María Paz Gaviria “Artbo no es elitista”
La labor de llevar el arte fuera de las galerías y museos del país se ha visto recompensada con la asistencia de más de 150.000 personas en los últimos cinco años a Artbo. Su directora ha tratado de conectar las expresiones de viejos artistas con la nueva generación de la plástica nacional, incomprendida por las técnicas que rompen con la pintura tradicional. Este año no fue la excepción.
En los días que
anteceden a Artbo, su directora María Paz Gaviria toma más café del que sugieren los médicos y nutricionistas. Jamás ha contado el número de tazas que la mantienen activa desde la madrugada cuando despierta para comunicarse con los galeristas y coleccionistas que están en Europa, donde los relojes llevan seis horas más que Colombia. Sin excepción atiende a todos y les plantea soluciones a los problemas que presentan a último minuto, por supuesto con el apoyo de decenas de colaboradores que también se pegan el madrugón. “Esta época es muy dura. Nos preocupamos mucho, pero finalmente las cosas salen bien”, dijo la ejecutiva que de manera incansable y risueña repite las cifras que mueve la feria de arte más importante del país.
Este año convocó a 355 artistas y 75 galerías de 18 países del mundo, para un total de 3.000 obras significativas de las diversas escuelas y corrientes, incluyendo el movimiento gráfico nacional de mediados del siglo pasado y el arte conceptual de nuestros días.
En esta edición de la feria, y como era de esperarse, surgieron los desafíos de siempre como el intento de superar las cifras de asistencia de otros años y la posibilidad de reclutar un público que vive prevenido frente al arte, por considerarlo un privilegio de los grupos intelectuales y académicos. Gaviria Muñoz habló con Jet-set.
Se cree que este tipo de ferias son para los grandes coleccionistas. ¿Cómo han cautivado a compradores que viven al debe por las cuotas del carro y la tarjeta de crédito? –Una feria que nace desde la Cámara de Comercio de Bogotá no está dirigida a un mercado especializado o de eruditos. Nuestras iniciativas buscan ampliar el número de espectadores con la realización de foros, talleres y salones de exposiciones para todos los públicos. El año pasado asistieron 35.000 personas. La cifra se dobló frente a la de hace cinco años. Mucha gente encontró obras desde 500.000 pesos.
¿Qué hacer para que el arte deje de ser elitista? –Tenemos una sección para galerías nuevas con obras gráficas y artistas emergentes que son más económicas. Artbo es un espacio en el que se puede preguntar con tranquilidad y despejar dudas frente a un tema que parece complejo.
¿Eventos como Barcú, la Feria del Millón y Odeón, con entradas más económicas y obras no tan costosas, le han robado público a Artbo? – La Cámara de Comercio creó nuestro proyecto cultural para estimular a toda la industria de las artes plásticas. Siempre pensamos en el crecimiento de la ciudad. Ahora tenemos un gran abanico de recintos de exposición y una amplia oferta cultural. Estas ferias satélites también existen alrededor de Art New York y Art Basel, de Miami.
Artistas como el maestro Fernando Botero tienen una visión muy crítica frente a este tipo de ferias por la explosión de obras conceptuales, las instalaciones y el tanto que dijo que esto no es arte –No voy a entrar en la discusión de qué es o no es arte. Las sociedades tienen derecho a disfrutarlo. Hay expresiones y creaciones para todos. Personalmente creo que debemos echarle una mirada a las nuevas tendencias mundiales. El arte no tiene que gustarle a la mayoría de las personas. Algunas obras no producen placidez ni nos invitan a contemplar algo bello. El arte mismo a través de la historia se ha sublevado frente a las propias corrientes artísticas. Hay muchos antiacadémicos, contestatarios, críticos de las sociedades y del individuo en las ferias y galerías.
Hablemos de obras como el orinal masculino firmado por Marcel Duchamp y el jarrón de Ai Weiwei inspirado en la botella de Coca-cola. ¿Le gusta el fenómeno del arte provocador y hasta humorístico? –Este tipo de arte me fascina. Duchamp es importante porque hace hincapié en esa pregunta incisiva de ¿qué es y qué no es arte? Acaso, ¿un objeto es arte porque lo firmó un artista? Ese continuo debate me encanta.
Mucha gente cuestiona la obra inspirada en una cama desordenada que hizo Tracey Emin, y los tiburones de Damien Hirst. Con este tipo de creaciones las mamás, las tías y las abuelas ya no encuentran obras para decorar la casa. –En el arte contemporáneo hay de todo. Hay mil formas de mirarlo. Lo bello para mí no lo es para los demás. Las personas debemos tener en las casas aquellas obras que nos generen goce. El arte de hoy tiene una función muy crítica de la sociedad y el hombre.