“Me hubiera gustado acostarme con Diana”
Los recientes desaires de Trump a la reina Isabel de Inglaterra son lo de menos. Lo grave fue la revelación de los morbosos comentarios que había hecho sobre las mujeres de la familia real británica antes de ser presidente.
Después de varios aplazamientos, el mandatario cumplió finalmente su deseo de ser recibido por la reina de Inglaterra, una foto que anhela tener cualquiera que pretenda ser alguien en la historia. No se sabe qué tan deseosa estaba ella del encuentro, pero en todo caso le tocaba, porque su trabajo como jefa de Estado es atender a los gobernantes de otros países. A la final, la cosa no salió del todo bien, porque en los actos de recepción en el Castillo de Windsor, él se saltó el protocolo torpemente. Primero la hizo esperar más de diez minutos, algo que no ha sido para nada la norma en sus seis décadas de reinado. Luego, le dio la espalda a la monarca durante la revista a las tropas, una suprema grosería para con una dignataria que además es una venerable anciana de 92 años. Los parientes de la reina sí no hicieron ningún esfuerzo por conocer a Trump, de cuyos agresivos comentarios no se salvan ni los países que han sido aliados históricos de su país, como el propio Reino Unido. Lo que poco se sabe, es que el príncipe William, uno de los llamados a acompañar a la reina en ocasiones como esta, por ser el segundo en la línea de sucesión al trono, tuvo razones muy personales para no querer estar en el mismo lugar con el magnate. Antes de convertirse en presidente, Trump se había referido a las mujeres de la familia real de Windsor en términos que nadie se había atrevido a usar nunca. En 1997, solo unos meses desde la muerte de Diana de Gales, la fallecida madre de William, le declaró al periodista Howard Stern que se habría acostado con ella, pero solo si hubiera pasado antes una prueba de VIH. Tres años después, Stern lo volvió a entrevistar y había cambiado de opinión, pues afirmó que habría tenido sexo con la princesa “sin vacilación”, y agregó: “Ella tenía la estatura, la belleza, la piel, todo... Estaba loca, pero ese es un detalle menor”. La esposa de William, Kate Middleton, también fue blanco de su impertinencia. En 2012, la revista francesa Closer publicó
unas fotos de ella topless, por lo cual entabló una demanda. Entonces, Trump le escribió en Twitter: “¡No friegues, Kate! Si te gustan los baños de sol desnuda, ¿qué importa que alguien te tome fotos y gane mucho dinero con ellas?”. Otra de la familia que no cuenta a Trump entre sus personajes preferidos es Meghan Markle, esposa de Harry, duque de Sussex. Hace dos años, cuando se acercaban las elecciones presidenciales, ella aseguró que se quedaría a vivir en Canadá, donde grababa la serie Suits, porque le parecía que era misógino y amante divisiones.• de causar