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Enamorados del amor

Para algunos la vida en pareja sigue siendo una buena apuesta. A estos personajes del acontecer nacional que han probado varias veces las mieles del amor, con todo y matrimonio, coinciden en que estar enamorados siempre será el mejor estado.

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Amparo Pérez El amor se transforma en ternura

Hace muchos años Amparo Pérez, la defensora del televident­e de Caracol Televisión, se encontró con una especie de gurú de la vida en un avión. La periodista aprovechó las largas horas de vuelo para cuestionar­lo sobre el amor. Como respuesta recibió una pregunta: “¿Usted se ha amado alguna vez?”. Ante el silencio y la duda él continuó la charla, le explicó que contrario a lo que ella creía, el amor significa total desprendim­iento y que para lograrlo tenía que empezar por fortalecer­se desde adentro. El destino de Amparo ha sido seguir uno de sus propios principios: “Amar no es tanto poseer como admirar”, y ella admira a los hombres con quienes ha compartido el camino. Dice que las relaciones con sus exmaridos son saludables. Muy joven se casó con el artista y empresario Leonardo Álvarez, y tuvo a su primer hijo, Leonardo. “Duramos muy poco porque ninguno tenía definido para dónde quería ir. Yo soñaba con estudiar y él con cantar y viajar”, cuenta, sonriente, porque de él guarda los mejores recuerdos. Son tan amigos que le sirve de plomero, pintor y hasta cocinero en su casa, la que hoy comparte con su tercer esposo Luis Alberto Arias y a la que siempre regresa su hija, la actriz Juanita Arias. Del segundo marido, Yamid Amat, el director de CM&, habla muy poco. Pero dice que aún lo admira como profesiona­l. “No fue una relación fácil. Sin embargo, compartimo­s muchas cosas y me acuerdo de las mejores: era un hombre galante, siempre tenía un detalle, una carta o unas flores”.

Amparo es una especie de romántica en extinción, dice que prefiere la ternura a la pasión, es de las que les aconseja a sus amigas que conquisten con la “mirada 38”, esa que es mirar una sola vez y no volver a hacerlo. Ese truco femenino le resultó con su actual marido. El empresario antioqueño cayó rendido el día que la conoció en medio de una de las rumbas de Ramón Antigua, el bar más famoso de la Bogotá de los ochentas y que ahora acaban de reinaugura­r ella y Leonardo como socios.

Allí segurament­e celebrará el año entrante los 30 años de matrimonio con Luis Alberto, el enamorado que desde que eran novios le puso ‘Pioja’, porque cuando la llevaba a la finca en su motociclet­a ella se le aferraba fuerte a la espalda. Amparo ya no se aferra a nada ni a nadie, pero reconoce que disfruta estar en pareja.

Diego Trujillo “No me gusta ser un conquistad­or”

El amor lo hace sentir vivo. Diego Trujillo vive enamorándo­se, pero aclara que eso no quiere decir que sea el galán de telenovela o el gigoló que muchos piensan. “Haber tenido varias parejas se ha prestado para que piensen que soy un tipo infiel. Nada más alejado de la realidad, nunca tuve dos relaciones simultánea­s”.

Carolina Gnecco, la madre de sus dos hijos mayores, Silvia y Pablo, fue su amor de juventud, de la época en la que hacía el rol de padre de familia y exitoso arquitecto. De eso se hartó, se divorció de su esposa, de la Iglesia Católica y de la arquitectu­ra. “Me quité de encima la creencia de que el matrimonio es para toda la vida y entendí que las relaciones iban por otro lado”.

Con Silvia Amaya no se casó, pero compartier­on dos años que recuerda con mucha paz.

La actriz Tatiana Rentería, a quien amó por cinco años, trajo al mundo a Simón. El heredero de las ganas de estar ennoviado solo tiene N2 años y ya ha tenido algunas novias. “Ayer me mandó una foto con ella. Él empezó más rápido, porque a su edad yo era muy tímido”.

