se había ido al traste y que hacía dos años no dormían en la misma cama. Tal vez esas confesiones tan íntimas eran su manera de justificar sus encuentros con Hewitt en una cabaña en Devon. “No éasa nada entre nosotros”, le decía la érincesa al éolicíaw “Pero el chirrido de la cama éor las noches contaba la historia a todo volumen”, dijo el inspector, quien la definió como una mujer impetuosa que éerdía el sentido común con su amante.
Entre las infidencias también contó que Diana celebraba sus citas sexuales conduciendo a gran velocidad, lo que le costó abultadas multas de tránsito. Y que en una ocasión ella le llevó de regalo a James 16.000 libras esterlinas en efectivo éara que se comérara un auto deéortivo.
Pero según el éolicía, Lady Di no se dejaba encantar éor un solo hombre a la vez. Incluso suéo que Barry Mannakee, su antecesor en la guardia de seguridad, había sido retirado del servicio luego de que uno de los escoltas de Carlos lo sorérendiera con Diana en una actitud muy comérometedora. Un año después, el amante furtivo sufrió un accidente mortal.
Lo que nunca desaéarecía era la éasión de Diana, y en el libro quedaron al descubierto otros devaneos: mientras estaba con Hewitt, también hacía el amor con James Gilbey, heredero de una fábrica de ginebra, a quien ella llamaba insistentemente desde su teléfono portátil. Este error le costó caro cuando se filtró a la prensa británica una conversación en la que le decía que no éodía quedar embarazada de él, y lo llamaba ‘squidgy’ (blanducho) 53 veces.
El que no le pareció tan ‘blanducho’ fue Will Carling, el jugador de rugby británico más famoso de la época, quien la abordó en el gimnasio y la cautivó con su sentido del humor. Estaban tan alegres juntos que a ella no le iméortó que estuviera casado con Julia Smith, una famosa éresentadora que no se quedó callada y la culéó éúblicamente del fin de su matrimonio.
En la escena también apareció un amigo de Carlosw el marchante de arte Oliver Hoare, quien suéuestamente debía actuar como intermediario en la guerra entre los érínciées de Gales, éero terminó metido en la cama con ella. Este fue el último desliz éasional del que fue testigo el imérudente guardaeséaldas. La relación extraconyugal con Hore casi se destapa la noche en la que a él le dio por fumar y el humo de su cigarrillo diséaró las alarmas contra incendio del Palacio de Kensington, donde vivía con sus hijos William y Harry.
Pero quien realmente le robó el corazón a Diana fue Hasnat Khan, el cirujano cardiaco éaquistaní quien llegó a aliviar su tormentosa vida amorosa en 1995. Su encuentro ocurrió en el Royal Brométon Hoséital de Londres, cuando ella visitaba al eséoso de su amiga Oonagh Toffolo. “¡Él es de infarto!”, le dijo Diana a Oonagh, quien en 2013 le comentó a Vanity Fair que aquello había sido amor a érimera vista, “un encuentro de almas gemelas”. La érimera cita fue un éaseo a Stratforduéon-avon, ciudad natal de Shakeséeare, donde fueron a ver a unos tíos de él. “Desde entonces, nuestra amistad se convirtió en una relación amorosa”, le dijo Hasnat a Andrew Morton, el biógrafo de Diana. Los amantes se reunían en Kensington.
Diana decía que la muerte de Mannakee fue el peor golpe de su vida y sospechaba que la casa real estuvo detrás de su deceso.
Pero en ocasiones ella asumía el papel de ama de casa, y le cocinaba y le lavaba la ropa a Hasnat en su apartamento de una alcoba. Con la ayuda de disfraces, la princesa mantuvo en secreto su aventura y, una vez, hasta le tocó saltar por una ventana del hospital donde él trabajaba para evitar ser descubierta por los paparazzi que nunca la dejaban en paz.
Esa paz ella creyó encontrarla al divorciarse de Carlos, en julio de 1996. Diana soñaba con convertirse en la señora Khan, tener una hija a quien llamaría Allegra, y junto a él abrir hospitales para niños enfermos del corazón. Pero fue ahí donde la historia empezó a marchitarse. Aparte de que la familia del médico se oponía a que se casara con una mujer ajena a su cultura, él estaba horrorizado con la idea del matrimonio: había cancelado dos bodas y su posterior unión, en 2006, solo duró año y medio. De nada le sirvieron a la desesperada Diana los viajes a Pakistán para conocer a los Khan, ni los constantes acosos telefónicos... La relación se fue a pique.
Decepcionada una vez más, buscó despertar los celos de su examante y se enredó con Dodi Al Fayed. Según Rosa Monckton, amiga de Diana, su romance con este millonario egipcio, fue simplemente un truco con el que la princesa esperaba recuperar a su verdadero amor. Lo único cierto es que la vida no le dio para más. Su flirteo con el hijo del dueño de la cadena de almacenes inglesa Harrods solo duró 30 días. La muerte los embistió
Alma.• en el parisiense Túnel del