En busca del museo Obregón
El hijo del pintor colombo-español avanza en la ejecución de esta iniciativa en medio de muchas dificultades. Una de las sedes sería la casa de Cartagena, donde murió el artista, solo que una onerosa carga tributaria pesa sobre el inmueble. La deuda en estos trece años llegó a los 270 millones de pesos.
Uno de los guías turísticos de Cartagena se detiene a diario frente a la casa esquinera de la calle de la Factoría, marcada con el número 36-62. “Aquí vivió el maestro Alejandro Obregón, uno de los más grandes”, dice como preámbulo de un relato cargado de romanticismo que resume los grandes amores del pintor y escultor. En el inmueble, depósito de municiones en la época del virreinato, convivió con la artista Freda Sargent y su hijo Mateo Obregón; pero se separaron y el maestro siguió la vida en solitario hasta su muerte, el 11 de abril de 1992, como consecuencia de un tumor cerebral. El guía turístico siempre omite un detalle y es que con la partida del creador colombo-español comenzó el declive de la edificación, hoy agobiada por el impacto del salitre, el abandono y la humedad. Sus hijos Rodrigo y Silvana Obregón quieren transformarla en museo, pero han enfrentado toda suerte de dificultades, como la falta de recursos para desarrollar los trabajos de restauración. Según sus estimativos, se necesita un millón de dólares para poder dejar la casona colonial como en sus años mozos. La mayor parte del dinero se destinaría a la zona en la que esta-
ba ubicado el taller de Obregón, uno de los espacios más prolíficos de su carrera, donde creó sus cuadros de barracudas y del mundo de la tauromaquia. En el proceso, los hermanos Obregón-osorio han encontrado muchas espinas y pocas rosas, en parte como consecuencia de los constantes cambios de gobierno en la capital de Bolívar y, por otro lado, debido a la normatividad del Ministerio de Cultura, que frena los auxilios cuando los inmuebles se encuentran en poder de particulares. Según Alberto Herrera, miembro del comité técnico del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, de nada valió que esta cartera la hubiera declarado patrimonio cultural de la nación en 2002, por iniciativa de la entonces viceministra de Cultura Katya González. En su opinión, los Obregón tendrían que registrar el título de propiedad a nombre de una fundación sin ánimo de lucro: “Esto refleja la gran traba que pone a Colombia en desventaja frente a la preservación arquitectónica. ¡Qué peligro! Casi todos los inmuebles históricos del país están en manos de particulares”. El tema no deja de ser controversial, pues podría fortalecer el patrimonio pero al costo de favorecer intereses particulares con recursos públicos. La Casa Grau, en Bogotá, se salvó de un viacrucis similar. En 2006 fue restaurada con dineros de la nación. “Recibimos unos 250 millones de pesos y todo porque el propio artista se la dejó escriturada a su fundación sin ánimo de lucro”, explica su directora, Monika Hartmann. Lo que sí tienen en común los dos inmuebles es su onerosa deuda de impuesto predial. La institución dirigida por Hartmann debe 70 millones de pesos por dos años de atraso con la Secretaría de Hacienda, y la de Rodrigo Obregón, 270 millones acumulados desde 2005, cuando Nicolás Curi fue alcalde. El entonces mandatario trató de aliviar la imposición tributaria y les redujo la deuda inicial, pero fue destituido. En su corta gestión logró construir la plaza Obregón frente a la casa del maestro del expresionismo colombiano. Años más tarde, durante el gobierno de Campo Elías Terán, hubo un nuevo intento de conciliación, pero la sombra de la adversidad se posó sobre los preacuerdos con la muerte del mandatario. “Es poco lo que el Ministerio de Cultura puede hacer frente a la alta tributación que afecta a los monumentos arquitectónicos. El tema de abolir los impuestos es resorte de los gobiernos locales, pero no hay voluntad porque se disminuirían sus recaudos”, expresó el arquitecto Alberto Herrera. Por su parte, “el Ministerio de Cultura no tiene muchos recursos para sacar adelante esta iniciativa. Hay mucha gente haciendo cola para recibir las subvenciones estatales”, afirmó la ex viceministra de esta cartera, María Cecilia Donado. En Cartagena, según un reciente editorial del periódico El Universal, “se necesita a gritos un POT o PEMP, Plan Especial y Manejo de Protección del Centro Histórico”. Barranquilla ya lo hizo y sacó pecho como pionera de la preservación de los inmuebles republicanos. Luis García, jefe de patrimonio de la
Según estimativos de la familia de Obregón, la restauración de la casa de La Heroica se acerca al millón de dólares.
La casa se encuentra junto a la plaza Obregón, donde las autoridades instalarían una escultura del artista.
Secretaría de Cultura de esta ciudad, celebró los acuerdos y la correspondiente exención del 90 por ciento en los barrios Prado Viejo y Bellavista, a diferencia de Cartagena, donde el PEMP apenas está en pañales. Rodrigo Obregón no se da por vencido en su camino para hacer realidad el museo dedicado a la obra de su papá, que por lo pronto solo existe en los registros de la Cámara de Comercio. El actor dedica buena parte de su tiempo a este esfuerzo de conservación, que alterna con las actividades sociales realizadas con estudiantes de bajos recursos y víctimas del conflicto armado a través de su fundación Colombia Herida. Alejandro Obregón se instaló en Cartagena en 1960, cuando huía del goce y los excesos del Grupo de Barranquilla, el tertuliadero de intelectuales más influyente del siglo pasado. “Quería entregarse por completo a la pintura. De vez en cuando se internaba en su casa de Puerto Colombia, donde vivió con mi mamá, Sonia Osorio”, recuerda Rodrigo. Precisamente, ese refugio del Atlántico sería una de las sedes del museo. Pero el predio vecino, donde quedaría el parque Obregón y cuya propiedad es del municipio, se encuentra en litigio por cuenta de un proceso de invasión. “El juzgado octavo revocó el dominio que tenían esas personas. Ahora falta desalojarlas para que los herederos del maestro lo manejen en comodato”, afirmó el abogado Blasco Ibáñez. Por todos lados hay nudos. El reto es desatarlos antes de 2020, cuando se cumpla el centenario del natalicio del maestro.•