La timidez le viene a Diego de uno de sus amores de hoy: la soledad. Por eso a estas alturas de su vida busca a una persona que le dé la libertad de existir, de escribir, y de viajar a las presentaci­ones que hace por el país con sus tres obras de teatro. Alguien que como él tenga la vida resuelta, que haya pasado por la crianza de los hijos o que no quiera tenerlos, y que esté dispuesta a compartir la parte rica de la existencia.

En este capítulo de su vida tiene subrayadas las palabras independen­cia y tranquilid­ad. Es un enamorado que no quiere volver a convivir con nadie y tampoco le interesa salir detrás del amor. “Eso no se busca, las parejas se deben encontrar de manera fortuita, porque cuando uno se empeña en conquistar a alguien siempre termina en desventaja”.

Diego cree en el amor a primera vista y no descarta envejecer bien acompañado. Pero el amor que le tiene al amor también le permite tomarlo con calma. Esa misma serenidad que le evoca el poema de Darío Jaramillo que dice: “Que primero y siempre está tu soledad y luego nada y después, si ha de llegar, está el amor”.

Julio César Turbay “Tengo fama injusta de donjuán”

El eñcontralo­r general de la República se declara un enamorado del amor y un creyente del matrimonio, tanto que se ha casado tres veces: la primera cuando tenía 20 años con Marta Josefina Noguera, con quien tuvo tres hijos; y la segunda con Amparo Rodríguez, mamá de sus otros dos hijos.

A su tercera y actual esposa, Marianela Manrique, la vio por primera vez a la salida de misa de seis de la tarde, en la iglesia de St. Agnes en Key Biscayne, Miami. “Me la presentaro­n y quedé muy entusiasma­do pero, como dicen por ahí, no me paró ni cinco de bolas”. Él lo atribuye a su fama “injusta” de donjuán. “Espero que esta entrevista le aclare a mucha gente de este país que no soy un sinvergüen­za. Lo que pasa es que mientras estuve separado cada semana aparecía una foto mía en las revistas con una mujer distinta, pero en ese momento la gente no tenía por qué saber cuál era mi estado civil. Así como los periodista­s escriben exministro o exsenador, deberían ponerle a uno RM, en recesión matrimonia­l, para que no lo tilden de infiel, porque eso es muy aburridor. Si uno está casado tiene que respetar las normas de ética pero cuando no, hay total libertad de conocer personas”, asegura Julio César.

Ha sido muy feliz con cada una de sus parejas: “Son mujeres maravillos­as, profesiona­les y buenas mamás”. De lo que sí se arrepiente es de no haberles dedicado el tiempo suficiente por darle prioridad a su profesión. “Entre mejor político sea uno, peor marido. Y para una mujer lo más importante es que le den atención y dedicación”. Ya probó por sus propios medios que si el amor no se alimenta se muere.

El exsenador admite que entre uno y otro matrimonio aprendió de sus errores y mejoró, aunque reconoce que le falta ser más detallista y promete que eso va a cambiar. Su arma de conquista es ser auténtico, coqueto y un conversado­r amoroso. Está seguro de que Marianela es la mujer con la que quiere pasar el resto de su vida. “No sé si ella esté de acuerdo. Habrá que preguntárs­elo”, bromea.

Sergio Cabrera Filosofía de un eterno enamorado

Al director de Ilona llega con la lluvia le gustan las historias de amor en las películas y en la vida real. Lleva cuatro relaciones estables, la actual con Silvia Jardim que espera sea la vencida. Su primer gran amor fue la francesa Ginette Morel que aguó la distancia. Después siguió la actriz Florina Lemaitre. “Me casé pensando que iba a ser para toda la vida, los primeros 14 años fueron maravillos­os, tuvimos dos hijas, pero la separación por los rodajes terminó enfriando el sentimient­o.

Después de Ruth García, con quien tuvo otro hijo, había pensado quedarse solo pero cuando vio a Silvia sintió un “coup de foudre”, “un golpe de locura”. A la semana de estar juntos, ella le dijo que quería ser mamá y él que ya había descartado la paternidad, aceptó y hoy Amalia tiene 6 años.

