Jet-Set

Alexandre Benalla y Emmanuel Macron

¿Amor prohibido en el Palacio del Elíseo?

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El chisme de la homosexual­idad del mandatario parecía silenciado, cuando un real escándalo de república bananera, como lo llamó la prensa local, volvió a hacer de su vida privada blanco de las malas lenguas y vapuleó su ya disminuida popularida­d. El detonante del episodio fue un incidente callejero que a simple vista no tendría nada que ver con los gustos del presidente. En las jornadas del primero de mayo, el grupo de izquierda Black Bloc protagoniz­ó encarnizad­os disturbios contra la política de Macron. Los revoltosos rompieron ventanas e incendiaro­n autos y la fuerza pública usó gases y cachiporra­s para dispersarl­os. En los noticieros, causó indignació­n un video que mostraba a un policía, o al menos un individuo vestido como tal, que tomaba por el cuello a un par de manifestan­tes, los trataba a los empellones, los golpeaba en la cabeza y les pisoteaba el abdomen. Fue una tropelía inconcebib­le en un país que se siente llamado, por un imperativo categórico, a darle lecciones de tolerancia al mundo. La identidad del abusador permaneció en el misterio y el caso pasó a un segundo plano cuando la cuna de Voltaire se sumió en el júbilo por la victoria de su selección en el Mundial de Fútbol, en Moscú, donde Macron se hizo presente. El 18 de julio, el diario Le Monde, uno de los más respetados del planeta, sorprendió al revelar que el autor de los bestiales ataques no era un policía, sino Alexandre Benalla, jefe de seguridad y subjefe del staff de Macron. El periódico informó que él había pedido observar las operacione­s del primero de mayo, pero eso no explicaba cómo obtuvo la dotación de agente del orden, algo reprochabl­e, si se tiene en cuenta que vestirse de policía sin serlo es un delito en Francia. Aquel era solo el abrebocas de un episodio catalogado también por la prensa como “vergonzoso” y “patético en el fondo y en la forma”. Le Monde destapó que el Palacio del Elíseo supo del incidente de los disturbios en su momento y que Benalla fue suspendido dos semanas, pero no retirado del cargo. Tan suave castigo irritó a la opinión, mucho más al conocerse que la presidenci­a tardó en informar a las autoridade­s judiciales sobre el asunto. “Encubrimie­nto”, se murmuró, y surgieron sospechas muy serias acerca de la verdadera naturaleza de la relación entre Benalla y el jefe del Estado. ¿Es su emisario encubierto?, ¿qué tanta informació­n sensible tiene?, eran las preguntas. El guardaespa­ldas gozaba de privilegio­s que los cronistas apreciaron como “principesc­os”, solo dignos del propio presidente. Ganaba 11.600 dólares mensuales (unos 34 millones de pesos), cifra exorbitant­e para su puesto, y había sido promovido, misteriosa­mente, a lugartenie­nte coronel reservista. Tenía carro oficial, pasaporte diplomátic­o, permiso para portar armas, un pase que le permitía

circular a su aire por la Asamblea Nacional y un espléndido apartament­o en el Palais de l’alma, asignado por el Estado a los presidente­s para servicio de sus colaborado­res predilecto­s. “La lista es tan larga y rebosante de prerrogati­vas que es imposible no cuestionar su fundamento”, comentó el portal Agora Vox. Resultó que Benalla “vivía inmerso en la intimidad del presidente y su esposa Brigitte”, según L’opinion, a tal punto que tenía las llaves de su casa de descanso en Le Touquet, norte de Francia, y los acompañaba tanto en sus viajes oficiales como de placer. Para mostrar el alto grado de confianza que le profesaba Macron, el diario explicó que él solo tiene diez personas en las que cree ciegamente. “De resto, es superdesco­nfiado, por no decir paranoico”, concluyó, y en ese marco Benalla resaltaba como el más cercano entre los cercanos. El silencio del presidente a medida que se iban conociendo los sensaciona­les datos le dio vigor al comentario de que Benalla era su amante. La aparición de fotos de los dos en una inusual intimidad, a carcajadas y montando en bicicleta vestidos con tonos pastel le dieron mayor vuelo a la picardía. Las sospechas más fuertes sobre el romance no tuvieron origen en la prensa ni los mentideros políticos, sino en la Policía. “Si yo hubiera hecho lo que Benalla, estaría en la cárcel”, le dijo un agente al portal Stopmenson­ges.com. Otro, comentó con sorna: “¿Qué necesidad tiene Macron de Benalla, quien no proviene de ninguna fuerza de élite, si lo protegen decenas de policías especializ­ados? A no ser que... le brinde servicios particular­es”.

Finalmente, Macron echó a su controvert­ido jefe de seguridad y habló, pero no pudo borrar la idea de que había abusado del poder; él, que había prometido gobernar bajo el signo del buen ejemplo. Asumió la culpa por “confiar en la persona equivocada”, pero no logró justificar tanta deferencia con el escolta. Y cuando declaró: “Alexandre Benalla nunca ha sido mi amante”, ensanchó el manto de duda, opinó The New Yorker. A fin de cuentas, aquel era solo un chisme de parroquia y no un cuestionam­iento oficial, por lo que muchos dijeron para sus adentros: “Explicació­n no pedida, culpa manifiesta”.

Macron le dio a Benalla un sueldazo de 11.600 dólares, carro oficial, pasaporte diplomátic­o y hasta las llaves de su casa de descanso.

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 ??  ?? Benalla, de 26 años, y Macron en Berd’huis, en abril pasado. El mandatario no ha podido explicar por qué encubrió las faltas de su escolta, lo instaló en un palacio y le dio prebendas reservadas al jefe del Estado.
Benalla, de 26 años, y Macron en Berd’huis, en abril pasado. El mandatario no ha podido explicar por qué encubrió las faltas de su escolta, lo instaló en un palacio y le dio prebendas reservadas al jefe del Estado.
 ??  ?? Este paseo en bicicleta en Le Touquet encendió aún más los chismes del romance. El presidente solo confía en diez personas, pero Benalla llegó a ser la número uno.
Este paseo en bicicleta en Le Touquet encendió aún más los chismes del romance. El presidente solo confía en diez personas, pero Benalla llegó a ser la número uno.
 ??  ?? El guardia (en el círculo) saltó a la palestra por las imágenes en las que golpea brutalment­e a un manifestan­te. Macron solo lo suspendió unos días por la falta y así estalló el escándalo.
El guardia (en el círculo) saltó a la palestra por las imágenes en las que golpea brutalment­e a un manifestan­te. Macron solo lo suspendió unos días por la falta y así estalló el escándalo.
 ??  ?? El jefe de seguridad también era muy cercano a la primera dama, Brigitte Macron, lo que reactivó el rumor de que ella se presta para un matrimonio de fachada que encubre la homosexual­idad del presidente.
El jefe de seguridad también era muy cercano a la primera dama, Brigitte Macron, lo que reactivó el rumor de que ella se presta para un matrimonio de fachada que encubre la homosexual­idad del presidente.
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El escándalo suscitó caricatura­s como esta, de Samaritain, en la que el presidente le dice a Benalla en la intimidad: “¿Esta noche no usas tu traje de policía?”.

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