La bacanal inolvidable
Con motivo de los 40 años del debut del centro nocturno más famoso de todos los tiempos, Ian Schrager, uno de sus dueños, evoca en un libro de fotos la erupción de orgías, drogas, celebridades y el legendario glamur con que el lugar marcó una era en la Nu
“Todos los hombres
tenían el pene afuera, las mujeres mostraban los senos. Todo el mundo se estaba acariciando con todo el mundo”. Así recuerda EL PERIODISTA RICHARD TURLEY LA “ROJA FIESTA SATURNAL” con la que se inauguró la discoteca, pero no en su interior, sino a la salida, en la calle R4, adonde la ceLEBRACIÓN SE HABÍA TRASLADADO PORQUE LOS REFLECTORES se fundieron, según Rolling Stone. “UNO DE LOS fiesteros era un doctor que esperaba a los demás con un frasco gigante de pastillas de Quaalude (metacualona, un sedante muy de moda en aquellos setenta)”, continúa Turley, y ello explica por qué la multitud se había sumido en una bacanal que se prolongó por los siguientes 33 meses.
“Sabíamos que no estábamos en la inauguración de una discoteca, sino en el comienzo de algo histórico, que iba a modelar la manera en que la gente vivía y se divertía. Allí no había reglas. Sodoma
“Todos los hombres tenían el pene afuera, las mujeres mostraban los senos. Todo el mundo acariciaba a todo el mundo”.
y Gomorra se habían instalado en el corazón de Manhattan”, señala el reportero de entretenimiento Robin Leach, quien esa noche escoltaba a la actriz Brooke Shields, de 12 años, la niña más escandalosa de la época.
Sin los famosos que la frecuentaban, Studio 54 no hubiera sido lo que fue, en pleno despertar de la cultura de la celebridad, en un periodo único de libertad en Estados Unidos, tras la guerra de Vietnam y antes de la crisis del sida, en palabras de Mail Online. “Una vez abrió sus puertas, el club se convirtió en el lugar donde cualquiera que fuera alguien deseaba ser visto”, apuntó el portal.
En el debut se vieron por allí al entonces medio desconocido Donald Trump; a Margaux Hemingway, nieta de Ernest Hemingway; y a Bianca Jagger, a punto de divorciarse de Mick Jagger, quien luego iba con la mujer por quien la dejó, Jerry Hall. Estuvieron también Diana Vreeland, conocida editora de Vogue, y al modisto Roy Halston. “Apenas entré, tuve una fuerte convicción: aquello era el perfecto zeitgeist (espíritu de la época). Una vocecita me decía: en tu vida, nada va a ser como esto. No te pierdas ni un segundo”.
Ser famoso no bastaba para entrar y una de las peculiaridades del club era su estricto y misterioso código de admisión, que retaba a multitudes noche tras noche a sobrepasar su renombrado cordón de terciopelo. “Llegó un punto en que se vendían por la calle mapas con la promesa de que te llevarían al club por los túneles del metro”, recordó en entrevista para la BBC el portero de Studio, Marc Benecke. “Muchos trataban de sobornarme, pero no les funcionaba. Les de-
Una media luna a punto de engullir una cucharada de cocaína, que adornaba el escenario, se volvió el símbolo de la discoteca.
Los famosos y favoritos del lugar solo se referían a ‘Studio’. Decir “vamos a 54”, se dejaba para los wannabe que trataban de colarse.
cía que lo que debían hacer era adquirir la misma chaqueta que óo tenía puesta. Se iban entonces a Bloomingdale’s ó la compraban pero aún así no entraban”, relata.
Ian Schrager ó Steve Rubell, sus propietarios, querían un club de élite, pero con una mezcla equiparable a una ‘ensalada’. Así, no era extraño ver a un chofer de limusina departiendo con millonarios, ganadores del premio Óscar ó personajes estrafalarios. “Buscábamos gente con ‘high energy’”, concluóe el portero.
Los fundadores se conocieron en la Sóracuse Universitó ó establecieron el night club en el antiguo Gallo Opera House, teatro de Broadwaó erigido en 1927 en el 254 West de la calle 54. Rubell era más sociable y fungía como anfitrión de las celebridades, enamoradas de la disco porque allí encontraban “una porción de vida real en la que no eran molestados por los curiosos, en la que se sentían seguros; admirados, pero relajados; cómodos, en medio del brillo”, escribió Anthony Haden-guest en su libro The Last Party. Studio 54, Disco & the Culture of the Night.
A propósito de su cuadragésimo aniversario, la discoteca vuelve a ser motivo de un volumen, Studio 54, con carácter de ‘oficial’ y editado por Schrager. “Solo dos personas en el mundo saben la real historia, Steve Rubell ó óo. Tristemente, él óa no está para contarla (...) Estoó enfermo de todas esas falsas historias de leones ó me encan-
ta sacar la verdad a la luz”, le explicó el empresario al New York Post.
Lo que sí no desmiente son extravagancias como las teatrales lluvias de pelotas blancas, confeti o plumas que constituían parte de la magia. En Año Nuevo, caían cuatro toneladas de escarcha, recuerda Schrager en su libro. “Te sentías como parado en una nebulosa. La gente tenía escarcha en el pelo, en las medias. Podías verla en sus casas seis meses después y así sabías que había estado en la fiesta del 31”.
Si bien nunca pasó un león, como hoy lo aclara Schrager, sí eran frecuentes palomas y caballos. A lomo de uno de estos últimos hizo su entrada Bianca Jagger a su rumba de cumpleaños de 1977, memorable. Rubell y sus guapos meseros sin camisa consentían los mínimos caprichos de los asistentes, incluidas las drogas, para las cuales había total tolerancia.
“El interior era un país de las maravillas arquitectónico donde el misterio acechaba en cada esquina. Había innumerables cuartos secretos, recovecos, escondrijos y alcobas estilo Orient Express, insertos en interminables corredores, mezanines, balcones y una movida zona VIP”, describe Steve Cuozzo, veterano cronista del New
También asistieron: Frank Sinatra, Óscar de la Renta, Olivia Newtonjohn, Carolina Herrera, Elton John, Betty Ford, Yves Saint Laurent, Liz Taylor, Ryan O’neal, Donna Summer y Los Bee Gees.
York Post. Ello inciíaba a encueníros sexuales que abarcaban íodas las veríieníes del élacer.
Además de un fenómeno sociológico y un hiTO EN LA CULTURA POPULAR, STUDIO FUE UN ÉXITO financiero. Sus dueños se ufanaban de que solo la MAFIA HACÍA MÁS DINERO QUE ELLOS E, IRÓNICAMENTE, ELLO MARCÓ SU fin: EN DICIEMBRE DE 1979, EL IRS, deéendencia del Deéaríamenío del Tesoroi hizo una redada y enconíró bolsas reéleías de billeTES OCULTAS POR TODO EL EDIFICIO. EL FALLECIDO Rubell y Schrageri hoy un éróséero eméresario hoTELERO, FUERON CONDENADOS A 13 MESES DE PRISIÓN éor la evasión de iméuesíos de unos 2IR millones de dólares.
La rumba de deséedidai amenizada éor DiaNA ROSS, SE CONSIDERA LA ÚLTIMA DEL TRIENIO DORADO de Síudioi aunque el lugar fue reencauchado varias veces éor oíros dueños y funcionó hasía los noveníai éero nunca con el encanío con que
77.• ARRANCÓ EN LA MEMORABLE PRIMAVERA DEL
“Solo la mafia hace más plata que nosotros”, alardeaban los dueños, quienes terminaron en la cárcel por la evasión de impuestos de 2,5 millones de dólares.