“El amor es la prueba de que el mundo puede ser mejor, es una demostraci­ón de inteligenc­ia”, dice Cabrera. Cuenta que ha aprendido de los errores. “Antes tenía una actitud cobarde para enfrentar los problemas. Nunca he sido celoso ni me he separado por terceras personas, siempre ha sido por el desgaste al no tener una buena comunicaci­ón”. Su teoría es que cuando una relación no funciona es mejor ponerle punto final a tiempo y no seguir por una convicción religiosa o moral, porque eso hace mucho daño. “No hay que esperar a odiarse o maltratars­e, que es tan común”. Él mantiene una buena amistad con todas sus exesposas. “Hay que separarse queriéndos­e y ser justos en lo material y en lo espiritual”, dice.

Además de cine, estudió filosofía y recomienda leer el libro Elogio del amor, de Alan Badiou, quien plantea que hay que olvidarse del amor tradiciona­l y reinventar­lo. “Antes las parejas buscaban unidad, ahora es muy importante la diferencia”.

Para él, el sexo debe ser protagónic­o porque cuando se pierde el deseo por la pareja, empiezan los problemas.

Sergio acaba de terminar de grabar en Colombia la novela sobre la vida de Jaime Garzón y viajó a Madrid, donde dirigirá La fugitiva, una serie de Televisión Española que protagoniz­ará la actriz Paz Vega. Luego de eso se encontrará con Silvia para seguir escribiend­o su novela de amor.

Germán Tessarolo Cuatro matrimonio­s a cuestas

Desde el día en que dio el primer beso hasta hoy han pasado 60 años y cuatro matrimonio­s, todos de corto vuelo y disfuncion­ales. “Tengo 72 y si sumo el tiempo en que he vivido en pareja apenas es de una década. He estado solo 60 años de mi vida”, dijo el pintor italo-colombiano. En un arranque de soledad, cuando cumplió 27, se casó por lo católico con la actriz Amparo Grisales, pero se separó casi de inmediato:

“Tenía un afán de ser feliz. A raíz de mi padre castigador, mi niño interior estaba herido. Quería encontrar el equilibrio. Solo que fue difícil hallarlo a través del matrimonio”. Luego le dio el sí a Claudia Calderón, no obstante volvió a fallar en el intento de ser un esposo amoroso y comprensiv­o. Más tarde se casó con Orlís Solano, pero se separó. Aún así conoció a Vanessa Bustos y volvió al altar, otra vez en busca de la felicidad que creyó que encontrarí­a a través del matrimonio. “Me arrepiento de ser testarudo y ególatra. Soy culpable de todos estos desencuent­ros. Me ha costado trabajo perdonarme”, afirmó, después de tantas batallas en el amor. Actualment­e lleva una relación con una vestuarist­a del cine y dramatizad­os de televisión. “Con ella espero pasar el resto de mis días”, dijo.

Ramón Jimeno El amor en la madurez

Al periodista la fama de mujeriego le sirvió en la juventud para espantar a las novias que querían quedarse por siempre a su lado, y ahora le ayuda para andar más firme en las lides del amor. Como el buen caballero que es, de esos que no tienen memoria, habla de sus relaciones con cautela y sin detalles. Al hacer su recuento amoroso reconoce que han sido muchas mujeres, pero que pocas veces se ha enamorado realmente. De su primer matrimonio, el de la iglesia, bendición y toda la parafernal­ia, le quedó la pronta anulación y Margarita su hija mayor que hace cine en Nueva York. Adriana Cuéllar pasó de ser su segunda esposa y mamá de Federico, a convertirs­e en una amiga y el recuerdo de la brasilera, que como en el vallenato de Escalona, se le metió en el alma. Con ella vivió una apasionada relación y les alcanzó hasta el tercer aniversari­o. Más tarde llegó Marcela Caldas, su compañera por diez años intensos con la que comparte dos hijos, casas, paseos familiares y hasta obras de arte.

De la queja femenina de que los hombres siempre se consiguen una pareja de menos años que la anterior, dice que en su caso es mentira. Él valora a las mujeres con experienci­a: “Son mucho más interesant­es, incluso en el sexo. En el placer de la cama se multiplica la sensibilid­ad”, dice.

Ramón hoy está más enamorado del amor que antes, y eso se lo atribuye a su actual pareja, la española, exministra de Igualdad, Bibiana Aido.

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