Un donjuán
Rocío Oliva
A Claudia, unos la aprecian como la santa que por años aguantó las traiciones y farras interminables con cocaína del campeón, y a otros les parece una metalizada. Aunque se divorciaron en 2003, Diego conservó una gran devoción por ella. “La palabra de Claudia era santa”, coinciden muchos cronistas; y confiaba tanto en ella, que le dio un poder para que manejara su dinero y bienes. Pero en 2014, se enteró de una serie de negocios que ella había hecho a sus espaldas. “Cuando empezaron a surgir más supuestos hijos de Maradona, Claudia y sus hijas empezaron a esconder el dinero”, afirma el periodista Javier Ceriani. En efecto, se descubrió que compró tres lujosos apartamentos en Miami, por seis millones de dólares, y que poseía una cuenta por otros tres millones de dólares en